El Papa
se inscribe en la JMJ Panamá 2019 con una tablet
«Ya
está, me he inscrito como peregrino a la Jornada Mundial de la Juventud»,
anunciaba este domingo el Papa mostrando una Tablet desde el balcón de su
biblioteca, al asomarse para el rezo del Ángelus.
Acompañado
en ese momento por dos jóvenes, Francisco se convirtió oficialmente en el
primer peregrino inscrito para la JMJ 2019 de Panamá, que se celebrará del 22
al 29 de enero, esta vez según el verano austral, para facilitar la asistencia
de chicos y chicas del sur del continente americano. «Invito a todos los
jóvenes del mundo a vivir con fe y entusiasmo este evento de gracia y
fraternidad, ya sea viajando a Panamá, como participando en las propias
comunidades locales», dijo el Pontífice.
El
Papa aprovechó también para felicitar el año nuevo chino, recordando que el
próximo 15 de febrero muchas familias celebrarán esta fiesta en el Extremo
Oriente y en otras partes del mundo, dado el número creciente de chicos que
viven en otros países. Francisco les deseó vivir estos días con más
«solidaridad, fraternidad y el deseo de bien», contribuyendo así a crear una
sociedad en la que cada persona sea «bienvenida, protegida, promovida e
integrada».
Y
pidió también orar «por el regalo de la paz», un don «que debe buscarse con
compasión, previsión y coraje». El próximo 23 de febrero –recordó– el Papa ha
convocado una Jornada de Oración y Ayuno por la paz, especialmente por Sudán
del Sur y República Democrática del Congo.
Jesús, verdadero médico
Este
domingo la Iglesia celebraba además la Jornada Mundial del Enfermo. Francisco
invitó a «contemplar a Jesús como el verdadero médico de los cuerpos y las
almas».
De
ello habló también al comentar el pasaje evangélico de la liturgia, en la que
«Jesús toca al leproso», algo absolutamente prohibido por la ley mosaica, ya
que significaba «volverse impuro». Pero lo que sucede no es que el leproso
transmita su enfermedad a Jesús, sino que Jesús transmite al leproso la
purificación. Una curación en la que admiramos «la audacia de Jesús», que no
está preocupado por el contagio, sino que se mueve solo «por la voluntad de
liberar a ese hombre de la maldición que lo oprime», dijo el Papa.
Con
ello Jesús muestra que «ninguna enfermedad es causa de impureza» ni «afecta o
impide su relación con Dios». De hecho, señaló «una persona enferma puede estar
aún más unida a Dios». Lo que sí que nos convierte en impuros es «el pecado».
Francisco señaló en particular el egoísmo, el orgullo y la corrupción como
«enfermedades del corazón de las que debemos ser limpiados, recurriendo a Jesús
como el leproso». Oara liberarnos, la receta es acercamos al sacramento de la
Reconciliación «con un corazón arrepentido».
Fuente:
Alfa y Omega