PARÁBOLAS DE CONVERSIÓN Y PERDÓN

EL SIERVO SIN CORAZÓN
Perdón con perdón se paga

Dominio público
Mateo 18, 23-35

Esta parábola puede encuadrarse dentro de las enseñanzas del Padre nuestro. Puede ser el comentario a una de las últimas peticiones: “Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.

Jesús destaca en esta parábola que la razón por la cual debemos perdonar, es porque nosotros también necesitamos perdón. Somos pecadores. Esto nos debe llevar a una actitud de humildad y de amor. 

La penitencia es una invitación a todos para que entremos en la dimensión del amor de Dios, de su misericordia, de su perdón a todos por igual. No hay acepción de personas.

Las enseñanzas de Jesús nos llevan a considerar que en el ser humano la caridad debe contar mucho más que la justicia.

Recordemos que en un primer tiempo era una Ley de represalia. Ver Génesis 4, 23-24. La venganza de Lemek será “setenta veces siete”.

En un segundo tiempo la Ley de justicia impuesta es una represalia igual: “ojo por ojo y diente por diente”. Es la Ley mosaica del talión. Exodo 21,23.

En un tercer tiempo Cristo impone la caridad y el perdón: No hay represalia y debe haber perdón. Mateo 5, 38-39. “Han oído que se dijo ojo por ojo y diente por diente, yo les digo…”.

Escuchemos la pregunta de Pedro: Mateo 18, 21-22. Cuántas veces debo perdonar…?.

EL MANDAMIENTO DEL AMOR TIENE UNA NOTA ASCENDENTE:

Amar al prójimo como a nosotros mismos - Mateo.22, 35-39
Amar al prójimo como a Cristo Mateo - 25, 40
Amar al prójimo como Cristo nos ama a nosotros - Juan.15, 12
Amar al prójimo como Cristo ama al Padre - Juan.17, 21-22

Mateo 18, 23-35

Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. Y el señor, indignado, lo entregó a los  verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Fuente: ACI