Dos sencillos pasos
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Nuestro
monasterio es un edificio enorme y, claro, para poder tenerlo todo limpio, cada
monja tiene asignadas unas zonas que se ocupa de mantener.
Nosotras,
además de cuidar todo el Noviciado, tenemos también los locutorios de abajo.
Como
es un espacio medianamente grande y de bastante tránsito, una trata de
investigar cómo limpiarlo eficazmente. El último paso (que es pasar la fregona)
solía ser eterno, porque en seguida el agua quedaba completamente oscura, y la
fregona, más que limpiar, ensuciaba, de modo que no podías seguir, sino que
necesitabas ir a cambiar el agua, limpiar la fregona... y después volver y
seguir por donde te habías quedado. Y esto más de una vez.
Sin
embargo, últimamente estoy haciendo una prueba y funciona genial. En lugar de
llenar un cubo de agua, lleno dos cubos. De manera que voy con los dos cubos, y
cada poco meto la fregona en uno y la limpio, y después la meto en el otro y
con ese agua puedo seguir fregando. De esta manera consigues tener siempre un
agua limpia para poder fregarlo todo.
Mientras
fregaba el suelo, me daba cuenta de que esto es lo que el Señor ha querido para
nosotros. Estos dos cubos son la oración y la acción. El primero es la oración,
donde acudimos a saciar nuestro corazón, a dejarnos amar por Él. Y tal es así,
que nunca salimos de la oración como hemos entrado, sino que allí se da una
transformación en nosotros: Él nos cura, nos sana, nos enseña a amar. Y el
segundo cubo es la acción, la entrega, el amor que el Señor te invita a llevar
a cada una de las personas que hoy se cruzarán contigo.
Él
ha llenado los dos cubos de su Agua Viva, pero el uno sin el otro queda cojo,
no da para mucho.
Hoy
el reto del amor es parar 10 minutos con el Señor y dejar en Él todo lo que te
impide seguir amando. Antes de volver a intentar acercarte a esa persona
necesitas refrescar tu corazón en Cristo, dejarte amar por Él. Y después, Él te
dará la fuerza para que puedas amar desinteresadamente.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma