La importancia que tiene
la virginidad se desprende de la importancia que tiene la castidad y la
continencia para todo ser humano
Pregunta:
Como
parte de la formación espiritual y humana que se da en la comunidad de jóvenes
católicos a la que pertenezco se está tratando de estudiar el tema de la
sexualidad. Quisiera preguntar, para tener un mejor punto para ayudar a los
demás muchachos, cuál es la importancia de la virginidad para un joven. ¿Qué
actitud tomar si una joven de la comunidad sale embarazada o si un joven de la
comunidad deja embarazada a una muchacha que no es de la comunidad o si ambos
son de la comunidad? Gracias.
Respuesta:
Estimado:
Todo ser humano está llamado a vivir la virtud de la castidad. De manera
especial los bautizados. Decía San Ambrosio que son tres las formas de la
virtud de la castidad: «una de los esposos, otra de las viudas, la tercera de
la virginidad». La virginidad es la forma en que deben vivir la castidad los
que aún no se han casado pero piensan casarse (en este caso se denomina más
bien «continencia») y los que renuncian definitivamente a casarse para
consagrarse a Dios y a sus hermanos («virginidad consagrada»).
La
importancia que tiene la virginidad se desprende de la importancia que tiene la
castidad y la continencia para todo ser humano. ¿Qué es la castidad? Es la
dimensión espiritual que libera el amor del egoísmo y de la agresividad. La castidad
es la virtud por la cual la persona humana sólo usa del sexo dentro de su
legítimo matrimonio y según las leyes de Dios. Significa, equivalentemente, la
abstención total del uso sexual fuera del matrimonio y antes del matrimonio
(aunque sea en vistas del matrimonio); y dentro del matrimonio significa el
abstenerse de hacer las cosas al margen de la ley de Dios.
La
castidad presupone el aprendizaje del dominio de sí; es decir, el aprender a
conseguir la libertad humana, porque «o el hombre controla sus pasiones y
obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado»[1]. Es, por tanto, capacidad de dominio e
implica tanto el evitar las ocasiones de provocación al pecado, cuanto el
superar los impulsos instintivos de la propia naturaleza.
La
castidad torna a la personalidad armónica, madura, y llena de paz interior. No
siempre es fácil la castidad. Algunos se encuentran en ambientes donde ésta es ofendida
y desacreditada deliberada y sistemáticamente; por lo cual, vivirla requiere
una lucha exigente y hasta heroica. Pero con la gracia de Cristo todos pueden
vivirla. En todo caso, al joven hay que alentarlo recordándole la expresión de
aquel filósofo: «no arrojes al héroe fuera de tu alma».
Asimismo,
es importante tener en cuenta que las virtudes o se mantienen conectadas entre
sí o no pueden subsistir de ninguna manera. Por eso, para vivir plenamente la
castidad se requiere adquirir otras virtudes subsidiarias como la fortaleza, la
templanza, la mortificación y la caridad cristiana.
Me
preguntas también qué actitud debe tomar un joven si deja embarazada a una
muchacha. En realidad poco importa ante esta situación si pertenece o no
pertenece a la misma comunidad. Lo primero es asumir las responsabilidades de
padre. Si hubiera mediado promesa de matrimonio, debería también asumir esa
responsabilidad. Es evidente que el ideal sería contraer matrimonio para dar al
hijo que está en camino un hogar digno y unos padres unidos como Dios manda.
De
todos modos en esto no hay que ser imprudentes. Ya fue un error lo que hicieron
al tener relaciones sin estar casados. Si están maduros para el matrimonio y se
aman y ven que pueden ser buenos esposos, harían bien en casarse. De todos
modos, no deben contraer matrimonio «por el solo hecho» de haber quedado
embarazada la chica. Si ven que de ninguna manera van a funcionar como
matrimonio, es preferible asumir las responsabilidades de la paternidad y
maternidad (crianza y educación del hijo) y no volver a ponerse en ocasión de
pecado, pero no casarse y terminar en un pronto fracaso y con un matrimonio
deshecho pero indisoluble.
Sin
embargo, todo esto conviene hablarlo personalmente con un buen sacerdote.
R.
P. Miguel Angel Fuentes, IVE.
Bibliografía
para profundizar:
PÍO
XII, Enc. Sacra virginitas.
TIHAMER
TOTH, Pureza y juventud, Gladius, Buenos Aires 1989.
Fuente: El Teólogo responde