Con estos consejos no
pretendo imponerte mi idea sino mostrarte qué es lo que enseña la Iglesia,
quien es increíblemente sabia… ¡muchísimo más que nosotros!
Hace
algunos años pertenecí a un coro, pero por algunas cuestiones lo tuve que dejar
y dedicarme a otras cosas en el campo de la evangelización. Sin embargo, he
seguido formándome y es por ello que me gustaría compartir contigo algunos
puntos para reflexionar y brindar un mejor servicio al Señor. El coro en
la Misa es
muy importante, pero lo es también conocer el sentido de ésta y participar
bien.
Debes
saber que para estar en un coro no solo es importante cantar bonito, también es
necesaria la formación litúrgica. La
Misa tiene su forma y secuencia y la Iglesia, además de madre, también
es sabia maestra pues tiene casi dos mil años guiándonos hacia el camino
correcto para nuestra santificación. La Iglesia es quien enseña de qué forma se
debe llevar a cabo un acto litúrgico. Te comparto aquí algunos puntos que a
veces se nos pasan a quienes forman (o formamos en algún momento) parte de un
coro parroquial.
1. La Misa lleva su propio
tiempo, no el nuestro
La
Instrucción General del Misal Romano nos dice en su número 37 que hay cantos
que son en sí mismos ritos, como por ejemplo el “Gloria”, el salmo
responsorial, el “Aleluya”, el “Santo” y algunos otros. También este mismo
número explica que hay cantos que acompañan un rito, como lo son el canto de
entrada, de la presentación de las ofrendas y el de comunión. El coro debe
respetar estos tiempos y no extender los cantos más de lo necesario.
El
canto de entrada, por ejemplo, tiene la función de acompañar la procesión de
entrada de los ministros (Cf. IGMR, 47). Entonces pues, debe extenderse lo que
dura la procesión de los ministros y la incensación del altar (cuando la hay).
Una vez terminado este rito, el canto de entrada debe concluir, evitando añadir
estrofas innecesarias.
Otro
ejemplo es el canto de comunión: debe durar lo que dura la distribución de la
comunión a los fieles, no debe prolongarse hasta la purificación de los vasos
sagrados.
2. No todo canto es
litúrgico
Hay
cantos sumamente bonitos y que suenan muy ad hoc a la situación o
incluso al Evangelio, sin embargo nuestra tarea como coro es la de investigar
si lo que cantamos es apropiado para la liturgia. La Iglesia nos da una
pauta para discernir esto en el documento titulado Musicam Sacram en
el número 4 y dice:
“Se
entiende por música sagrada aquella que, creada para la celebración del culto
divino, posee las cualidades de santidad y de perfección de formas, de aquí
podemos inferir que para que un canto sea apropiado para la liturgia debe haber
sido escrito en música y letra para la celebración” (MS, 4).
Entonces
debemos evitar cantos que, aun siendo católicos, no hayan tenido esta finalidad
e intención a la hora de ser creados, y cantos de otras denominaciones del
cristianismo. No te desanimes, hay infinidad de cantos al alcance de todos que
pueden ir supliendo los no litúrgicos que tienes en tu repertorio.
3. El canto debe ser fiel
al texto que presenta
No
porque un canto diga “Gloria a Dios”, o “Aleluya”, o “Cordero de Dios”
significa que se puede usar en la Santa Misa. El canto debe ser fiel al texto
que presenta, por ejemplo:
“Gloria
a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu
inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos
gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único,
Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el
pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten
piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo,
Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre, Amén”.
Nosotros
no podemos modificar oraciones antiquísimas de la Iglesia para que el canto
suene mejor o más bonito (cfr. Sacrosanctum Concilium, 121).
Repito: no te desanimes si algún canto en tu repertorio no es fiel al texto
original de la oración, busca suplirlo con alguno que sí lo sea.
4. No existe canto para el
rito de la paz
En
agosto del 2014 la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los
Sacramentos expidió un documento titulado El Significado Correcto del Rito
de la Paz en donde se pide expresamente en el sexto punto: “De todos
modos, será necesario que en el momento de darse la paz se eviten algunos
abusos tales como: La introducción de un “canto para la paz”, inexistente en el
Rito romano” porque el rito de la paz debe ser un momento breve que no
distraiga a la asamblea de quien es importante y en ese momento se encuentra en
el altar.
5. El Cordero de Dios comienza
cuando el sacerdote fracciona el pan
Este
canto no acompaña la paz, este canto acompaña la fracción del pan. La IGMR
nos dice en el número 83: “La invocación acompaña la fracción del pan, por lo
que puede repetirse cuantas veces sea necesario hasta cuando haya terminado el
rito. La última vez se concluye con las palabras danos la paz”.
6. No basta solo con que
nuestro cuerpo esté presente
A
veces a quienes pertenecemos a un ministerio de música o coro parroquial se
nos olvida que también participamos en la Eucaristía. No por estar atrás
del templo o al lado nos podemos distraer o hacer otras cosas, pues el milagro
de amor más grande ocurre frente a nosotros. Además, si es domingo el precepto
es “oír Misa entera todos los domingos”, no solamente estar presente. Participa
no solo cantando sino también oyendo a Dios en el Evangelio y la homilía, si ya
has logrado esto ayuda a otros a que también lo hagan.
7. Somos servidores de la
Iglesia, no estrellas
De
seguro esto ya lo sabes, pero creo necesario y prudente mencionarlo. El
servicio que presta el coro debe llevarse a cabo con humildad, pues no estamos
ahí porque somos los mejores ni porque deseamos sobresalir. Recuerda, el
centro en la Misa es Cristo, no nuestra voz. Debemos buscar servir, no
sobresalir ni ser aplaudidos (mucho menos dentro de la Misa) pues los dones que
tenemos son dados gratuitamente por Dios y debemos ponerlos al servicio del
otro para gloria de Dios.
Con
estos consejos no pretendo imponerte mi idea sino mostrarte qué es lo que
enseña la Iglesia, quien es increíblemente sabia… ¡muchísimo más que nosotros!
Tampoco pretendo motivar tu deserción del coro sino todo lo contrario:
motivarte a crecer y brindar un mejor servicio. Te invito a leer los documentos
aquí citados y a compartirlos con otros. No olvides que “en el trato que le
demos a la liturgia se decide el destino de la fe y de la Iglesia” (J.
Ratzinger).
Te
mando un abrazo y mis oraciones. Por favor, no te olvides de rezar por mí.
Por Bernardo Dueñas Moreno
Artículo publicado originalmente por Catholic Link
Fuente:
Aleteia