Y por qué no todas las
iglesias católicas los tienen
En
los Estados Unidos, al igual que en otros lugares, consideramos que los bancos
son una parte básica y necesaria de toda iglesia católica. Sin embargo, estos
bancos son más bien una invención reciente y, curiosamente, ni siquiera tienen
su origen en el catolicismo.
Durante
gran parte de la historia de la Iglesia, los fieles permanecían de pie durante
la celebración de la misa. Existían unos cuantos bancos para que se sentaran
los ancianos, pero en general la nave de la iglesia carecía por completo de
lugares para sentarse.
Era
una cuestión práctica, sobre todo cuando la posición común de los legos era
arrodillada. Además, en las iglesias medievales por lo general se colocaba el
púlpito en mitad de la iglesia, separado del santuario, lo cual implicaba que los
fieles tenían que caminar hasta el púlpito para escuchar la muy breve homilía
del sacerdote.
Había
tanto movimiento durante la misa que nadie, ni siquiera el cura, tenía
oportunidad de sentarse.
Los
bancos, básicamente, no existieron hasta la Reforma protestante. En la mayoría
de las iglesias protestantes, el énfasis durante los servicios de culto estaba
no en los múltiples movimientos litúrgicos, sino en el sermón que daba un
predicador. La interpretación de la Biblia por el pastor local era el eje de las
liturgias protestantes y suponía largos discursos desde el púlpito.
Con
el tiempo, los bancos se fueron introduciendo gradualmente y se hicieron
especialmente populares en las iglesias inglesas. Debido a la naturaleza
costosa de los bancos, individuos y familias solían adquirirlos por su cuenta y
guardarlas con su vida. En algunos casos llegaban incluso a construir “cajas
para bancos” para protegerlos, bloqueándolos de modo que nadie más las usara.
Por desgracia, surgieron varias batallas legales por los bancos, ya que los
individuos consideraban sus asientos como propiedad personal.
Más
adelante, cuando las iglesias pudieron permitirse la instalación de bancos,
seguían dependiendo de los feligreses para obtener ingresos adicionales y
empezaron a “alquilar” los bancos. Esta práctica llegó a Estados Unidos desde
Inglaterra y fue adoptada por la Iglesia católica. El alquiler de bancos era
muy común en las iglesias católicas e incluso fue autorizado por el Tercer
Concilio de Baltimore como una forma de recaudar fondos.
Los
católicos, principalmente en Inglaterra y Estados Unidos, introdujeron los
bancos en sus iglesias después de que los protestantes empezaran a usarlas. Las
homilías empezaron a alargarse en las iglesias católicas, así que sentarse
comenzó a ser más habitual durante varias partes de la misa.
Al
mismo tiempo, los cristianos bizantinos y ortodoxos no adoptaron de inmediato
los bancos. A día de hoy, la mayoría de las iglesias orientales no tienen
bancos y defienden firmemente su elección. Una publicación ortodoxa explica
las razones espirituales por las que se niegan a tener bancos en sus iglesias.
Las
bancos enseñan a los laicos a permanecer en su lugar, que es el de observar
pasivamente lo que sucede delante, donde el clero realiza la Liturgia en su
representación. Los bancos predican y enseñan que la religión y la
espiritualidad son trabajo del sacerdote, a quien pagamos un salario para que
sea religioso por nosotros, ya que es demasiado esfuerzo y demasiada dificultad
para el resto de nosotros el ser espirituales en el mundo real de la
Norteamérica moderna. Los bancos sirven al mismo propósito que los asientos en
los teatros y las tribunas en los estadios; nos sentamos en ellas (…) para ver
actuar a los profesionales: el credo y los monaguillos profesionalmente
formados para nuestro entretenimiento.
Los
bancos son una invención reciente en la historia de la Iglesia y son una
tradición adoptada de la Reforma protestante para aliviar a los fieles de la
necesidad de permanecer de pie durante una homilía. En muchos casos es una
invención bien recibida por los feligreses, en especial para las homilías más
largas. Sí, es una invención que no aceptan todos los cristianos y el uso de
los bancos sigue siendo objeto de debate en ciertas iglesias.
Philip Kosloski
Fuente:
Aleteia