El dolor del conocimiento
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿Recuerdas
que este verano comenzamos en la Universidad de Teología a distancia? Pues...
¡acabamos de terminar los exámenes del primer curso! ¡No te puedes imaginar qué
alegría! (Aprovecho la ocasión para pedir oraciones por profesores y tutores...
No es que queramos aprobar [que también], es que no tenemos tiempo para
repetir...).
Con
la tensión de que lográbamos acabar, más que escribir, el último examen lo
esculpí. Apreté tanto el bolígrafo, ¡que se puede leer por ambas caras! Claro,
luego imagina el dolor de muñeca, brazo, ¡y hasta el costado!
Hay
veces en que los proyectos o trabajos nos ilusionan tanto, que nos volcamos con
todas nuestras fuerzas en ellos, hasta el punto de, incluso, "dejarnos el
pellejo". Y es verdad que el Señor nos pide que nos entreguemos con
ilusión en nuestras tareas, pero, sobre todo, nos pide que pongamos amor.
¿Has
mirado a tu alrededor? ¿Aquello en lo que te vuelcas es lo realmente importante
y necesita tanto? Tal vez, de tanta fuerza que estás dejando en ello, estás
haciendo sin darte cuenta un examen "esculpido" en vez de escrito. Y
puede ser que sólo obtengas unas buenas agujetas, sin haber descubierto que las
personas que tienes a tu alrededor tienen otros sueños, otra forma de ver las
cosas... y también ellos te necesitan.
Hoy
el reto del amor es reservar unos minutos para tu familia. Por un rato, aparta
las obligaciones, la ropa sin planchar o ese asunto tan urgente, y siéntate a
cenar con tus hijos, a hablar con tu pareja, a llamar a ese hermano... pídele a
Cristo poder estar ese momento al cien por cien con ellos, con toda tu alma:
¡que sientan que ellos son lo realmente importante para ti, que les dedicas
toda tu fuerza y atención! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma