No
existen los matrimonios diet ni los light
Y de pretextos para divorciarse tenemos lleno el
anecdotario. Por tonterías se han divorciado tantos y tantos en nuestro alocado
planeta.
Y las cosas van mal tanto cuando hay hijos como cuando
no los hay. Existe un cierto consuelo en algunos que creyendo que, porque son
jóvenes y no han tenido hijos no habrá tanto problema al divorciarse. ¡Como si
el matrimonio fuera comprarse un auto nuevo! Lo que rompes ahí es la vivencia
misma del amor. Lo que fracasa allí no es un hombre o una mujer, eres tú mismo
y tu amor como donación total al otro. Se quiebra todo. Volverás a encontrarte
con otro, pero el corazón estará hecho trizas.
Y cuando hay hijos, parece no haber ojos que vean la
angustia de esos pequeños seres que han sido tan atormentados en su mismo
retoñar a la vida, por los mismos que debían enseñarle que amar es amar con
totalidad.
Los que han nacido del amor, ¡tener que soportar el tormento de ver a los seres que más aman apartándose por mezquinos sentimientos!
Habrá casos en que sea insoportable vivir con el otro
cónyuge y que el bien propio y de los hijos los lleve a la separación. Pero
esto no quiere decir sí al divorcio ni a un nuevo matrimonio. Habrá casos en
que se anule el matrimonio porque en realidad nunca existió. Pero son casos
excepcionales o deberían serlo.
Cuando comienza el planteamiento del divorcio, simple
y llanamente estamos concibiendo de entrada al matrimonio como una solución
fácil y barata a nuestros egoístas sentimientos, sentimientos que pueden ser
saciados por un momento. Hoy me siento a gusto con ésta, mañana la cambio por
otra. Hoy logro realizarme con éste, mañana, quién sabe. Es como decirle en la
cara al otro que decimos amar: “si, te amo, pero no te lo creas tanto, porque
me puedo aburrir de ti”.
Creo que nadie se ha casado ni se casaría en estos
términos. Nadie piensa casarse por una temporada para luego descorazonarse
masoquistamente. Ninguno piensa en la felicidad como en raquíticas bolsas de
papas fritas que hoy se compran y mañana se tiran a la basura. Nadie invertirá
la materia de su amor, de precio eterno, en una empresa de tiempo limitado para
luego dejarse destrozar así a las tontas y locas.
No existen los matrimonios “diet” ni los “light” en
los escaparates de las municipalidades. Y menos para los cristianos que tengan
la desfachatez de casarse por la Iglesia pensando en el matrimonio como algo
temporal. Con Dios no se “hace la finta”(finge). Ni tampoco con tu esposo o
esposa.
Aceptar el divorcio como algo factible, es como darle
un puñetazo a tu cónyuge y a tus hijos. No hay que “dietizar” el matrimonio, ni
siquiera rebajarlo con un poquitín de agua.
Por: Adrián Pérez Navarro
Fuente: Catholic.net