Tercera semana mes de mayo
de 2016 (Año Santo Jubilar)
Quien quiere contemplar el mar ha de acercarse a él y, quien
desee una buena panorámica del mundo, ha de procurar subirse a un avión. María,
en este Año de la Misericordia, es una buena altura para comprender lo qué nos
exige ser cristianos: altura de miras (sobre todo con los hermanos). La flor de
la misericordia tiene un horizonte: la eternidad.
16. “CUÁNTO AGRADA AL SEÑOR LO QUE
SE HACE A SU MADRE” (Santa Teresa de Jesús).
No es diosa, la Virgen María, pero está junto a Dios. No es
redentora pero, en la cruz, está junto al Redentor. Tener devoción a María,
hacer algo por y con María, es colaborar en el Año de la Misericordia con la
obra de la redención: la humanidad necesita un poco de nuestro amor. La flor de
la misericordia tiene un referente: María Virgen.
17. “NOS HA DEJADO DIOS A SU MADRE
PARA QUE NOS ENSEÑE A MEDITAR EN EL CORAZÓN” (San Juan Pablo II).
María no es un personaje para contemplar o simplemente
venerar. Ella nos lleva a Dios. Como Madre de la Misericordia, antes y después,
disfruta empujándonos hacia la fuente de la vida y del amor que es Cristo.
Quedarnos en Ella sería como optar por un pequeño manantial sin llegar al mar
que es Jesús. La flor de la misericordia tiene un esplendor: el bien de los
demás.
18. “MARÍA ES COMO UN ARCO IRIS
QUE MARCA LA RECONCILIACIÓN DE DIOS CON EL HOMBRE” (San Antonio de Padua).
Inmersos en un mundo hostil y violento, María, contribuye a
buscar más lo que nos une que lo que nos separa. Con razón, un autor, decía no
hace mucho tiempo: “cuando falla la madre en un hogar todo corre el riesgo de
venirse abajo”. Pidamos, con María, por la gran casa de Dios que es la Iglesia.
La flor de la misericordia tiene un peligro: el cansancio.
19. “NO
ACTUEMOS SEGÚN NUESTRAS IDEAS Y, NUESTRAS IDEAS, LAS PONGAMOS EN MANOS DE ELLA”
(San Maximiliano Kolbe).
Cuando nos dejamos llevar por nuestros propios criterios
caemos en el relativismo o personalismo. El Año de la Misericordia, de mano de
María, nos invita a ser creativos para que la realidad que nos preocupa sea más
justa, más divina y menos fraccionada. La flor de la misericordia posee un
encanto: sus raíces evangélicas.
20. “LA GRANDEZA DE MARÍA TIENE UN
NOMBRE: SU HUMILDAD. LA HUMILDAD DE MARÍA UN ORIGEN: JESÚS” (Madre Teresa de
Calcuta).
“Dime con quién andas y te diré quién eres”. El refrán lo
dice todo. Caminar con Jesús, sin decirlo, hace que se nos note. Amar a María,
sin manifestarlo, se ha de sentir en nuestras actitudes, palabras y sentimientos.
La flor de la misericordia es irreductible: siempre florece.
21. “LA VIRGEN NO QUIERE
CONDECORACIONES NI HONRAS. LA VIRGEN QUIERE PRESTAR SERVICIOS” (San Alberto
Hurtado).
En el Año de la Misericordia, María, nos invita a fortalecer
la viga de la caridad en nuestras parroquias, familias, formación,
personalidad, ideas o iniciativas. ¿Sirve de algo honrarla si, luego, no
repetimos lo que Ella hizo o dijo? La flor de la misericordia es omnipresente:
nace en todas latitudes.
Por
Javier Leoz
Fuente:
Betania