En el 2002 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos declaró en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia que la devoción popular a los Santos Ángeles “es legítima y buena”
“La Iglesia confiesa su
fe en los Ángeles Custodios, venerándolos en la liturgia con una fiesta
especial, y recomendando el recurso a su protección con una oración frecuente”,
señaló una vez San Juan
Pablo II en una de sus catequesis sobre los
ángeles.
Aquí
8 razones para que nunca olvides a tu Ángel de la Guarda, cuya fiesta es el 2
de octubre.
1. Te acompaña desde la
concepción
Cada
ser humano desde el momento de su concepción tiene un Ángel de la Guarda. Dice
el Catecismo en
el numeral 336: “Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su
custodia y de su intercesión”. Asimismo, añade una frase de San Basilio Magno:
“Nadie podrá negar que cada fiel tiene a su lado un Ángel como protector y
pastor para conducir su vida”.
Con
estas afirmaciones se entiende que la misión del Ángel de la Guarda es la de
velar por cada uno, protegiéndonos de los peligros y alentando nuestra vida en
Cristo. Por ello San Juan María Vianney (el Cura de Ars) indicaba: “Qué feliz
es ese Ángel de la Guarda que acompaña al alma cuando va a Misa”.
2. Su existencia no es
un invento ni un cuento infantil, se fundamenta en la Biblia
La
existencia de los ángeles, una verdad de fe. En la Biblia, desde el Antiguo
Testamento hay numerosas citas que hablan de los ángeles que custodian, como en
Éxodo (23, 20-21): “Yo voy a enviar un Ángel delante de ti, para que te proteja
en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y
escucha su voz”.
De
igual manera en el Nuevo Testamento, Jesús dice (Mt. 18,10): “Cuídense de
despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles
en el cielo están
constantemente en presencia de mi Padre celestial”.
3. Son compañeros
cercanos de los Santos
Muchos
santos han dado testimonio de la inseparable relación que tuvieron con sus
Ángeles Custodios. Entre ellos tenemos a San Francisco de Sales, Santa Teresita
del Niño Jesús, San Pío de Pietrelcina, San Josemaría Escrivá, etc.
Se
dice que Santa Francisca Romana (1384-1440), patrona de los conductores, tuvo
la fortuna de ver a su Ángel de la Guarda, quien velaba por ella día y noche.
La santa lo describe así: “Era de una belleza increíble, con un cutis más
blanco que la nieve y un rubor que superaba el arrebol de las rosas”.
“Sus
ojos, siempre abiertos tornados hacia el cielo, el largo cabello ensortijado
tenía el color del oro bruñido. Su túnica llegaba al suelo y era de un blanco
algo azulado y, otras veces, con destellos rojizos. Era tal la irradiación
luminosa que emanaba de su rostro, que podía leer maitines en plena media
noche”.
4. Es tu protector en
los momentos difíciles
En
el siglo IV San Basilio Magno decía que "todo fiel tiene a su lado un
Ángel como protector y pastor, para llevarlo a la vida". Por su parte, San
Bernardo de Claraval enseñaba que los Ángeles Custodios son demostración de que
"el cielo no descuida nada que pueda ayudarnos", por lo cual pone
"a nuestro lado estos espíritus celestes para que nos protejan, nos
instruyan y nos guíen".
En
una ocasión San Juan Bosco narró que el día de la fiesta del Ángel de la
Guarda, recomendó a sus muchachos que en los momentos de peligro invocaran a su
Ángel Custodio. En aquella semana dos jóvenes obreros estaban en un andamio
altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y ambos se
vinieron abajo.
Uno
de ellos recordó el consejo del santo y exclamó: “¡Ángel de mi guarda!”.
Cayeron sin sentido y cuando sus compañeros fueron a verlos, encontraron que
uno había muerto, pero el que había invocado al Ángel Custodio recobró el
conocimiento y subió la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado.
Luego el muchacho contó que al invocar a su ángel sintió que le ponían por
debajo una sábana, que lo bajaban suavemente y que después de eso ya no
recordaba más.
5. Son poderosos
servidores de Dios
El
Catecismo en el numeral 329 especifica que “con todo su ser, los ángeles son
servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan ‘constantemente el rostro de
mi Padre que está en los cielos’ (Mt 18, 10), son ‘agentes de sus órdenes,
atentos a la voz de su palabra’ (Sal 103, 20).
San
Bernardo Abad en uno de sus sermones indicó que “ellos, los que nos guardan en
nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden
engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos?
Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la
sombra del Omnipotente”.
6. Son veloces cuando se
les llama
Santo
Tomás de Aquino detalló en la Summa Theologica que “la rapidez de movimiento
del ángel no se mide por la cantidad de su poder, sino de acuerdo con la
determinación de su voluntad”.
Los
ángeles no están obligados por un cuerpo material como nosotros, para que
puedan moverse muy rápido, a la velocidad de “pensamiento”. Si se le pide al
ángel Custodio que ayude a alguien más, este estará de vuelta inmediatamente.
7. La veneración a los
Ángeles Custodios es legítima
En
el 2002 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos declaró
en el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia que la devoción popular
a los Santos Ángeles “es legítima y buena”.
Sin
embargo, precisó, el fiel debe tener cuidado con algunos pensamiento erróneos,
como: “creer que el mundo y la vida están sometidos a una lucha incesante entre
Ángeles y demonios, en la cual el hombre resulta arrollado por poderes
superiores a él, ante los que no puede hacer nada; o interpretar de una manera
esquemática y simplista, casi infantil, algunas acontecimientos de su vida
atribuyendo al Maligno incluso las pequeñas contradicciones, y por el
contrario, al Ángel Custodio los éxitos y logros”.
También
hay que rechazar, señala, “el uso de dar a los Ángeles nombres particulares,
excepto Miguel, Gabriel y Rafael, que aparecen en la Escritura”.
8. Se les puede invocar
en todo momento y lugar
Se
les puede invocar en todo momento. Sin embargo, la tradición de la Iglesia
recomienda saludar e invocar al Ángel de la guarda durante el día,
especialmente con las siguientes oraciones:
Ángel
de Dios, que eres mi custodio, pues la bondad divina me ha encomendado a ti,
ilumíname, guárdame, defiéndeme y gobiérname. Amén.
Oración
II
Ángel
de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me
dejes solo que me perdería. Hasta que amanezca en los brazos de Jesús, José y
María Amén.
Fuente:
ACI