Un gesto de adoración y de
penitencia que pide una cierta humildad
Rezar
de rodillas, es el cuerpo el que se prosterna y el corazón el que se abandona.
Esta actitud de oración, muy apropiada para el tiempo de Cuaresma, expresa la
sumisión a Dios, la obediencia a su voluntad, la adoración, la humildad y la
penitencia. Es la actitud de fe por excelencia.
Charles
de Foucauld se arrodilló antes de confesarse y de reencontrar la fe. Cuántas
meditaciones han sido escritas después de haber adorado de rodillas el
Santísimo Sacramento…
Adoración y humildad
Rezar
de rodillas, como toda actitud corporal, no es algo neutro. Es un gesto de
adoración y de penitencia que pide una cierta humildad. La humildad es esa
actitud fundamental en la oración en la que aceptamos nuestra condición de
criatura situándonos ante Dios y esperándolo todo de Él.
Así
nos hacemos más libres, porque estamos en la verdad de nuestra finitud humana.
Reconocemos que Dios lo es todo para nosotros y que no somos nada sin su amor
misericordioso. Estar de rodillas, cerca del suelo, favorece esta actitud
de humildad (humus) y de interioridad, tan esencial para la adoración.
Adorar, proskynein en
griego, evoca el gesto de arrodillarse y prosternarse. Hincar las rodillas ante
Dios es reconocer humildemente que lo esperamos todo de Él. Es la oración del
profeta Daniel: “Continuó arrodillándose tres veces al día, orando y dando
gracias delante de su Dios” (Dn 6, 11).
Jacques Gautier
Fuente
Aleteia