Pequeño imprevisto
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Antes
de que comenzase el trabajo de la mañana quería salir un rato a la huerta. A
toda velocidad me quité el hábito, busqué en el armario una camiseta limpia, el
jersey, me puse la bata de trabajo... ¡y a volar hacia la huerta!
Lo
cierto es que, mientras bajaba las escaleras percibí un olor desagradable, pero
no le di importancia. Ya en la huerta, aquel olor me perseguía.
-Qué
raro... ¿qué será lo que huele tan mal?
Olisqueé
el jersey, la bata de trabajo, el velo... todo estaba limpio. Y, de pronto:
-¡¡La
camiseta!!
Resulta
que la había lavado, pero, como no me daba tiempo a tenderla, la dejé hecha una
bolita en un cubo. Luego se me olvidó y, cuando fui a buscarla, ya se había
secado, así que la doblé y la guardé en el armario. Lo que no pensé es que se
había quedado con un horrible olor a plástico, humedad... ¡un aroma de lo más
extraño!
Realmente,
hay cosas que, cuando las dejas en espera, ¡se estropean!
Y
así nos pasa también con el Señor. Cristo, a lo largo del día, susurra a
nuestro corazón detalles, gestos que podemos tener con los de nuestro
alrededor: llamar a cierta persona, sorprender con un café, pararse a saludar a
ese compañero...
Son
como leves ideas o suaves toques en el corazón, que podemos seguir... o podemos
sacudirnos la cabeza con un “qué tontería”. Es un regalo del Señor descubrir
esos susurros, ¡y es otro regalo animarse a seguirlos!
Cristo
conoce el interior de cada persona. Si te ha puesto en el corazón llamar a
alguien, ¡es que es en este momento cuando te necesita! Y Cristo cuenta contigo
para que seas su instrumento.
Hoy
el reto del amor es estar disponible. Te invito a que hoy le pidas al Señor que
te dé un oído fino para percibir una de sus invitaciones a lo largo del día. Y,
sobre todo, ¡pídele el don de no dejarLe en espera! Pon el día en manos de
Cristo, ¡y déjate sorprender con lo que Él quiera proponerte! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma