“Solamente quien es guiado
por Dios – puntualizó el Santo Padre – tiene título y autoridad para ser
propuesto como guía de los demás…”
“Les
pido que tengan escrupulosamente ante sus ojos a Jesús y la misión que no era
suya sino del Padre, y ofrezcan a la gente cuanto Él ha sabido dar, es decir,
la posibilidad de encontrar personalmente a Dios, de escoger su Vía y de
progresar en su amor”, lo dijo el Papa Francisco a los participantes en el
Curso de Formación para nuevos Obispos, organizado por la Congregación para los
Obispos, en colaboración con la Congregación para las Iglesias Orientales, a
quienes recibió en Audiencia la mañana del segundo jueves de septiembre, en la
Sala Clementina del Vaticano.
En
su discurso, dirigido a los nuevos Obispos ordenados en el curso del año, el
Santo Padre agradeció a los responsables de los mencionados Dicasterios, “por
el generoso empeño” con el cual han organizado este evento. “Este año – señaló
el Pontífice – el programa de sus jornadas romanas ha tratado de penetrar en el
misterio del Episcopado mediante una de sus tareas centrales, es decir, el de
ofrecer a la grey en medio al cual el Espíritu Santo nos ha constituido como
custodios, el discernimiento espiritual y pastoral necesario para que este
llegue al conocimiento y a la realización de la voluntad de Dios, en la cual
reside toda plenitud”.
En
este sentido, el Obispo de Roma les ofreció algunas reflexiones sobre este tema
tan importante en nuestros días, paradójicamente marcados por un sentido de
autoreferencialidad, que proclama el fin del tiempo de los maestros mientras
que, en la soledad, el hombre concreto continúa pidiendo ayuda para afrontar
las dramáticas cuestiones de lo afligen. “Es precisamente mediante el auténtico
discernimiento – precisó el Papa – que Pablo presenta como uno de los dones del
Espíritu y Santo Tomás de Aquino llama ‘la virtud superior que juzga según
aquellos principios superiores’, que podemos responder a tal necesidad humana
hodierna”.
Primero: El Espíritu
Santo, protagonista de todo auténtico discernimiento
Recordando
el momento de sus consagraciones episcopales, el Papa Francisco dijo a los
nuevos Obispos que la Iglesia ha invocado sobre ellos el “Pneuma hegemonikon”,
es decir, el Espíritu que guía y gobierna, la potencia que el Padre ha dado al
Hijo y que Ellos han transmitido a los santos Apóstoles. “Solamente quien es
guiado por Dios – puntualizó el Santo Padre – tiene título y autoridad para ser
propuesto como guía de los demás. Puede enseñar y hacer crecer en el
discernimiento sólo quien tiene cercanía con este maestro interior quien, como
una brújula, ofrece los criterios para distinguir, para sí y para los demás,
los tiempos de Dios y de su gracia”.
Por
ello, afirmó el Papa Francisco, el Obispo no puede dar por presupuesto el
poseer un don tan alto y trascendente, como si fuera un derecho adquirido, sin
declinar en un ministerio sin fecundidad.
“Por
lo tanto – precisó el Pontífice – es imperativo regresar continuamente en la
oración a Gabaón, para recordar al Señor que ante Él somos perennes jóvenes,
que no saben cómo guiarse y para implorar no largos días, ni riquezas, ni la
vida de los enemigos, sino sólo el discernimiento en el juzgar en medio a su
pueblo”.
“El
discernimiento por lo tanto – afirmó el Papa – nace en el corazón y en la mente
del Obispo a través de su oración, cuando pone en contacto a las personas y a
las situaciones a él confiadas con la Palabra divina pronunciada por el
Espíritu. Es en esta intimidad que el Pastor madura la libertad interior que lo
hace fuerte en sus elecciones y en sus comportamientos, sea personales que
eclesiales. Sólo en el silencio de la oración se puede aprender la voz de Dios,
percibir las señales de su lenguaje, acceder a su verdad, que es una luz
distinta, que no está sobre la inteligencia como el aceite que se sobrepone al
agua, porque sólo quien conoce la verdad conoce esta luz”.
Segundo: El discernimiento
es un don del Espíritu a la Iglesia, al cual se responde con la escucha
Desarrollando
el segundo punto de su meditación, el Papa Francisco señaló que el discernimiento
es una gracia del Espíritu al santo pueblo fiel de Dios, que lo constituye
pueblo profético, dotado del sentido de la fe y de ese instinto espiritual que
lo hace capaz de sentir cum Ecclesia. “El discernimiento del Obispo – precisó
el Pontífice – es siempre una acción comunitaria, que no prescinde de la
riqueza del parecer de sus presbíteros y diáconos, del Pueblo de Dios y de
todos aquellos que pueden ofrecerle un aporte útil, también a través de ayudas
concretas y no solamente formales”.
Por
lo tanto, dijo el Santo Padre, los invito a cultivar una actitud de escucha,
creciendo en la libertad de renunciar al proprio punto de vista, para asumir
aquel de Dios. Sin dejarse condicionar por la mirada de los demás. “La misión
que les espera – agregó el Papa – no es llevar ideas y proyectos propios, ni
soluciones abstractamente ideadas por quien considera la Iglesia como un huerto
de su casa, sino humildemente, sin protagonismos o narcisismos, ofrecer su
concreto testimonio de unión con Dios, sirviendo al Evangelio que debe ser
cultivado y ayudado a crecer en esta situación específica.
Por
lo tanto, discernir significa – subrayó el Pontífice – humildad y obediencia.
Humildad respecto a los propios proyectos. Obediencia respecto al Evangelio,
criterio último; al Magisterio, que lo custodia; a las normas de la Iglesia
universal, que lo sirven; y a las situaciones concretas de las personas, para
las cuales no se quiere otra cosa que sacar del tesoro de la Iglesia cuanto es
fecundo para su salvación”.
Tercero: Llamados a crecer
en el discernimiento
Finalmente,
en el tercer punto de su meditación el Papa Francisco señaló que los Obispos
deben esforzarse en el crecimiento de un discernimiento encarnado e inclusivo,
que dialogue con la conciencia de los fieles que debe ser formado y no
sustituido. “Por eso – señaló el Papa – el auténtico discernimiento, si bien es
definitivo en cada paso, es un proceso siempre abierto y necesario, que puede
ser completado y enriquecido… El Pastor está llamado a hacer disponible a la
grey la gracia del Espíritu, que sabe penetrar en los pliegues de la realidad y
tener presente sus tonalidades para hacer emerger cuanto Dios quiere realizar
en cada momento”.
Renato
Martínez
Radio
Vaticano
