Tres bulos que han hecho
mucho daño: Prohibió la práctica de la medicina, prohibió diseccionar cadáveres
y se opuso a las vacunas
En
muchos libros de divulgación científica, documentales y libros de historia de
la medicina, se han repetido mitos creados sobre la actitud de la Iglesia hacia
la medicina, que no tienen ninguna base histórica. Los tres más extendidos son
que la Iglesia prohibió la disección de cadáveres en la Edad Media, que
prohibió la práctica de la medicina en el siglo XIII y que el Papado se opuso a
las vacunas. Las tres son falsas, sin embargo, se han extendido como
indiscutibles.
¿Se prohibió estudiar
medicina?
Es
significativo recordar que los primeros hospitales surgieron de la caridad
cristiana, como obra de la Iglesia, haciendo posible el estudio sistemático de
la medicina. Jamás la Iglesia prohibió el estudio ni el uso de la medicina, más
bien todo lo contrario, la promovió.
En
el siglo VI los monjes benedictinos comenzaron a estudiar obras de Hipócrates y
Galeno, difundiendo sus conocimientos. Los monjes son los primeros en haber
instalado hospitales en siglos difíciles y haber cuidado y preservado retazos
de la literatura médica (Plinio, Celio Aureliano, Celso, y resúmenes
del Corpus hipocraticum, de Galeno y Dioscórides, entre otros).
Las
versiones infundadas surgieron a partir del mal uso de una cita sacada de
contexto del IV Concilio de Letrán (1215), donde se pide que cuando el enfermo
llame al médico, se le persuada de que también llame al médico del alma, así
como también que “nunca se le recomienden procesos curativos que pongan en
peligro su alma”. ¿A qué se refería esto? Es conocido para los historiadores de
la medicina que, en esa época, algunos médicos recomendaban intercambios
sexuales con ellos como forma de curación. La Iglesia opuesta a estos abusos lo
advertía con firmeza.
Hay
también una cita que usan algunos autores, del Concilio de Clermont (1095)
donde expresamente se pide que “los monjes no estudien para ganar dinero con la
práctica de la medicina”, concluyendo que la Iglesia no quería que la gente
estudiara medicina, lo cual es insostenible. Esta prohibición puntual es solo
para los monjes y en un contexto determinado.
¿Prohibición de disección
de cadáveres?
Haciendo
un poco de historia, es importante recordar que las primeras disecciones de
cadáveres se practicaron durante los siglos III y II a.C. en el mundo
helenístico, aunque luego fueron prohibidas porque los griegos creían que el
enterramiento de los cadáveres era voluntad de los dioses. Ya hacia finales del
siglo II d.C. el médico griego Galeno era partidario de esta
práctica, pero solo lo hizo con algunos animales. La cuestión no se planteó
hasta el siglo XIII, cuando comienza la revolución experimental en la Europa
cristiana. En pleno siglo XIII el cirujano Henri de Mondeville y el anatomista
Mondino de Luzzi, comenzaron a disecar cadáveres sin oposición alguna de la
Iglesia. La llamada Anatomia Mondini de 1316, basada en sus
disecciones, se enseñó en las universidades hasta el siglo XVI, donde luego le
sucedieron obras más avanzadas. Es ampliamente sabido que Paracelso, Miguel
Servet, Boticelli, Miguel Angel y Leonardo Da Vinci, entre otros, practicaron
disecciones.
La
Iglesia nunca se opuso a la disección de cadáveres. El único documento oficial
de la Iglesia que existe cercano al tema es del Papa Bonifacio VIII (1299),
la Decretal Detestanda Feritatis, donde bajo pena de excomunión se
prohíbe el desmembramiento del cadáver. Según los expertos en ciencia medieval,
este documento pontificio es el único que existe sobre el tema y ha sido mal
interpretado. Pero entendido en su contexto, lo que buscaba el documento era
desterrar la costumbre de algunas personas de la nobleza que querían que sus
restos fueran enterrados en algún santuario para su devoción, pero no impedir
la investigación científica.
¿La Iglesia opuesta a la
cirugía?
La
cirugía se practicó ininterrumpidamente tanto en la antigüedad como en la Edad
Media, sin que hubiera prohibición alguna, aunque era una cirugía muy externa,
hasta que en el siglo XVI se resolvieron algunos problemas de dolor y sepsia.
En
varios libros de historia de la ciencia y en varios artículos en internet sobre
el desarrollo de la medicina, se cita un supuesto documento del Concilio de Tours
(1163) donde aparentemente el catolicismo se opone a práctica de la medicina,
basado en el principio de que la Iglesia se opone al derramamiento de sangre (Ecclesia
abhorret a Sanguine). Pero lo cierto es que no existe tal principio, ni en los
documentos del Concilio de Tours, ni en ningún otro documento del Magisterio de
la Iglesia. Incluso se cita una supuesta encíclica de Inocencio III
con el título Ecclesia abhorret a Sanguine, pero no solo no hay ningún
documento con ese nombre, sino que tampoco en esa época se escribieron
encíclicas.
Lo
cierto es que esta expresión en latín aparece por primera vez en el siglo
XVIII, no en un texto católico, sino en la “Historia de la Ciencia” de François
Quesnay con la clara intención de desprestigiar a la Iglesia en plena
Ilustración francesa.
¿Prohibido vacunarse?
Otro
caso repetido es una cita atribuida al papa León XII (1829) que dice así:
“Quien se hace vacunar, deja de ser hijo de Dios. La viruela es un juicio de
Dios y por lo tanto la vacuna es una afrenta al cielo”. Muchos que usan esta
cita no examinan su autenticidad y se han hecho múltiples referencias a la
misma como auténtica. No es necesario imaginar las conclusiones que alguien
puede sacar si se toma en serio esta cita.
Pero
la verdad es que no solo no es cierta, sino que la postura de los papas fue la
contraria a lo que se piensa. El Papa León XII amparó con subsidios
la atención médica en Roma y el Papa Pío VII se ocupó de que los romanos fueran
vacunados, estableciendo un centro de vacunación en el hospital del Espíritu
Santo. De hecho, la práctica de la vacunación fue alabada por los teólogos
moralistas católicos y se practicó siempre con gran apoyo de la Iglesia en los
hospitales romanos.
BIBLIOGRAFÍA
Los
ejemplos resumidos en el artículo son ampliamente desarrollados por Ignacio
Sols y sobre la historia de la ciencia y su relación con la Iglesia puede
encontrarse un profundo desarrollo histórico en el amplio trabajo de J.M. Riaza
Morales.
López
Piñero, J. M. (2000). La Medicina en la Historia. Madrid: Alianza.
Riaza
Morales, J.M. (1999). La Iglesia en la Historia de la Ciencia.Madrid: BAC.
Sols,
I. “¿Se ha opuesto la Iglesia Católica a los avances de la Química, la Biología
y la Medicina?”, en AA.VV. (2014). 60 preguntas sobre ciencia y fe
respondidas por 26 profesores universitarios. Barcelona: Stella Maris.
Miguel
Pastorino
Fuente:
Aleteia