En la
audiencia especial de este sábado en el contexto del Año de la Misericordia, el
Pontífice predicó sobre cómo ser verdaderamente felices
Un signo claro de “conversión” es cuando
“caemos en la cuenta de las necesidades del prójimo y salimos a su encuentro
para ayudarle”, dijo el papa Francisco este sábado 18 de junio en la audiencia
jubilar en la plaza de San Pedro.
“La auténtica conversión se produce
cuando experimentamos en nosotros el amor de Dios y acogemos el don de su
misericordia; y un signo claro de que la conversión es auténtica es cuando
caemos en la cuenta de las necesidades del prójimo”, destacó en español.
El Pontífice predicó sobre la “verdadera
conversión”, que es volver a Dios. Y sostuvo que “Jesús aparece varias veces a
sus discípulos, después de su resurrección, antes de subir a la gloria del
Padre”, para reiterar la predicación fundamental que los apóstoles deberán
ofrecer al mundo.
“Podemos resumirla con dos palabras: conversión y perdón de los pecados”,
indicó. Igualmente, consideró estas dos palabras como signos que califican “la
misericordia de Dios” que “con amor” se hace cargo de “nosotros”.
¿Qué es
la conversión?
De esta manera, la conversión fue el tema
principal de la predicación del Papa que remarcó el llamado de los profetas que
invitan al pueblo a regresar a encontrar al Señor. Lo dijo ante 50.000 fieles
presentes en la plaza de San Pedro.
Entonces, volver a Dios, pidiendo perdón
y cambiando estilo de Vida. “Convertirse según los profetas significa cambiar
dirección de marcha y dirigirse al Señor, con la certeza de que Dios siempre
nos ama y que es siempre fiel”, constató.
Sucesivamente, indicó que Jesús usaba en
primer orden la palabra ‘conversión’ cuando predicaba. “Conviértanse y crean en
el Evangelio”. Jesús que dirige al pueblo la última ‘palabra y definitiva’ del
Padre.
Dimensión
interior de la conversión
El Pontífice remarcó que Jesús insiste
mucho más en la dimensión “interior de la conversión” respecto a la predicación
de los profetas.
Conversión integral en la cual toda la
persona está involucrada: “Corazón y mente para convertirse en una criatura
nueva…cambiar el corazón y uno se renueva”.
“Cuando Jesús llama a la conversión, no
se erige como juez de la persona, sino que lo hace a partir de la cercanía, de
compartir la condición humana”, insistió.
Jesús es la misericordia de todos los que
la necesitan para cambiar vida. “Jesús es una presencia amable que acoge a cada
uno en su historia de salvación”.
“Jesús persuadía a la gente con su
amabilidad, con su amor….Jesús con su comportamiento tocaba profundamente el
corazón de las personas que se sentían atraídas por el amor de Dios y empujadas
a cambiar de vida”.
Luego, Francisco recuerda las
conversiones de Mateo y de Zaqueo que sucedieron porque – indicó- se sintieron
amados por Jesús. “La verdadera conversión sucede cuando acogemos el dono de la
gracia”.
¿Cuándo
la conversión es auténtica?
La conversión es auténtica “cuando nos
damos cuenta de la necesidad de los hermanos y estamos listos para
encontrarlos”.
El Pontífice llamó a los fieles “hermanas
y hermanos” y luego inquirió: “Cuántas veces nosotros también sentimos la
exigencia de un cambio que involucre toda nuestra persona”.
Pero, cuántas veces nos decimos: ‘yo no
puedo seguir así, debo cambiar, mi vida por este camino no dará frutos, será
una vida inútil, será una vida infeliz…cuántas veces tenemos estos
pensamientos’.
Y Jesús está a nuestro lado con la mano
extendida: ‘Ven conmigo, ven conmigo, el trabajo lo hago yo…Yo te cambiaré el
corazón, te cambiaré la vida, yo te haré feliz’. Pero, ¿creemos en esto o no?”.
Luego, pidió a los fieles presentes: “Menos aplausos. ¿Creen o no?”. Mientras la multitud gritaba con más ahínco. “!Sí!!”
Todo lo
hace Jesús
“Es Jesús que está con nosotros y nos
invita a cambiar vida y es él con el espíritu santo que nos cultiva esta
inquietud para cambiar nuestra vida y ser un poco mejores”, expresó dejando las
hojas preparadas, mirando al público.
“Sigamos, por lo tanto, esta invitación
del Señor, y no pongamos resistencias porque solo abriéndonos a su
misericordia, nosotros encontramos la verdadera vida y la verdadera alegría. Y
Él hace todo el resto, pero abrir el corazón para que lo cure y poder seguir
adelante…”.
El papa Francisco luego alzo de nuevo el
rostro con una sonrisa y dijo: “Y les aseguro, así seremos más felices.
¡Gracias!”.
Por último, saludó a los jóvenes para que
tengan valentía en la vida con Jesús, a los ancianos a tener su consuelo y
misericordia y a las familias a caminar con Dios siempre.
Fuente: Aleteia/RV