Impulso
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
El otro día, por ser el cumpleaños de la Priora,
hicimos una merienda-cena en el claustro. Llevamos mesas, sillas, hablamos,
reímos...
Así llegamos a la sobremesa, compartiendo
tranquilamente, cuando, de pronto, alguien dio la voz de alarma:
-¿Dónde está la Priora?
Otra vocecita no pudo evitar delatarla:
-Se ha ido a la cocina a fregar...
-Se ha ido a la cocina a fregar...
Israel se puso en pie de un salto.
-¿A fregar el día de su cumpleaños? ¡Vamos a arreglarlo!
-¿A fregar el día de su cumpleaños? ¡Vamos a arreglarlo!
El Novi nos encaminamos hacia la cocina.
Efectivamente, encontramos a la Priora armada de trapos, rodeada de cacharros
sucios. Sin opción a réplica, la expulsamos de allí. No tardamos nada en
acabar: ¡casi lo había hecho ya todo!
Al día siguiente, en la oración, le daba gracias al
Señor. A mí no me había dado tiempo a reaccionar; sencillamente, ¡me enganché
al impulso de Israel! Gracias a que ella se levantó sin pensárselo, yo hice lo
mismo, ¡y así continuó el impulso del amor!
Y es que el Señor está susurrando continuamente a
nuestro oído mil formas para amar: a veces es una suave brisa en tu corazón, ¡o
a veces es el ejemplo de la persona que tienes a tu lado! El bien tiende a
difundirse: un gesto contagia a otro, ¡en el más maravilloso efecto mariposa!
Hoy el reto del amor es engancharte al impulso. Te
invito a que, en la oración, le pidas al Señor "oídos para escuchar y ojos
para ver". A lo largo del día se te presentará una ocasión de amar
ayudando a alguien. Tal vez sientas la indicación del Señor en tu interior para
moverte... ¡o puede que, simplemente, te invite a secundar el impulso de otro!
¡Únete a la cadena de gestos de amor! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma