En
su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa
Marta, el último lunes de febrero, el Santo Padre invitó a no juzgar a los
demás; a perdonar al prójimo y a pedir la gracia de la vergüenza por los
propios pecados
“No
juzguen y no serán juzgados”. En su reflexión, el Santo Padre repitió
con fuerza esta invitación de Jesús que se lee en el Evangelio propuesto por la
liturgia del día (Lc 6, 36-38) en este tiempo de Cuaresma en que la Iglesia
nos invita a renovarnos.
En
efecto, nadie podrá evitar el juicio de Dios, tanto el personal como el
universal; puesto que todos seremos juzgados. Y desde este punto de vista, la
Iglesia propone reflexionar sobre la actitud que tenemos con nuestro prójimo y
con Dios.
Con frecuencia juzgamos a
los demás
En
cuanto al prójimo nos invita a no juzgar, es más, a perdonar. “Cada uno de
nosotros puede pensar: ‘Pero, yo jamás juzgo; no soy juez” – dijo Francisco
– e invitó, en cambio, a examinar nuestras actitudes: “¡Cuántas veces el
tema de nuestras conversaciones es juzgar a los demás!”, dijo y añadió: “Esto
no va”. “Pero, a ti, ¿quién te ha hecho juez?”, preguntó el Papa Bergoglio.
“Juzgar a los demás es algo malo – afirmó – porque el único juez es el Señor”
que conoce esta tendencia del hombre de juzgar a los demás:
“En
las reuniones que nosotros tenemos, un almuerzo, independientemente de lo que
sea, pensemos de dos horas: de esas dos horas, ¿cuántos minutos se han gastado
para juzgar a los demás? Esto es el ‘no’. E igual es el ‘sí’. Sean
misericordiosos. Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. Es más:
sean generosos. Den y se les dará. ¿Qué se me dará? Una medida buena, colma y
rebosante. La abundancia de la generosidad del Señor, cuando nosotros estemos
plenos de la abundancia de nuestra misericordia al no juzgar”.
De
manera que el Santo Padre hizo la invitación a ser misericordiosos con los
demás puesto que, del mismo modo, el Señor será misericordioso con nosotros.
Ser humildes con Dios y
reconocernos pecadores
Además,
el Pontífice destacó que la segunda parte del mensaje que la Iglesia nos da hoy
es la invitación a tener una actitud de humildad con Dios, que consiste en el
hecho de reconocernos pecadores.
“Y
nosotros sabemos que la justicia de Dios es misericordia. Pero es necesario
decirlo: ‘A Ti te compete la justicia; a nosotros, la vergüenza’. Y cuando se
encuentran la justicia de Dios con nuestra vergüenza, allí está el perdón. ¿Yo
creo que he pecado contra el Señor? ¿Yo creo que el Señor es justo? ¿Yo creo
que es misericordioso? ¿Yo me avergüenzo ante Dios, de ser pecador? Así de
sencillo: a Ti la justicia, a mí la vergüenza. Y pedir la gracia de la
vergüenza”.
La gracia de la vergüenza
Por
último, el Papa Francisco recordó que en su lengua materna a la gente que hace
el mal, se le dice “sinvergüenza”, y reafirmó la invitación a pedir la gracia
para que “jamás nos falte la vergüenza ante Dios”.
“Es
una gran gracia, la vergüenza. Así recordamos: la actitud hacia el prójimo,
recordar que con la medida con la que yo juzgo, seré juzgado; no debo juzgar. Y
si digo algo sobre el otro, que sea generoso, con tanta misericordia. La
actitud ante Dios, este diálogo esencial: “A Ti la justicia, a mí la
vergüenza”.
María
Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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