El Pontífice pone en
guardia sobre los peligros de instrumentalizar a Dios y a su culto,
anteponiendo los intereses propios en lugar de buscar la gloria del Padre
![]() |
El Santo Padre saluda a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro |
En
el tercer domingo de Cuaresma, a la hora del rezo del Ángelus, el Papa
reflexionó desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, sobre la
lectura del Evangelio dominical que relata el momento en el que Jesús expulsa
a los mercaderes del templo en las vísperas de la Pascua judía, con el fin
de purificar la casa de Dios, que estaba siendo utilizada para fines lucrativos
en lugar de espirituales.
“La
actitud de Jesús relatada en este pasaje evangélico nos insta a vivir nuestras
vidas, no en la búsqueda de nuestras ventajas e intereses, sino para la gloria
de Dios, que es el amor”, dijo Francisco, destacando que estamos llamados a
tener en cuenta esas palabras fuertes de Jesús: “No hagas un mercado de la casa
de mi Padre" (v. 16), ya que estas nos ayudan a rechazar el peligro de
hacer de nuestra alma, que es la morada de Dios, un lugar de mercado, viviendo
en la búsqueda continua del propio beneficio en lugar de buscar un amor
generoso y solidario”.
Jesús
denuncia en nombre de Dios abusos y excesos
Por
otra parte, el Santo Padre destacó que este gesto de Jesús en el templo fue sin
duda alguna, una acción decidida que causó una gran impresión en la
muchedumbre; generando también la hostilidad de las autoridades religiosas y de
cuantos sintieron amenazados sus intereses económicos, pero que no debe ser
interpretada como un acto violento, sino como una acción característica de los
profetas que denunciaban en nombre de Dios, abusos y excesos.
Igualmente
el Sucesor de Pedro hizo hincapié en que esta enseñanza del Maestro,
"siempre es relevante", no sólo para las comunidades eclesiales, sino
también para los individuos, las comunidades civiles y las sociedades.
De
hecho, añadió el Papa, es común tentar a las personas a que se aprovechen de
las actividades buenas, a veces necesarias; para cultivar sus intereses
privados y en ocasiones hasta ilícitos: es un peligro grave, especialmente
cuando se instrumentaliza al mismo Dios y a su culto, anteponiendo nuestros
propios intereses en lugar de buscar la gloria del Padre. De ahí que esa vez,
Jesús usara modos bruscos para sacarnos este peligro mortal.
Con la Pascua de Jesús
inicia un nuevo culto
Y
para poder interpretar este comportamiento de Jesús de “purificar la casa de
Dios”, sus discípulos se sirvieron de un texto bíblico tomado del salmo 69: “El
celo por tu casa me devorará”.
El
Obispo de Roma explicó que este salmo es una invocación de ayuda en una
situación de peligro extremo a causa del odio de los enemigos: la situación que
Jesús vivirá en su pasión:
«El
celo por el Padre y por su casa lo llevará hasta la cruz: el suyo es el celo
del amor que conduce al sacrificio de sí mismo, no ese celo falso que presume
de servir a Dios mediante la violencia. De hecho, el signo que Jesús dará como
prueba de su autoridad será precisamente su muerte y resurrección: “Destruyan
este templo – dice – y en tres días lo levantaré”».
Y
el Evangelista anota: “Él hablaba del templo de su cuerpo”. Con la Pascua de
Jesús, por tanto, afirma Francisco, inicia un nuevo culto, el culto del amor, y
un nuevo templo que es Él mismo.
El
Pontífice concluyó pidiendo la intercesión maternal de la Virgen María para que
ella “nos apoye en nuestro compromiso de hacer de la Cuaresma una buena
oportunidad para reconocer a Dios como el único Señor de nuestra vida,
eliminando toda forma de idolatría de nuestro corazón y de nuestras obras”.
Saludos del Papa a los
fieles y peregrinos
Tras
rezar la oración mariana del Ángelus, el Papa saludó a los miles de fieles
reunidos en la Plaza de San Pedro, procedentes de Roma, de Italia y de diversos
países, y dedicó un saludo especial a los peregrinos de las diócesis de
Granada, Málaga y Córdoba, en España; así como a los numerosos grupos
parroquiales, entre los cuales se encontraban los fieles de Spinaceto, Milán y
Nápoles; los jóvenes de Azzano Mella y los confirmandos de la diócesis de
Vicenza, a quienes animó a testimoniar con alegría el Evangelio, especialmente
entre sus coetáneos.
Sofía Lobos - Ciudad del
Vaticano
Vatican
News