San Cipriano nos enseña a afrentar uno de los
mayores vicios de nuestro tiempo
Soy tan impaciente que, si la película
online no se carga rápido, ya empiezo a pensar que Dios me está castigando. Y
si una página web tarda en abrirse, cierro enfadado y sigo adelante.
Advertí que
ese problema también en mis relaciones personales. Es difícil esperar que otros
se decidan cuando yo creo que ya resolví el problema o sé qué tipo de pizza
debemos elegir, o pienso que sé cuál es la mejor manera de resolver un
conflicto. Odio esperar.
Una vez,
observé a mi abuelo separar, pacientemente y con cuidado, una bisagra vieja y
oxidada. La limpió durante una hora y volvió a utilizarla. Yo habría tirado
aquella cosa inmediatamente y habría comprado una nueva. Pero ha sabiduría en
su forma de actuar. La impaciencia es, quizás, el gran vicio de
nuestro tiempo. Manejamos rápidamente, comemos alimentos
cocinados a velocidad, y queremos que la iglesia sea rápida. Parece también que
somos rápidos en sacar conclusiones sobre las personas, queremos ganar dinero
rápidamente y nos producen impaciencia las personas que, de alguna forma, nos
retrasan.
San Cipriano,
cuya fiesta celebramos el 14 de septiembre, conoce mi dolor. En el norte de
África, en el siglo III, la paciencia era escasa. Los cristianos estaban siendo
perseguidos y la presión sobre ellos era muy grande. Durante este tiempo,
Cipriano se convirtió en obispo de Cartago. El pueblo de la ciudad lo amaba,
pero fue elegido contra la voluntad de otros obispos.
En esta
atmosfera de persecución y desconfianza, digamos que Cipriano dijo e hizo
algunas cosas de las que se arrepentiría más tarde. Pero él se negaba
obstinadamente a cambiar de opinión, hasta el punto de mostrar públicamente su
desacuerdo con el propio Papa.
Cipriano es
conocido, desde entonces, como un hombre con problemas de paciencia. Pero lo
reconoció e intentó cambiar su actitud. Trabajó duro en un libro titulado “La
ventaja de la paciencia”, en el que ofrece algunos consejos sobre
el asunto.
Cipriano
es venerado como mártir. Así que, tenemos la divertida situación en que un
hombre famoso por ser atormentado se convirtió en santo y se le conoce por
haber dado el mejor consejo sobre cómo remediar la impaciencia. Este es
realmente el caso de alguien que conoce el asunto a partir de una experiencia
íntima y de primera mano.
El consejo de
Cipriano es realmente muy sencillo. Para volvernos más pacientes, primero
tenemos que estar convencidos de cuántos beneficios nos produce la paciencia.
La vida está llena de obstáculos, y la paciencia es la clave para permanecer en
paz y felices cuando los afrontamos. Cipriano habla también de cómo el estrés
del trabajo, los problemas de salud y las personas nos pueden llevar a actuar
de forma precipitada.
Muchas veces,
reaccionamos rápidamente y acabamos perjudicando a las personas que amamos, o
tomamos decisiones mal consideradas, de las que más tarde nos arrepentimos. Él
aconseja que las grandes decisiones sean tomadas después de un largo tiempo.
El santo
también menciona cómo otros hábitos, como el autocontrol, la paz de espíritu,
la devoción a los seres queridos y a gentileza, están todos ligados al hecho de
tener paciencia. Es increíblemente útil tener en mente todos esos beneficios de
la paciencia cuando estamos luchando por ella. Al final, la recompensa es mucho
mejor que la gratificación inmediata de una acción precipitada.
¿Un último
consejo? Cipriano recomienda que recordemos en tiempo en el que los demás
fueron pacientes con nosotros y lo que eso significó para nosotros. Menciona
especialmente como Dios es paciente con nuestros errores, pero también podemos
tener en cuenta a los demás.
Como dice
Cipriano, “espérense unos a otros”.
MICHAEL RENNIER
Fuente:
Aleteia