Un arca para el Señor
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
una hermana se me acercó y me dijo que había leído una cosa preciosa en un
libro. Me dijo que el libro trataba sobre el misterio de la Encarnación, visto
por los Santos Padres de la Iglesia. Estaba realmente emocionada, así que la
escuché con curiosidad.
Me
dijo que había un Padre que decía que la Virgen María es el Arca de la Nueva
Alianza. Admito que ese título lo he oído un millón de veces (en la letanía del
rosario, o sea, todos los días) y no entendía a qué venía tanta emoción.
Ella
se dio cuenta de mi reacción, pero no se rindió: estaba decidida a contagiarme
su entusiasmo.
-Pero,
Lety, ¿te has parado a pensar en esas palabras? ¡Arca de la Nueva Alianza!
La
Antigua Arca era de oro, con dos querubines... ¡y María es inmaculada, una obra
de arte del Señor, la Reina de los ángeles! ¿Y sabes qué es lo mejor? Que la
Antigua Arca contenía la Ley... La Nueva, contiene el Evangelio.
Esta
última frase se me quedó dentro. En la oración me asombraba de este misterio.
El Señor me trajo a la cabeza una antífona: “Bienaventurada eres, Virgen
María... pues llevaste en tu seno al que los cielos no pueden abarcar”.
El
Señor mismo diseñó su morada, hizo a María llena de gracia, la escogió por
Madre... y te la regaló.
Sí,
esa mujer tan extraordinaria te mira como hijo propio. Ella sabe qué es ser
discípula de Jesús. Conoce los momentos de máxima alegría, y sabe también del
dolor y el sufrimiento. Ella es la persona que más ha amado a Cristo en la
tierra... y Ella es la que puede enseñarnos a amarle en nuestra tierra.
Puedes
aprender de María, ¡pídele que te enseñe a acoger igual a Cristo! Como Ella, en
cada Eucaristía, tú también retienes “al que los cielos no pueden abarcar”.
Hoy
el reto del amor es mirar a María y rezarle una pequeña oración. Puede ser una
conocida, como el Ave María, o, si puedes, una espontánea, de corazón a
corazón. Pídele que haga también de tu alma un arca en la que acoger y cuidar
al Señor.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma