La vida de virgen
consagrada no es exactamente la de una monja o una religiosa
Son
unas tres mil en todo el mundo. En España son algo más de 200 pero su número va
poco a poco aumentando. Se trata de las vírgenes consagradas, cuya vida
despierta el interés de revistas
de moda y de la prensa tradicional. Pese a remontarse al siglo II con
el surgimiento de la vida monástica, esta orden desapareció hasta que Pablo VI
la restauró tras el Concilio Vaticano II.
En la región de Aragón son cinco las vírgenes consagras que hay en la actualidad. En un reportaje en el Heraldo, que le ofrecemos a continuación, explican su vocación y su día a día:
En la región de Aragón son cinco las vírgenes consagras que hay en la actualidad. En un reportaje en el Heraldo, que le ofrecemos a continuación, explican su vocación y su día a día:
Margarita Fiat, de 60 años, es conocida por los vecinos de la zona como la
virgen consagrada de la Parroquia de Pozuelo de Aragón, que pertenece a la
Diócesis de Tarazona. Actualmente está dedicada por completo a la parroquia del
municipio y colabora con el párroco en otros dos pueblos dirigiendo los coros
parroquiales. “A veces llevo al médico a gente que no puede ir sola o
ayudo a quien lo necesita”, explica.
"Una entrega total y absoluta a
Cristo y a la Iglesia"
La zaragozana fue una de las primeras mujeres españolas en dar el paso,
esto sucedió el 6 de mayo del 2000 en Barcelona, en donde residió durante 12
años en el Santuario de la Font Santa, en el Castell de Subirats. Hoy es
una de las cinco vírgenes consagradas que residen en Aragón.
A pesar de tratarse de un fenómeno algo desconocido, en España son más de 200
según la Guía del Orden de vírgenes consagradas de España de 2016 y la
mayoría se encuentran en Madrid, Pamplona y Canarias. Estas mujeres, que en un
momento de sus vidas decidieron entregarse a Cristo a través de la vida
consagrada, pertenecen al Orden de las Vírgenes, la más antigua de las formas
de consagración femenina. “Es una entrega total y absoluta a Cristo y a la
Iglesia”, reivindica Fiat.
La curiosidad atrae a muchas mujeres a
esta vocación
En su caso la entrega al mundo religioso ha sido constante desde los 18
años, cuando entró en un convento. “Hasta los 36 fui monja de clausura,
pero el lupus, en aquella época una enfermedad desconocida, hizo que ese
periodo fuera más duro de lo que podía soportar”, explica. Sin embargo, estos
hechos no pudieron con su vocación, por lo que se decantó por este estilo de
vida.
En Teruel residen otras dos vírgenes consagradas, ambas en dos ermitas –una en
Híjar y otra en Alcañiz. Y en la provincia oscense se encuentra Marta
Calavera, natural de Peñalba. Tiene 48 años y hace tres decidió consagrarse.
“En 2007, mientras permanecía unos meses en la Casa de Espiritualidad Madre
Ràfols, de Villafranca del Penedés, me hablaron sobre ellas y surgió mi
curiosidad”, recuerda.
Sin
embargo, la vida de virgen consagrada no es exactamente la de una monja o una
religiosa. ¿La principal diferencia? Los votos. Son mujeres laicas,
que han de sostenerse por sus propios medios y carecen de una organización
jerárquica. Al igual que las religiosas, no pueden contraer matrimonio y
hacen voto de castidad. “En nuestro caso no existe una estructura ni
tenemos que vivir en comunidad. Solo tenemos obediencia al obispo diocesano”,
explica.
“Es un modo muy acorde con los tiempos actuales porque tienes tu trabajo, tu
casa y tu vida como cualquier persona, aunque no te casas ni tienes familia
propia”, añade. En su caso, la oscense trabaja en el departamento
administrativo de la Diócesis de Barbastro-Monzón: “Estudié Derecho y siempre
he trabajado en la administración local así que cuando salió el puesto mi
perfil se adaptaba perfectamente”.
Esta tradición surge en la época romana, cuando las mujeres se consagraban de
este modo de la mano del obispo, y se siguió haciendo hasta los siglos III y IV
con la aparición de los primeros monasterios. “Al surgir la vida monástica
el rito quedó reservado a ese ámbito y la forma primigenia de consagración
personal y pública de carácter secular quedó interrumpida”, explica. No sería
hasta la celebración del Concilio Vaticano II (1959), cuando se volvería a
fomentar. “Actualmente somos unas 3.000 en todo el mundo”, concluye.
Virgen consagrada y
ginecóloga
También
en Zaragoza reside María Victoria Mena, virgen consagrada por vocación y
ginecóloga de profesión. A sus 44 años dio el paso en mayo de 2012, en un
acto público en la parroquia de Santa Engracia al que, recuerda, acudieron
varios amigos y compañeros de profesión. “En mi caso fue un proceso de
conversión muy gradual, siempre he sido católica practicante y he mantenido la
fe gracias a la misa dominical y al ejemplo de mis padres”, explica.
Asegura
que fue la última visita de Juan Pablo II a España la que le hizo empezar un
proceso de conversión. “Mi vocación llegó años más tarde, leyendo las catequesis
del Papa santo sobre Teología del Cuerpo. Ahí surgió mi llamada a consagrar mi
castidad por el Reino de los Cielos”, añade.
Este paso ha supuesto algunos cambios en su modo de ejercer la Ginecología para
ser “completamente fiel a la Doctrina Moral de la Iglesia”, explica. “Dejé
de prescribir anticonceptivos, me formé como monitora de un método natural
llamado ‘Creighton Model’, y me especialicé en Naprotecnología, una alternativa
médica respetuosa con la naturaleza de la mujer y del acto conyugal, para el
diagnóstico y tratamiento de la infertilidad y de otras patologías
ginecológicas”.
Fuente:
ReL