“Con azúcar, gracias”
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Siempre
me he considerado una persona más bien “de salado”, pero, de un tiempo a esta
parte, me voy dando cuenta de que me gusta mucho el dulce... Ahora le echo
azúcar al yogur, también lo añado ese día especial en que hay fresas, o en el
café... ¡todo sabe distinto con azúcar!
Y
es que he experimentado aquello de que “a nadie le amarga un dulce”. Y es
verdad, el azúcar tiene la capacidad de eliminar el amargor, y volver así el
alimento en suave y agradable. Esto sucede, por ejemplo, con el tomate, que, al
freírlo, es necesario añadir azúcar (si no, el ácido lo haría incomible) ... y,
sin embargo, me atrevería a decir que este es el complemento favorito de los
niños para cualquier comida.
Anoche,
mientras me echaba estos blancos granitos en el yogur, me daba cuenta de que el
azúcar es como el amor en nuestra vida. El Amor es lo único que transforma el
amargor y da buen gusto a cada momento del día.
Porque
todos tenemos experiencia de que, hasta en el día más feliz de nuestra vida,
alguna raíz amarga asomó por un rincón: una persona que se enfadó, alguna parte
de la organización que se torció... Y qué bien se vive cuando no te dejas llevar
por ello. Hasta en esos días especiales necesitamos el Azúcar de la vida, para
soliviantar estas situaciones.
Siempre
que queremos azúcar acudimos al azucarero... Pues, de igual modo, nosotros
tenemos un Azucarero que es Cristo. Él es la fuente, Él es de quien recibimos
todo lo que somos y todo lo que podemos dar de nosotros mismos. De Él siempre
podemos esperarlo todo.
Hoy
el reto del amor es añadir un poco de azúcar a tu vida. Hoy experimenta en ti
mismo y con los tuyos que “a nadie le amarga un dulce”. Deja salir el niño que
llevas dentro, ese niño que no tiene miedo a amar, que vive las cosas a fondo,
disfrutando de cada momento y de todos. Hoy es lunes, y no hay mejor manera de
comenzar la semana que haciendo el día más llevadero para los demás; por ello,
coge algún dulce e invita a aquellos con los que compartas tu día. Solo los
gestos de amor rompen, y hasta la persona más amarga queda tocada. ¡No te
rindas!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma