Es un símbolo muy grande para nosotros de que los ojos del Papa
Francisco estén puestos en Venezuela
No era ninguno
de los nuevos cardenales, pero Lilian Tintori fue una de las personas más
solicitadas tras el consistorio del sábado, en el que fue creado un nuevo
purpurado venezolano, el arzobispo de Mérida, monseñor Baltazar Porras. La
mujer del líder opositor Leopoldo López, que lleva ya más de mil días en prisión,
recibió un baño de mensajes de afecto y solidaridad a la salida de la basílica
de San Pedro. El día anterior, Tintori se entrevistó con el cardenal Parolin,
secretario de Estado. La esposa del fundador y coordinador nacional de Voluntad
Popular le agradeció la labor de la Santa Sede como facilitadora del diálogo entre el gobierno y la oposición,
aunque advirtiéndole de que, si no hay resultados concretos y pronto, este
acercamiento servirá solo como coartada para el régimen chavista.
¿Por qué
incluso para venezolanos que nada tienen que ver con la Iglesia es motivo de
alegría que el arzobispo Baltazar Porras sea creado cardenal?
Con todo lo
que está pasando en Venezuela, esto es una bendición para el pueblo venezolano.
Es un símbolo muy grande para nosotros de que los ojos del Papa Francisco estén
puestos en Venezuela. Este nombramiento reconoce al pueblo venezolano, la fe
del pueblo venezolano, y esto es muy importante para nosotros en un momento muy
difícil. Venezuela vive la peor crisis humanitaria de su
historia. Nos sentimos humillados e indignados porque no hay medicinas, porque
los venezolanos están comiendo de la basura, porque nos quitaron el derecho a
votar… Es un momento tan triste y tan lleno de injusticias, este nombramiento
nos dio esperanza. Sabemos que no hemos sido olvidados por el Papa. Y sabemos
que el cardenal Porras va a interceder por la reconciliación nacional y por la
solución de los problemas en Venezuela.
El domingo 13
asistió usted a una Misa celebrada por el cardenal Urosa, arzobispo de Caracas,
por los presos políticos. ¿Se sienten ustedes acompañados por la Iglesia?
Esto es muy
importante. La Iglesia está muy presente en nuestra lucha, y ahora también el
Vaticano como acompañante del diálogo. Esa Misa la celebró el cardenal Urosa para pedir la libertad de todos los presos
políticos (hoy
tenemos 116) y para apoyar otras peticiones nuestras, como un canal humanitario
para que entre comida en el país y se celebren elecciones ya, de modo que el
pueblo pueda decidir su futuro.
El acuerdo
alcanzado la pasada semana entre el gobierno y la oposición incluye la adopción
de medidas para «el abastecimiento de medicamentos y alimentos», aunque
responsabiliza de esta carestía a un «boicot a la economía venezolana»,
asumiendo la jerga del régimen chavista…
Es lamentable,
porque no terminan de reconocer que Venezuela necesita comida y medicinas y que
necesitamos ayuda internacional. Quien sufre no
es el gobierno, sino el pueblo venezolano, los niños, las madres, los
abuelitos, los enfermos… Nosotros pedimos al gobierno nacional que reflexione y
reconozca la situación. Nosotros estamos dispuestos a ayudar y a perdonar. Y a
dejar de colocar adjetivos, aunque nos han demostrado de muchas maneras que son
nuestros enemigos. Tanto nos han atacado que han dividido a nuestra familia,
nos han humillado… Pero con todo sentimos una gran serenidad y esperanza en
nuestro corazón de que tenemos que seguir luchando y exigiendo nuestros derechos.
Una parte de
la oposición –y del partido que preside su marido, Voluntad Popular– no
comprende la labor de la Iglesia facilitando este diálogo. ¿Negociar es
regalarle tiempo al régimen chavista?
En el caso de Voluntad
Popular, estamos agradecidos de que el Vaticano intervenga en
Venezuela y confiamos en el Papa Francisco y en su enviado especial, monseñor
Celli. Ayer me reuní con el cardenal Parolin, secretario de
Estado. Nos da mucha tranquilidad que estén cerca de Venezuela. Lo que ocurre
es que queremos resultados efectivos. Necesitamos resultados efectivos y
nosotros esperamos que, como ellos están en el diálogo, podamos tenerlos
rápidos porque Venezuela no puede esperar más.
Esto fue lo
que manifestantes universitarios cercanos a Voluntad Popular le pedían hace
unos días al nuncio, monseñor Giordano: resultados tangibles.
Sí, el hambre
no puede esperar, la crisis humanitaria no puede esperar. Cada día que pasa
significa más muertes en Venezuela. El Papa y el cardenal Parolin siguen de
cerca lo que pasa allí y creo que la participación de la Iglesia ofrece una
gran oportunidad para que haya resultados efectivos. Porque si no tienen
efectividad, lo que va a pasar es que se va a sellar la dictadura, se va a
sellar la crisis. Y la situación va a alargarse. Venezuela necesita resultados.
¿Eso le
transmitió usted [por el viernes 18] al cardenal Parolin?
Sí. Y también
que cuentan con nosotros, porque creemos en la reconciliación nacional y
creemos que tenemos que buscar soluciones entre todos.
Usted y su
suegro, Leopoldo López (exiliado desde hace dos años en España), han tenido
varios contactos con el secretario de Estado, que como antiguo nuncio en
Venezuela conoce muy bien la situación en el país. ¿Qué les dice él a ustedes?
Que la Iglesia
está acompañando este proceso, un proceso de diálogo que siempre es importante cuando hay
un país en crisis. Que este diálogo se dio porque estamos en dictadura, ya que,
de otra forma, no hubiera sido necesaria la intervención del Vaticano. Que hay
una preocupación inmensa porque Venezuela vive una dictadura y hay que buscar
soluciones.
Ricardo Benjumea
Fuente: Alfa y Omega