Mirar desde abajo
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
unos días salí a la huerta, fui a dar un paseo y de repente me sentí... ¡enana!
Frente a mí se levantaban unas flores que me sacaban unas cuantas cabezas.
¡Nunca había visto nada igual! Me sentía diminuta a su lado.
Cada
día que paso descubro que siguen creciendo y aumentan en número. Cada vez que
las veo, levanto la cabeza, me pongo de puntillas. Y es que nos rebelamos
cuando nos sentimos "enanos", cuando nos creemos más bajitos que el
resto del mundo y buscamos soluciones que nos hagan parecer más: unos tacones,
un traje de corbata que dé tono de seriedad a nuestra apariencia, la barba o el
maquillaje que pone años en los jóvenes... queremos ser mayores, ser siempre
"más grandes".
Sin
embargo, desde abajo podía ver el origen del tallo de las flores, sus hojas y
flor... Desde arriba me perdería todo ese panorama que me ofrecen. Si miramos
desde arriba a las personas, ¿qué vemos? ¡Sólo el cogote! Podremos ver si
tienen más pelo o menos, pero nuestra altura nos impedirá ver su mirada, sentir
su corazón y ver hacia dónde se dirigen sus pasos.
Dios
se abajó, se hizo hombre para poder mirarnos, para poder sentir con nosotros.
No nos mira desde arriba, sino que ha caminado por nuestros caminos; ha sentido
tu dolor, tus dificultades y tu soledad, sabe de qué le hablas.
Si
te quitas los "tacones", la "corbata", no tendrás miedo de
mostrar tu debilidad, de pedir ayuda; descubrirás hermanos, rostros.
Hoy
el reto del amor es que mires desde abajo, que disfrutes siendo enano. Pide
ayuda a alguien en una cosa o sustituye lo que vas a buscar en Google por
preguntárselo al que tienes al lado. Viviendo desde el Amor, desde abajo
aumenta la panorámica, ¡disfruta de las flores que hoy te encontrarás, desde su
raíz hasta la flor!
VIVE
DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma