Revuelo imprevisto
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estaba
ayudando en la sacristía cuando apareció la tornera con un sofocón enorme:
-
¡Inéeeeees! ¡El sacerdote ya está aquí!
Era
un sacerdote que había pedido celebrar la Eucaristía en una capillita que
tenemos para estos casos.
-
¿¿Pero no venía al final de la mañana??
-
Pues le tengo en la puerta...
Con
un "¡Rápido, rápido, ayúdame!", Inés voló hacia los armarios.
-
El cáliz está ahí, coge las vinajeras -hablaba a toda velocidad- voy a poner el
mantel, recuerda buscar las preces, ¡ah, y prepara una forma grande!
Como
una exhalación salió de la sacristía. Un pensamiento cruzó por mi mente
haciéndome sonreír: ¡¡estábamos en Betania!!
¡Cuántas
veces vivirían esta escena Marta y María! ¿Te lo imaginas? De pronto, un
muchacho vendría corriendo por el camino: "¡El Maestro viene hacia
aquí!", y la casa entera se llenaría de revuelo: "¡Rápido, prepara
las frutas! ¡Corre, abre más las ventanas! ¿Dónde está el asiento que le gusta
a Jesús?" y posiblemente a Marta se le escaparía algún que otro
"¡¡Lázaro!! ¿Tú no sabes avisar?"...
Ya
en la oración, me di cuenta de una cosa: ¿por cuántos pueblos pasó el Señor?
¿Cuántos se prepararían a toda prisa para recibirle? ¿Para cuántos pasaría
desapercibido?
Cristo
ha querido bajar a nosotros, y se ha hecho tan pequeño, tan sencillo, ¡que
podemos incluso no darnos cuenta de su presencia! A lo largo del día, Cristo
pasa a tu lado en un hermano, en una ocasión para amar, en la puerta abierta de
una iglesia... puedes dejar que pase de largo, ¡o puedes acogerle! Te pondrá
"la casa patas arriba", ¡pero llenará de alegría tu corazón!
Hoy
el reto del amor es pedirle unos ojos nuevos al Señor para descubrir su
presencia. Te invito a que, si hoy encuentras una iglesia abierta, no te quedes
indiferente: ¡corre, el Señor está ahí! Deja que tu interior salte de gozo y,
después, estate atento a descubrirle a lo largo del día: si alguien te pide un
favor (aunque sea el momento menos adecuado), ¡corre, es el Señor! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma