En una entrevista con Andrea Tornielli responde a preguntas
sobre las visitas apostólicas realizadas en estos años de pontificado
“Sinceramente, nunca me ha
gustado mucho viajar”. Así lo indica el papa Francisco en una nueva entrevista
con Andrea Tornielli, periodista italiano del periódico “La Stampa”. La
entrevista forma parte de un libro sobre los viajes internacionales del papa
Francisco, que incluye episodios inéditos.
De este modo, el Santo Padre cuenta que siempre
le ha pesado “estar lejos de mi diócesis, que para nosotros obispos es nuestra esposa”.
En un fragmento publicado ya, se lee que en la entrevista el Papa habla de
su primer viaje a Lampedusa, una visita que no estaba programada. “Sentí que
tenía que ir, me habían tocado y conmovido las noticias sobre migrantes muertos
en el mar”, “era importante ir allí”.
También cuenta que después de la JMJ de Río de
Janeiro, que era un viaje programado antes de su elección, respondió
“sencillamente sí” a las invitaciones sucesivas, se dejó llevar. Ahora “siento
que debo hacer los viajes, ir a visitar las Iglesias, animar las semillas de
esperanza que hay”. Al respecto, el Santo Padre asegura que los viajes “son
cansados, pero digamos que de momento lo consigo”. Quizá –añade– me pesan desde
el punto de vista psicológico más aún que desde el punto de vista físico.
Asimismo, el Santo Padre asegura que hay “una
riqueza inimaginable” en los viajes, “rostros, testimonios, imágenes,
experiencias”. Una riqueza que siempre le hace decir “ha valido la pena”.
El Papa también habla del entusiasmo de la gente
durante sus viajes. Y así, comenta algunos momentos inolvidables de sus viajes.
Y, además, asegura que a las personas que encuentra en estos viajes las lleva
en su corazón, reza por ellas, reza por las situaciones dolorosas y difíciles.
“Rezo para que se reduzcan las desigualdades que he visto”, explica el
Pontífice.
En el caso de Europa, observa el Papa, ha
preferido visitar países que “están o han estado en graves dificultades”. Esto,
precisa, no significa no tener atención por la Europa que anima como puede a
redescubrir y a poner en práctica sus raíces más auténticas, sus valores.
Finalmente, reflexionando sobre la seguridad en
los viajes apostólicos, indica que está agradecido a los gendarmes y a los
guardias suizos por haberse adaptado a su estilo. “No consigo moverme en los
coches blindados o en el papamóvil con los cristales antiproyectiles cerrados”,
asegura. Un obispo –observa el Santo Padre– es un pastor, un padre, no puede
haber demasiadas barreras entre él y la gente.
Fuente:
Zenit