“Yo quiero llegar al extremo de decir que un católico no se puede plegar a las políticas excluyentes y mucho menos a la voraz corruptela que existe en el país, ni levantar su mano para golpear la dignidad de cualquier persona”
La
crisis en Venezuela se agrava según pasan los días y los obispos del país alzan
la voz, junto al Vaticano, para exigir una solución inmediata, y denuncian que
hubo fraude en las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente promovida
por el Presidente Nicolás Maduro.
Mons.
José Luis Azuaje Ayala, Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de
Venezuela, Obispo de Barinas y Presidente Regional de Cáritas América Latina y
el Caribe, aseguró en declaraciones a ACI Prensa que “tenemos una gran preocupación
por la complejidad del momento”, pero sobre todo “por la degradación moral que se ha hecho
presente en el país”.
“El
gran número de asesinatos que según la fiscalía nacional son 121, de los cuales
el 25% han sido asesinados por manos de organismos de seguridad del Estado y
40% por grupos de civiles armados afectos al régimen, con más de 1.500 heridos,
con miles de detenidos, en poco más de tres meses, nos dan un cuadro dantesco
que a cualquier persona o institución inquieta por estar en juego la vida de los ciudadanos”, aseguró.
Esto
se une al desabastecimiento de productos básicos como alimentos y medicinas, lo
que “es el resultado de las nefastas políticas gubernamentales, de la
improvisación, de querer instaurar un socialismo sin asidero humanista, sino
generando una permanente conflictividad plagada de corrupción y violencia”.
Mons.
Azuaje Ayala afirmó que todos los obispos del país “mantenemos la esperanza que
todo proceso histórico tiene un inicio y un fin” y “esto que nos sucede no es
eterno, pero destruye a medida que avanza el tiempo”. Y esto a pesar de que
“cada día se siente una mayor represión del gobierno a través de distintos
organismos del estado o afectos al mismo por temor al pueblo organizado, y se
va configurando la anarquía en la realidad nacional, es decir, el gobierno ha
perdido su legitimidad y autoridad”.
Asamblea Constituyente y
coacciones
El
Prelado, al igual que gran parte de la comunidad internacional, se muestra
convencido del fraude en el proceso electoral a la Constituyente con la que
Maduro pretende perpetuarse en el poder. Sobre la confirmación de Smartmatic
–empresa encargada del sistema de votación electrónico– de que hubo
manipulación, el Prelado asegura que “no nos ha sorprendido”.
“El
domingo 30 pudimos ver con nuestros ojos la poca participación de la gente en
las elecciones. De esta forma se hizo una auditoría directa, informal, pero
vivencial”. “Antes de las seis de la tarde, que era la hora oficial del cierre
de las mesas, enviaron a hablar a una de las rectoras del Consejo nacional
electoral (CNE) para que anunciara que por permanecer una inmensa cantidad de
personas aún en las filas de votantes, se extendía la votación una hora más. Yo
me asomé a la escuela que está cercana de la Curia diocesana donde había varias
mesas electorales y parecía un desierto. Pretendían hacer creer que a esa
hora había electores. Cosa más falsa. Era como el anuncio oficial del
fraude".
Pero
además reveló que “antes y durante el proceso electoral a la Constituyente,
muchas personas fueron coaccionadas y amenazadas para que asistieran a votar”.
“Hay relatos de personas que son católicas, forman parte de nuestras parroquias
y casi confiesan eso como si hubiera sido un pecado que no tuviera perdón, se
sienten humilladas porque se les coartó la libertad, porque fueron amenazadas
que perderían sus empleos o los beneficios recibidos en las misiones (programas
sociales) del gobierno”. En definitiva, señaló que “es algo vergonzoso lo
ocurrido”.
Diálogo con el Vaticano
El
representante de la Conferencia Episcopal también abordó el proceso de diálogo
que hubo en Venezuela entre el Gobierno y la oposición y donde el Vaticano
participó como facilitador.
Denunció
que lo que hubo al final fue “un diálogo fingido por parte del gobierno sin
ningún resultado”. “Cada vez que este gobierno se ha visto en desventaja, ha
pedido dialogar; pero siempre es el mismo guión: el diálogo es usado para ganar
tiempo y avanzar en el proyecto hegemónico de totalitarismo y mayor poder de
dominación”.
“La Santa Sede ha
estado siempre pendiente de lo que sucede en el país. Tanto el Papa Francisco
como el Secretario de Estado, Cardenal Parolin, están bien informados de la
problemática del país. Siempre han tenido la disposición de mediar, y eso se lo
agradecemos. Pero las experiencias enseñan. El diálogo fallido del mes de
octubre a diciembre ha enseñado que con gobiernos como éste se debe tener algo
más que la buena voluntad”, afirmó categórico.
Además,
explicó que el Vaticano “le ha recordado al Gobierno que para volver a sentarse
en la mesa común se debe cumplir lo acordado en el mes de octubre del año
pasado y recordado por el Cardenal Parolin en la carta dirigida al presidente
Maduro el primero de diciembre del 2016”.
Esto
es “diseñar el calendario electoral, la liberación de los presos políticos, la
apertura de un canal humanitario para dejar entrar alimentos y medicinas al
país, y devolverle las atribuciones a la Asamblea Nacional”.
En
su opinión, la solución real pasa por un “cambio total de gobierno a través de
elecciones generales”, comenzando quizás con un “posible gobierno nacional de
transición”.
Sin
embargo, señaló que “no podemos olvidar la justicia” porque “ha habido mucha
corrupción y violencia” y “los responsables de esto no pueden quedar sin ser
investigados”.
Pero,
¿cómo actúa un cristiano ante este drama? “Un católico en las circunstancias en
que vivimos debe ser un permanente promotor del bien común, la solidaridad y la
justicia”, respondió. “No es tiempo de adornos, sino de ir a lo esencial, a lo
que da un sentido a la vida”.
“Sabemos
que nada será fácil cuando se trabaja por el bien de la comunidad, pero los
cristianos tenemos un valor fundamental que es la fuerza del Espíritu Santo que
no sólo nos anima, sino que nos ilumina en el caminar en medio de cizaña. Nos
propone retos, pero nos da su fuerza”, afirmó.
Además,
manifestó que “yo quiero llegar al extremo de decir que un católico no se puede
plegar a las políticas excluyentes y mucho menos a la voraz corruptela que
existe en el país, ni levantar su mano para golpear la dignidad de cualquier
persona”.
“Un
católico comprometido debe exigir justicia y trabajar por el pueblo con el
único interés de desarrollar procesos que lleven a un mayor desarrollo humano
integral”, expresó.
Por
Álvaro de Juana
Fuente:
ACI