SU ACTITUD ANTE LA LEUCEMIA TRANSFORMÓ A ESTE JOVEN CATÓLICO EN UN ICONO DE SOLIDARIDAD

El joven solía afirmar que “la leucemia me está enseñando más de lo que me ha quitado”, “la muerte forma parte de la vida, por lo que no hay que temerla sino amarla”

El sábado 25 de febrero falleció en España el joven católico Pablo Ráez, que con solo 21 años de edad logró convertir su dura lucha contra la leucemia en un camino para multiplicar por mil las donaciones de médula ósea que permiten hacerle frente a esta grave enfermedad.

Ráez era natural de Marbella, en Málaga, y desde que enfermó de leucemia se dedicó a compartir su lucha cotidiana y su actitud positiva con sus más de 300 mil seguidores en Facebook.

Estas ganas de vivir, acompañado siempre por la fe, la resumía en la frase “mucha fuerza”, que usaba en las redes sociales y los medios para ayudar a que las donaciones de médula ósea aumentaran en el país.

Una petición en Internet para nombrar una calle en su honor, que ya lleva más de 100 mil firmas, señala que “Pablo aumentó las donaciones de médula ósea en Málaga un 1.300% en el año 2016, con un total de 11.201 donantes nuevos”.

El funeral del joven se celebró en la parroquia de la Encarnación de Marbella a donde acudieron unas mil personas para darle el último adiós.

La Misa fue presidida por el sacerdote P. José López Solórzano, párroco de la iglesia, padrino de Pablo y amigo personal del joven. Según señala Diario Sur, el presbítero dijo visiblemente emocionado: “yo no sé enterrar a Pablo, lo que quiero es llorar con vosotros”.

En la homilía, el sacerdote recordó que el joven “creció en un clima de sencillez; de esa sencillez brotan las grandezas”.

Al recordar la campaña que alentó durante los dos años que sufrió la leucemia, el P. López dijo que Pablo “hizo lo que tenía que hacer, ha dejado su huella en este mundo”.

El joven solía afirmar que “la leucemia me está enseñando más de lo que me ha quitado”, “la muerte forma parte de la vida, por lo que no hay que temerla sino amarla”.

En un reportaje filmado hace un tiempo, el sacerdote refería que “cuando oigo que Pablo le da gracias a la leucemia, me estremezco porque dice que gracias a ella ha descubierto muchas cosas y las ha integrado en su vida. Muchas veces nos suceden cosas que pasan en nuestra vida y ya está, pero Pablo aprende cada día de lo que le va ocurre”.

El P. López contaba además que conoció a Pablo cuando llegó a los 14 años a la iglesia de la Encarnación, pidiendo recibir los sacramentos del Bautismo y la Primera Comunión.

“Le dije que era una decisión suya personal. Así comenzó un proceso de formación que culminó con un Bautismo, Confirmación y la Primera Comunión”, recuerda el sacerdote.

En el mismo reportaje Pablo comenta su amistad con el párroco. “Es mi padrino pero sobre todo es mi amigo. Es un gran amigo para mí y ha estado muy presente en mi enfermedad, realmente es de las personas que más cercanas ha estado y siempre, siempre, siempre que ha podido ha estado ahí para verme”.

Uno de los días más difíciles de su vida, narraba Pablo Ráez, fue aquel en que “me estaban trasplantando tenía muchísimo miedo y él (el P. José López) apareció por el hospital. Cuando lo vi lloré muchísimo y después supe que me iba a recuperar y que me iba a ir bien. Además de toda la gente que estuvo rezando por mí, eso me llegó e hizo que me recuperara”.

El joven que se convirtió en un icono de la lucha contra la leucemia iba a ser condecorado con la Medalla de la ciudad el martes 28 de febrero, día de Andalucía, donde se encuentra la ciudad de Marbella.

El alcalde de la localidad, José Bernal, había dicho que ese día “la ciudad se volcará para recordar la figura de un luchador que ha sido un ejemplo de fortaleza y de superación y que es un orgullo para todos los vecinos de Marbella”.

Pablo Ráez participaba como monaguillo en la iglesia de la Encarnación. El día del funeral fueron sus amigos de la parroquia quienes sacaron el féretro de la iglesia en hombros y visiblemente emocionados.

La petición en Internet que pide nombrar una calle en honor del joven, lo recuerda como un “valiente luchador que ha salvado muchas vidas. Recordarle para la posteridad es un acto de justicia, como el suyo fue un inmenso acto de coraje, de solidaridad y de amor”.

Por Blanca Ruiz


Fuente: ACI Prensa