El Papa Francisco planteó
un tema a menudo discutido por los padres: ¿para qué bautizar a los niños que
no entienden el significado del Bautismo?
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El Papa en la Audiencia General (ANSA) |
El
bautismo, fundamento de nuestra vida cristiana, es el tema del nuevo ciclo de
catequesis del Papa Francisco. El Romano Pontífice presidió la Audiencia
General en la Plaza de San Pedro, que inició, como cada miércoles, con el
saludo litúrgico y la escucha de la Palabra de Dios. El pasaje elegido fue
tomado del Evangelio de Mateo, capítulo 28, versículos 19 y 20.
Los bautizados son de
Jesucristo, Él es el Señor de su existencia
“Somos
cristianos en la medida en que permitimos que Jesucristo viva en nosotros”: con
esta afirmación el Papa dio inicio a la catequesis en la que invitó a tomar
conciencia de ello, a partir del sacramento que ha encendido la vida cristiana
en nosotros, es decir, del bautismo.
“Este
tiempo pascual – dijo en español - es propicio para reflexionar sobre la vida
cristiana, que es la vida que recibimos del mismo Cristo. De hecho, somos
cristianos en la medida que dejamos que Él viva en nosotros. Para avivar esta
conciencia debemos volver al origen, al sacramento del bautismo, que es el
fundamento de toda la vida cristiana, es el primero de los sacramentos y es la
puerta que permite al Señor hacer su morada en nosotros e introducirnos en su
Misterio”. “Recuerden bien”, insistió el Papa: “el bautismo es el
fundamento de la vida cristiana”.
El bautismo es
“regeneración”
El
Pontífice explicó, asimismo, el significado del verbo bautizar: “El verbo
griego «bautizar» - dijo - significa sumergir. El baño con el agua simboliza en
varias creencias el paso de una condición a otra, es signo de purificación para
un nuevo inicio. Para nosotros, los cristianos, el bautismo nos sumerge en la
muerte y resurrección del Señor, haciendo morir en nosotros al hombre viejo,
dominado por el pecado, para que nazca el hombre nuevo, que participa de la
vida de la Santísima Trinidad”.
Y
añadiendo que el agua del bautismo “no es un agua cualquiera”, sino que es el
agua “sobre la que se invoca el Espíritu que da vida”, invitó a pensar en
lo que Jesús le dijo a Nicodemo para explicarle el nacimiento a la vida divina:
«Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el
Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace de Espíritu es
espíritu». (Jn 3, 5-6). De ahí la afirmación de que el bautismo, también se
llama “regeneración”.
“El
bautismo – explicó, siempre en nuestro idioma - es también el baño de
regeneración y de renovación del Espíritu Santo, porque Dios nos ha salvado por
su misericordia con el agua que nos hace criaturas nuevas. Nos inserta como
miembros de su cuerpo, que es la Iglesia, y nos hace misioneros en el mundo,
cada uno según su propia vocación, para que el mundo crea y sea transformado”.
Que el Espíritu Santo guíe
toda la vida
En
Santo Padre quiso precisar una cosa durante la catequesis en italiano,
relacionada a lo que algunos padres piensan sobre dispensar el sacramento del
bautismo a los niños: “algunos piensan ‘para qué’ bautizar a un niño que no
entiende”. “Esperemos - añadió poniéndose en la boca de los padres - que crezca
y entienda y sea él mismo el que pida el bautismo”. “Esto - señaló - significa
no tener confianza en el Espíritu Santo. Porque cuando bautizamos a un niño, en
él entra el Espíritu Santo y Él hace crecer en el niño virtudes cristianas que
florecerán”. Se debe –exhortó el pontífice - dar la oportunidad a todos
los niños de tener dentro el Espíritu Santo que los guíe toda la vida. “No se
olviden de bautizar a los niños”, insistió.
Hay un antes y un después
del bautismo
Ya
casi en el final de la catequesis, el Santo Padre recordó que quien ha recibido
el bautismo es “cristificado”, es decir, “se asemeja a Cristo, se transforma en
Cristo”. El bautismo, agregó, permite a Cristo vivir en nosotros, y a nosotros
vivir unidos a Él, para colaborar en la Iglesia, cada uno según su condición, a
la transformación del mundo.
“Recibido
solo una vez, el lavacro bautismal ilumina toda nuestra vida, guiando nuestros
pasos hacia la Jerusalén del Cielo. Hay un antes y un después del bautismo”,
aseguró, y dio, una vez más, una tarea importante para todos los cristianos:
recordar la fecha del propio bautismo.
“Por
favor, ¿cuál es la tarea de hacer en casa?" - preguntó a los
presentes. "¿Cuál es la fecha de mi bautismo? Mi segundo cumpleaños, mi
renacimiento. Háganlo. Gracias”.
En
los saludos a los fieles, un pensamiento especial dirigió a los jóvenes, a los
ancianos, los enfermos y los recién casados, “que el anuncio pascual – les
instó– siga inflamando vuestro corazón, para que cada uno pueda experimentar a
Cristo en el propio camino y adherirse a sus enseñanzas”.
A
los peregrinos de lengua española en particular, les animó, en este tiempo
pascual, “a recordar el día de su bautismo, que es el mayor regalo que hemos
recibido, para que haciendo memoria de nuestra condición de cristianos tomemos
conciencia de que pertenecemos a Dios y estamos llamados a ser testigos, en el
ámbito donde vivimos, de la alegría de la salvación, y les impartió su
bendición.
Griselda
Mutual - Ciudad del Vaticano
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