Las
últimas declaraciones del presidente Ortega descartan cualquier diálogo
político e institucional para encontrar una salida a la crisis
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Facebook Leana Astorga |
Una
entrevista de Facebook ha recorrido Iberoamérica: la entrevista que le hiciera
Leana Astorga en vivo al obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, sobre la
represión, tortura y muerte de jóvenes universitarios y miembros de equipos de
pastoral por parte de las fuerzas policiacas del gobierno de Daniel Ortega
Saavedra.
En
la entrevista, el obispo Báez no pudo contener las lágrimas al rememorar las
torturas contra tres jóvenes a quienes “arrancaron las uñas de las manos. Las
historias son terribles y nuestra juventud no merece eso”, le dijo entre
sollozos a Astorga.
Lo
que vio y le contaron llevó al obispo Báez a declarar al día siguiente, de
forma contundente, durante la concentración mayúscula de nicaragüenses frente a
la Catedral Metropolitana de Managua el sábado 28 de abril: “De hoy en
adelante, la historia de Nicaragua la decide el pueblo y nadie más”, palabras
destinadas al presidente Daniel Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario
Murillo.
Indignados por tanto dolor
En
un tono que no admite duda de su sinceridad, monseñor Báez dijo ese mismo
sábado, a nombre de toda la Conferencia del Episcopado Nicaragüense: “Estamos
indignados por tanto dolor, por tanta muerte. Nicaragua merece una patria mejor
y lo vamos a conseguir”. Con su papel profético, Báez, junto con el cardenal
Brenes, se ha convertido en el símbolo de las protestas contra la dictadura de
Ortega y los sandinistas.
En
la entrevista con Astorga, monseñor Báez dijo que los obispos de la Conferencia
Episcopal “estamos luchando por encontrar una salida pacífica y evitar más
derramamiento de sangre; hemos aceptado el riesgo del diálogo, aunque es muy difícil,
pero confiamos en Dios que sea posible”.
La
Iglesia católica se había propuesto –y había aceptado—ser mediadora para
encontrar una salida pacífica después de las protestas antigubernamentales, que
comenzaron cuando los universitarios se echaron a la calle en contra de la
reforma de la Ley de Seguridad Social, con la que se pretendía tapar la
corrupción a costa del dinero de pensionados y empresarios.
Ortega no cede
Pero
las declaraciones últimas de Ortega, arropado por sus fieles seguidores, ayer
lunes, no dejan camino abierto para enfrentar esta situación sino con la fuerza
y, más aún con la represión continuada.
En
efecto, según informes de prensa, Ortega, descartó cualquier diálogo político e
institucional para encontrar una salida a la crisis “Está pendiente la
instalación de un diálogo para tratar de ver temas que tienen que ver con la
justicia social y económica, y la seguridad de los nicaragüenses”, dijo.
Gran
cantidad de analistas, estudiantes, empresarios y todas las clases sociales que
han salido a unirse a las protestas generalizadas en el país centroamericano,
piensan que la estrategia de Ortega Saavedra es una sola: ganar tiempo, enfriar
la situación, contener las manifestaciones populares y culpar a fuerzas
extrañas de la violencia y de la ruptura de la paz.
La venganza no puede
triunfar
Sin
embargo, monseñor Báez ha sido claro al decir que Nicaragua tiene que dar el
paso a una mesa de diálogo. Y en un mensaje a sus queridos jóvenes, quienes ven
muy difícil sentarse a la mesa con los torturadores y asesinos de sus
compañeros, el obispo Báez dijo a Astorga que se tiene que “encontrar un camino
de democratización para el país”. Más adelante señaló que “hay que dar ese
paso, no hay que dejarnos paralizar por el sentimiento de odio, de venganza”.
Para
el que ha sido el más férreo defensor de los jóvenes, “en estos momentos no
abrirse a hablar, a dialogar, es cerrar el único camino que puede evitar más
derramamiento de sangre”.
Los
jóvenes, como bien lo ha visto la Iglesia católica, el obispo Báez y todos los
demás obispos del país, han sido los protagonistas de esta revuelta. También,
las principales víctimas. La cifra de víctimas mortales varía entre los 63 que
ha recopilado la Comisión Permanente de Derechos Humanos por todo el país y los
42, provisionales, del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos. Todavía
permanecen desparecidos al menos 15 muchachos y otros cuantos luchan por salvar
sus vidas en los hospitales.
“Lo
que los obispos les hemos asegurado a los nicaragüenses es que no seremos
manipulados por nadie y que estaremos siempre al lado de la causa de nuestro
pueblo”. La mesa del diálogo, en la que el cardenal Brenes encabezará la
función mediadora de la Iglesia, aún no tiene fecha para realizarse. Mientras
tanto, Nicaragua llora a sus jóvenes muertos en una “brutal represión”, como ha
enfatizado en la entrevista de Astorga el obispo Báez, de policías,
antimotines, fuerzas paramilitares de choque y la Juventud Sandinista.
Jaime
Septién
Fuente:
Aleteia