Lo que no consiguieron
robar
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
unos días robaron en la casa parroquial. Cuando por la noche nos enteramos de
la noticia, la verdad es que, por un lado, me sobrecogió; pero lo cierto es que
también pude ver la protección del Señor hacia nuestros sacerdotes. En el
momento del robo, ellos estaban en la casa echándose la siesta, medio
adormilados. Al oír ruidos extraños, uno de los sacerdotes fue a averiguar qué
ocurría, pero sólo llegó a ver salir al ladrón. No hubo ningún enfrentamiento,
ni heridos...
Me
fui a la cama y recé por ellos. Cuando a la mañana siguiente vi a nuestro
capellán, Pedro, en la Eucaristía, me preguntaba qué tendría en el corazón, porque
la sonrisa y la serenidad no se le quitaban de la cara. En el momento de la
homilía, abrió el corazón y nos contó cómo estaba.
-Cuando
te roban -nos dijo- no sólo se llevan dinero, sino que también tratan de
quitarte la confianza en los demás, la tranquilidad de vivir en paz, la
seguridad de tu hogar y los tuyos, las ganas y la ilusión de luchar por lo tuyo
y por lo que crees justo, la certeza de poder defenderte... y siembran rabia,
impotencia, desánimo, desconfianza, dudas sobre ti. Anoche esas semillas
empezaban a crecer dentro de mí... así que, al rezar antes de acostarme, le pedí
a Dios que no me robaran más que dinero, y no el corazón. Porque ahí tengo lo
más valioso: la paz, la alegría, la confianza, la comprensión, el amor... lo
mejor que Él ha puesto en mí y lo mejor que puedo dar a los demás.
Le
di muchas gracias al Señor por estas palabras. Pude reconocer a Cristo detrás
de ellas y darle gracias porque, una vez más, Pedro nos estaba diciendo que
apostaba por seguir amando.
Hoy
el reto del amor es que no te dejes robar el amor que tiene tu corazón; que hoy
hagas dos llamadas de teléfono a las personas que pienses que más lo necesitan.
No mires si te van a entretener, si te van a robar tu tiempo... mira el Amor,
lucha por que nadie te robe el amor que Cristo pone en tu corazón.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma