En la homilía de este jueves, el Santo Padre recuerda que los cristianos no
somos huérfanos porque “tenemos una Madre, la misma de Jesús” y “un Padre, el
mismo que Jesús”
En el día que la Iglesia
celebra la memoria de la Virgen de los Dolores, el Santo Padre ha asegurado que
en un “mundo que sufre la crisis de una gran orfandad” tenemos una Madre que
nos acompaña y nos defiende.
El Evangelio del día hace
referencia al Calvario, cuando todos los discípulos han huido, menos Juan y
algunas mujeres. A los pies de la Cruz está María, la Madre de Jesús: todos
miraban diciendo “esa es la madre de este delincuente. Esta es la madre de este
subversivo”.
El Santo Padre ha observado
que “María escuchaba estas cosas” y “sufría humillaciones terribles”. Y también
escuchaba a los grandes, algunos sacerdotes, que ella respetaba porque eran
sacerdotes. “María tenía un gran sufrimiento, pero no se fue. No renegó de su
Hijo, era su carne”, ha precisado el Santo Padre.
Al respecto, el Pontífice
ha recordado cuando en Buenos Aires se dirigía a las cárceles a visitar a los
detenidos y veía siempre una fila de mujeres que esperaban para entrar. “Eran
madres. Pero no se avergonzaban: su carne estaba allí dentro”, ha observado. Y
estas mujeres –ha precisado– sufrían no solo la vergüenza de estar allí, sino
también las humillaciones más feas en los controles que les hacían antes de
entrar. Jesús –ha proseguido Francisco– ha prometido no
dejarnos huérfanos y en la Cruz nos dona a su Madre como nuestra Madre.
Asimismo, el Santo Padre ha
recordado que “nosotros cristianos tenemos una Madre, la misma de Jesús;
tenemos un Padre, el mismo que Jesús. No somos huérfanos”. Y Ella –ha añadido
Francisco– nos da a luz en ese momento con mucho dolor: es realmente un
martirio. “Con el corazón atravesado, acepta dar a luz a todos nosotros en ese
momento de dolor. Y desde ese momento Ella se convierte en nuestra Madre, desde
ese momento Ella es nuestra Madre, la que cuida de nosotros y no se avergüenza
de nosotros: nos defiende”.
Por otro lado, el Papa ha
explicado que los místicos rusos de los primeros siglos aconsejaban refugiarse
bajo el manto de la Madre de Dios en el momento de las turbulencias
espirituales. “Allí no puede entrar el demonio. Porque Ella es Madre y como
Madre defiende”, ha precisado.
Finalmente, el Pontífice ha
indicado que “en un mundo que podemos llamar ‘huérfano’ en este mundo que sufre
la crisis de una gran orfandad, quizá nuestra ayuda es decir ‘Mira a tu
Madre’”. Francisco ha asegurado que “tenemos una que nos defiende, nos enseña,
nos acompaña; que no se avergüenza de nuestros pecados. No se avergüenza porque
ella es Madre”.
Que el Espíritu Santo –ha concluido– este
amigo, este compañero de camino, este Paráclito abogado que el Señor nos ha
enviado, nos haga entender este misterio tan grande de la maternidad de María.
Fuente:
Zenit
