“El altar es Cristo, por
lo tanto, siempre mirar hacia el altar que es el centro de la misa”
El
Señor nos pide poco y nos da tanto: en la vida ordinaria, nos pide buena
voluntad; nos pide corazón abierto; nos pide ganas de ser mejores". Fue
uno de los conceptos expresados por el Papa en la Catequesis del miércoles
En
el último miércoles de febrero el Papa Francisco presidió la Audiencia General
en el Aula Pablo VI del Vaticano, a causa del gran frío en Roma. Tras oír junto
a los fieles el pasaje del Evangelio de san Marcos que presenta la
multiplicación de los panes y de los peces, el Pontífice siguió reflexionando
sobre la Santa Misa, y esta vez – después de ocuparse en las catequesis
precedentes sobre la Liturgia de la Palabra – prosiguió con la Liturgia
Eucarística.
Las ofrendas del pueblo en
el altar de la cruz, donde se hizo el primer sacrificio
“En
la liturgia eucarística, la Iglesia, obediente al mandato de Jesús, hace
presente el sacrificio de la nueva alianza sellada por Él en el altar de la
Cruz- dijo en nuestro idioma”. “Para ello, usa los mismos signos y gestos que
realizó Jesús la víspera de su pasión. El primero es la preparación de los
dones, momento en el que se traen al altar el pan y el vino, los mismos
elementos que Jesús tomó en sus manos”.
Tras
recordar que en nuestros días los fieles ya no llevan, como otrora, el propio
pan y vino para la liturgia, el Santo Padre quiso subrayar el significado
espiritual de la presentación de los dones, y en ese sentido, recordó que
cuando el obispo realiza la ordenación de un nuevo sacerdote, al entregarle el
pan y el vino, le dice: “recibe las ofertas del pueblo santo para el sacrificio
eucarístico”. Es decir que “en esta ofrenda espiritual de toda la Iglesia se
recoge la vida, los sufrimientos, las oraciones y los trabajos de todos los
fieles, que se unen a los de Cristo en una única ofrenda”.
“Por
eso es muy bueno - añadió - que sean los fieles quienes presenten al sacerdote
el pan y el vino para que él los deposite sobre el altar. Nos puede parecer
poco lo que nosotros ofrecemos, pero ese poco es lo que necesita Jesús para
transformarlo en el don eucarístico, capaz de alimentar a todos y de hermanar a
todos en su Cuerpo que es la Iglesia”.
“El
Señor nos pide poco”, insistió Francisco: “en la vida ordinaria, nos pide buena
voluntad; nos pide corazón abierto; nos pide ganas de ser mejores para acoger a
Aquel que se ofrece a sí mismo a nosotros en la Eucaristía; nos pide estas
ofertas simbólicas que luego serán su Cuerpo y su Sangre”.
El incienso y la oración
sobre las ofrendas, que agradan a Dios
Sucesivamente,
el Papa Francisco ahondó sobre el acto de incensar las ofrendas, la cruz y el
altar, que realiza el sacerdote, explicando que esto significa que tanto el
presbítero como el pueblo manifiestan “el vínculo del ofertorio que une todas
estas realidades al sacrificio de Cristo”.
“El altar es Cristo, por
lo tanto, siempre mirar hacia el altar que es el centro de la misa”
“Con
la oración sobre las ofrendas, el sacerdote pide a Dios que acepte nuestra
pobre ofrenda y que la transforme con el poder del Espíritu Santo en el
sacrificio de Cristo que, como el incienso, sube al Padre, que lo recibe con
agrado. Este momento de la Misa está impregnado de una profunda espiritualidad
de la donación de uno mismo, que ilumina toda nuestra vida y nuestras
relaciones con los demás, ayudándonos a construir la ciudad terrena a la luz
del Evangelio”.
En
la conclusión de la catequesis, en los saludos que dirigió en los distintos
idiomas, el Papa animó a los peregrinos de lengua española a vivir
profundamente la espiritualidad de la entrega que la Eucaristía nos enseña, de
modo que la oración, el ayuno y la limosna de estos días, den frutos concretos
de auténtica conversión del corazón.
Al
término de la Audiencia General el Romano Pontífice se dirigió a la Basílica de
san Pedro, para saludar a los fieles que no lograron entrar en el Aula y que
siguieron la catequesis desde allí: "¡Gracias! Muchas gracias por su
paciencia- les dijo - para esperar hasta ahora. Que el Señor los bendiga,
bendiga su paciencia. Creo que era mejor estar aquí que en el frío, ¿verdad?
¿En serio? Sí? De acuerdo ahora les daré la bendición, pero primero recemos a
la Virgen". "Dios te salve María..."
Griselda
Mutual - Ciudad del Vaticano