La ruta ignaciana pasa por
Manresa, en la que tuvo experiencias místicas
San
Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, es muy conocido en Euskadi y en Roma.
Pero uno de los lugares más emblemáticos de su vida transcurrió en la localidad
catalana de Manresa, que está potenciando ahora la Huella de San Ignacio con la
“Ruta Ignaciana”.
En
esta ciudad, no lejana del célebre monasterio benedictino de Montserrat,
también significativo en la vida del santo, Ignacio descubre su vocación
religiosa y se solidariza con la pobreza. Aquí también es dónde empieza a
escribir los Ejercicios Espirituales (1522).
Manresa,
ciudad cuna de la orden jesuita, también es el punto del Camino Ignaciano, la
ruta de Loyola hasta Manresa.
Manresa
organiza rutas ignacianas por la ciudad, llegando a uno de los lugares más
impresionantes, la famosa “Cueva”. Construida entre los siglos XVII y
XVIII, ahora es un santuario y casa de ejercicios.
Ignacio
de Loyola vivió en Manresa 11 meses, desde marzo de 1522 a febrero de 1523. Las
experiencias que vivió en esta ciudad le ayudaron a consolidar su trayectoria
espiritual, iniciada en Loyola, cuando decide abandonar la vida militar para
dedicarse a meditar.
Según
relata su autobiografía, Ignacio tuvo experiencias místicas y “raptos
espirituales” en Manresa, que fueron clave en la redacción de su obra más
influyente, un clásico de la literatura cristiana universal, sus “Ejercicios
Espirituales”.
Los
lugares ignacianos en Manresa incluyen la antecueva, con mosaicos, estucos y
vitrales muy ricos en decoración, que llevan a la Cueva. Preside el espacio el
retablo de Joan Grau, del siglo XVII, escultor barroco. También hay una serie
de medallones del artista Josep Sunyer.
La
Casa de Ejercicios es un colosal edificio neoclásico donde se acoge a todos los
pelegrinos del mundo que quieren hacer los Ejercicios Espirituales en el lugar
dónde se fraguaron. También hoy es una comunidad de jesuitas.
Pero
la ciudad de Manresa alberga algunos lugares desconocidos, como la “Capilla de
San Ignacio enfermo”. La familia Amigant acogió al santo en su casa en varias
ocasiones, y en esta capilla de la ciudad se conserva un óleo con la imagen de
la familia cuidado a san Ignacio cuando estuvo enfermo.
Otra
curiosidad es la llamada “Masía de los Marcetes”, casa donde el ahora santo
pedía limosna y donde dejó, antes de abandonar Manresa, un cilicio.
Cerca
está el Santuario de la Salud (Viladordis), un lugar donde Ignacio de Loyola
iba muchas noches a rezar.
Uno
de los lugares que se visitan en esta ruta ignaciana también es la “Ermita de
la Guía”, lugar por donde Ignacio llega a Manresa y donde tuvo una visión que
lo condujo a la cueva.
En
el año 2022 se cumplirán 500 años de la llegada de san Ignacio de Loyola a la
ciudad, motivo por el cual Manresa celebrará el Año Jubilar.
Miriam Díez Bosch
Fuente:
Aleteia
