"Yo te pago hasta aquí, sin vacaciones, sin seguro sanitario, sin… todo en
negro… ¡Pero me vuelvo rico!"
En la Misa que celebró en
la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco medita en la Carta de
Santiago y advierte que quienes acumulan riquezas a causa de la explotación de
las personas cometen un pecado mortal, y son como sanguijuelas.
El Papa dijo
que están equivocados quienes siguen la llamada “teología de la prosperidad”,
según la cual “Dios te hace ver que andas en justicia si te da tantas
riquezas”. “No se puede servir a Dios y a las riquezas” dijo el Pontífice, pues
las segundas se convierten en “cadenas” que quitan “la libertad para seguir a
Jesús”.
“Cuando las
riquezas se logran con la explotación de la gente… la pobre gente se vuelve
esclava”. El Papa explicó que en el mundo actual siempre ocurre que las
personas llegan y dicen “quiero trabajar”, los contratan de septiembre a junio
y luego “julio y agosto tienen que comer aire”. Estas personas son “verdaderas
sanguijuelas” pues viven de la explotación de la gente, viven de esclavizarlas.
El Papa
Francisco recordó cuando una joven le relató que en un trabajo le pagaban 659
euros por 11 horas de trabajo, y en el cual le habían dicho "si te gusta
bien, si no vete. Hay otros detrás de ti, hay cola".
El Pontífice
criticó esa situación laboral y denunció que hoy existe "una verdadera
esclavitud”. No es algo del pasado, en lugares lejanos – ya no se va a África
para vender esclavos en América. No. Ocurre en nuestras ciudades: hay
traficantes que tratan a la gente con el trabajo sin justicia.
“Esto es peor”,
“esto es pecado mortal”, enfatizó Francisco luego de recordar la Audiencia
General de ayer donde meditó sobre la parábola del hombre rico y el pobre
Lázaro. “Este rico estaba en su mundo, no se daba cuenta de que detrás de la
puerta de su casa había alguien que tenía hambre”.
Pero el dejar
“hambrear a la gente con su trabajo por mi provecho, vivir de la sangre de la
gente. Esto es pecado mortal”, y advirtió que se necesitará de mucha penitencia
para restituir este pecado, “para convertirse de este pecado”.
“Pensemos en
este drama de hoy: la explotación de la gente, la sangre de esta gente que se
vuelve esclava, los traficantes de personas y no sólo los que trafican con las
prostitutas y los niños en el trabajo de menores, sino en ese tráfico, digamos
más ‘civilizado’: ‘Yo te pago hasta aquí, sin vacaciones, sin seguro sanitario,
sin… todo en negro… ¡Pero me vuelvo rico!’”.
Francisco
invitó a meditar sobre el drama de estas personas explotadas, y a pedir al
Señor que nos ayude a comprender y vivir la sencillez del Señor Jesús, que nos
habla hoy en el Evangelio: es más importante un vaso de agua en nombre de
Cristo, que todas las riquezas acumuladas con la explotación de la gente.
Fuente: ACI Prensa