Soy la
esposa de un mártir, nunca estaré triste: la fe y la serenidad de Miriam
impresionan e interpelan.
El
15 de febrero de 2015, una filial de Estado Islámico en Libia difundió la
decapitación de 21 cristianos coptos egipcios a quienes había secuestrado.
Como
declaró el obispo copto católico de Giuzeh, Anba Antonios Aziz Mina, tras ver
las imágenes (toda una producción propagandística de los terroristas), "en
ese producto diabólico de horror sangriento se puede ver que algunos de los
mártires, en el momento de su bárbara ejecución, repiten: 'Señor Jesucristo'.
El
nombre de Jesús ha sido la última palabra surgida de sus labios. Al igual que
en la pasión de los primeros mártires, se han confiado en las manos de aquel
que poco después los iba a recibir. Y así han celebrado su victoria, la
victoria que ningún asesino les podrá arrebatar. Ese nombre susurrado en el último
momento es como el sello de su martirio".
Como
mártires están considerados. El Patriarcado Ortodoxo Copto de Alejandría
difundió sus nombres, y a los pocos meses empezó a construirse una iglesia en
su homenaje en la localidad de El-Awar, en la zona de donde eran originarios la
mayoría.
Entre
los mártires se encontraba el joven Sameh Salah Faruk, cuya viuda, Mariam,
meses después dio un impresionante testimonio de fe que habla por sí solo:
El
vídeo está tomado del Christianisez Vous y subtitulado por ReL sobre el texto
francés, una vez comprobada la exactitud de la traducción francesa sobre el
original árabe.
He
aquí, transcrito, el testimonio de Mariam, a modo de interpelante reflexión para
los cristianos que viven donde ser cristianos no cuesta nada o cuesta mucho
menos que la tortura y la decapitación:
"Soy
Mariam, la esposa de Sameh Salah. Doy gracias a Dios. No estoy triste en
absoluto, porque mi marido murió como un mártir, no fue un accidente. Doy
gracias a Dios Nuestro Señor por proteger a mi hija.
»Doy
gracias a Dios porque, desde que nos casamos, Sameh tenía la costumbre de
hablarme de Dios, de los milagros. Amo a Dios gracias a él. No volver a verle
será difícil, y seguirá siendo duro hasta el final de mi vida, pero no estoy
triste.
»Estamos
orgullosos de nuestra religión. Como cristianos, lo que ha pasado nos ha hecho
sentirnos orgullosos de nuestra religión. Nuestro Señor Jesucristo fue
crucificado, flagelado y torturado por nosotros. ¡Así que nosotros podemos
resistir eso! ¡Bien podemos nosotros verter unas gotas de nuestra sangre por
Él! Podemos hacerlo y podemos resistir.
»Es
nuestra responsabilidad como cristianos conservar nuestra fe. Y esperamos morir
como ellos. No es la muerte, es el martirio.
»Fueron
torturados. Dios reforzó su fe porque ellos lo necesitaban en ese preciso
momento. Resistieron como leones. Dios quería que estuviesen con Él en el
cielo.
»No
estoy triste y no lo estaré jamás. Soy la esposa de un mártir. No merezco estar
triste. Dios no abandona jamás a nadie. Nosotros, como cristianos, somos muy
fuertes, no hemos sido aniquilados. Que estemos en nuestras casas no quiere
decir que estemos tristes. Estamos orgullosos de ellos. Soy la esposa de un
mártir, y no lo merezco".
Tras
estas palabras, le pregunta el entrevistador: "¿Qué le diría usted a la
gente que hizo eso?".
"Dios
les juzgará", responde Mariam.
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