Vaciando el saco
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día, la procuradora nos ofreció llevarnos dos fardos de papel higiénico al
Noviciado.
Eran
dos fardos de fardos... es decir, un saco lleno de paquetes, de 12 rollos cada
paquete.
Como
pesaban, los llevábamos a rastras. Pero, de pronto, al subir las escaleras, fui
notando cómo el saco iba aligerándose por momentos. Cuando me quise dar cuenta,
¡tenía el saco vacío y un reguero de paquetes de papel higiénico escaleras
abajo!
No
pude más que echarme a reír, pero, mientras los recogía, me iba dando cuenta de
que aquello daba para mucho.
Porque...
¿cuánto pesa un trozo de papel? Y, si encima se trata de papel higiénico, ni te
cuento. Un rollo, dos rollos, un paquete de 12 rollos, hasta un niño puede
cargar con él.
Y
esto en realidad es lo que va sucediendo en nuestra vida. Comenzamos a cargar
sobre nuestros hombros minucias, cosas poco importantes, como el peso de un
trozo de papel higiénico, pero, poco a poco, vamos tomando la costumbre de
intentar “poder con todo”. Y, sin embargo, comenzamos a experimentar la
frustración de no poder: nos pesan los problemas de los que queremos, o esa
enfermedad que te acaban de diagnosticar, o ese hijo que te gustaría tener y no
llega, o el querer llegar a todo, o el listón que tienes que dar en el
trabajo...
Poco
a poco nos liamos, y se van sumando rollos al saco. Hasta que, al final, lo
tenemos que arrastrar, porque no podemos con él. Y es que las cosas nos pesan
porque las llevamos nosotros.
Pero
hay una buena noticia: que todo eso que te pesa no tienes que llevarlo tú.
Cristo es quien ha muerto y ha resucitado por todo ello, ahora le pertenece
todo a Él, sólo necesita que tú se lo entregues libremente.
Entonces
es cuando somos fuertes, cuando dejamos a Cristo cada una de nuestras cargas, y
dejamos que sea Él quien las lleve.
Hoy
el reto del amor es descargar en Cristo. Vacía tu saco; comienza por aquello
que más te está pesando, con aquello con lo que ya no puedes más, y deja que Él
te muestre la otra cara de la misma moneda: la gracia que está trayendo a tu
vida esa circunstancia que antes tanto te costaba vivir.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma