En la homilía de este
martes, el Papa ha reflexionado sobre tres características que diferencian la
autoridad de Jesús de la de los doctores de la Ley
Jesús
tenía autoridad porque servía a la gente, estaba cerca de las personas y era
coherente, al contrario que los doctores de la Ley que se sentían príncipes.
Así lo ha indicado el papa Francisco en su homilía de este martes en la misa
celebrada esta mañana en Santa Marta. Frente a estas características de Jesús,
ha precisado, los doctores de la ley enseñaban con autoridad clericalista,
separados de la gente, no vivían lo que predicaban.
La
autoridad de Jesús y la de los fariseos son los dos puntos sobre los que se ha
centrado la homilía del Papa. Una es una autoridad real, la otra formal. En
el Evangelio del día –ha explicado Francisco– se habla del estupor de la gente
porque Jesús enseñaba “como uno que tiene autoridad” y no como los escribas.
Así, ha recordado que “eran las autoridades del pueblo” pero lo que enseñaban
no entraba en el corazón, mientras que Jesús tenía una autoridad real. No era
“un seductor”, enseñaba la Ley “hasta el último punto” enseñaba la Verdad pero
con autoridad.
De
este modo, durante su homilía, el Papa ha reflexionado sobre tres
características que diferencian la autoridad de Jesús de la de los doctores de
la Ley. Tal y como ha observado el Papa, mientras que Jesús “enseñaba con
humildad” y dice a sus discípulos que “el más grande sea como el que sirve: se
haga el más pequeño”, los fariseos se sentían príncipes.
Jesús
–ha explicado el Pontífice– servía a la gente, explicaba las cosas para que la
gente entendiera bien, estaba al servicio de la gente. Tenía una actitud de
servidor, y esto daba autoridad. Pero la mentalidad de los doctores de la Ley,
ha advertido Francisco, era “nosotros somos los maestros, los príncipes, y
nosotros os enseñamos a vosotros”. No era servicio sino “nosotros mandamos,
vosotros obedecéis”. Y Jesús –ha subrayado el Papa– nunca se ha hecho pasar
por príncipe, siempre era servidor de todos y esto es lo que le daba
autoridad.
La
segunda característica es la cercanía. Así, Francisco ha precisado que ese
estar cerca de la gente es lo que da autoridad. “Jesús no tenía alergia a la
gente: tocar a los leprosos, a los enfermos, no le hacía estremecerse”.
Mientras que los fariseos despreciaban a la pobre gente y ellos paseaban por
las plazas, bien vestidos. Estos doctores, ha asegurado el Papa, enseñaban con
autoridad clericalista.
Y
un tercer punto que diferencia la autoridad de los escribas de la de Jesús es
la coherencia. Jesús –ha subrayado el Papa– vivía lo que predicaba: había como
una unidad, una armonía entre lo que pensaba, sentía, hacía. Mientras que quien
se siente príncipe tiene “una actitud clericalista”, es decir, hipócrita, dice
una cosa y hace otra.
En
esta línea, el Santo Padre ha recordado que Jesús, que es humilde, que está al
servicio, que es cercano, que no desprecia a la gente y que es coherente, tiene
autoridad. “Y esta es la autoridad que siente el pueblo de Dios”, ha añadido.
Para
concluir el Santo Padre ha recordado la parábola del Buen Samaritano. Delante
de un hombre dejado medio muerto en el camino por los asaltantes, pasa el
sacerdote y se va quizá porque hay sangre y cree que si lo toca, se convierte
en impuro. Pasa el levita y –ha observado el Papa– creo que pensó que si se
mezclaba tendría que ir después al tribunal a declarar y tenía muchas cosas que
hacer. Y también él se va. Y finalmente el samaritano, un pecador, es el que
tiene compasión. Pero, ha añadido Francisco, hay otro personaje, el posadero.
Este hombre no se sorprende ni del asalto ni del comportamiento del sacerdote o
el levita, sino por el del samaritano. Podía pensar, “este está loco”, “no es
judío, es un pecador”. Así, el Papa vuelve al estupor de la gente del Evangelio
de hoy frente a la autoridad de Jesús: “una autoridad humilde, de servicio”,
“una autoridad cercana a la gente” y “coherente”.
Fuente:
Zenit