Ofrecer
misericordia no puede ser un peso o un fastidio de la cual liberarse a prisa
En la
Audiencia Jubilar que presidió este sábado, el Papa Francisco instó a dar
limosna con “alegría interior” y no ser “juez” de aquellos a quienes se ofrece
misericordia.
“Cuánta
gente se justifica por dar, porque no da la limosna diciendo: ‘Pero, ¿cómo será
esto? Éste a quien yo daré, irá a comprar vino para emborracharse”, lamentó el
Santo Padre. “¡Pero si él se embriaga, es porque no tiene otro camino! Y tú,
¿qué cosa haces a escondidas, cuando nadie ve? Y tú, ¿eres juez de aquel pobre
hombre que te pide una moneda para un vaso de vino?”.
El Papa
precisó también que “la caridad exige, sobre todo, una actitud de alegría
interior”.
“Ofrecer
misericordia no puede ser un peso o un fastidio de la cual liberarse a prisa”,
dijo.
Francisco
recordó en su mensaje que “el deber de la limosna es antiguo cuánto la Biblia.
El sacrificio y la limosna eran dos deberes de los cuales una persona religiosa
debía cumplir”.
“Existen
páginas importantes en el Antiguo Testamento, donde Dios exige una atención
particular por los pobres que, de tanto en tanto, eran los que no poseían nada,
los extranjeros, los huérfanos y las viudas”.
“Es un
estribillo. Porque Dios quiere que su pueblo mire a estos hermanos nuestros”, señaló.
Más
adelante, el Papa indicó que Jesús “nos pide no dar limosna para ser alabados y
admirados por los hombres por nuestra generosidad”, y destacó que “no es la
apariencia la que cuenta, sino la capacidad de detenerse para mirar en la cara
a la persona que pide ayuda”.
“Cada
uno de nosotros puede preguntarse: ‘¿Yo soy capaz de detenerme y mirar en la
cara, mirar a los ojos, a la persona que me está pidiendo ayuda? ¿Soy capaz?”,
señaló.
Francisco
precisó que no debemos identificar “la limosna con la simple moneda ofrecida a
prisa, sin mirar a la persona y sin detenerse a hablar para comprender que cosa
tienen verdaderamente necesidad”.
“Debemos
distinguir entre los pobres y las diversas formas de mendicidad que no hacen
justicia a los verdaderos pobres”, dijo.
El Papa
se dirigió luego a los padres para pedirles que “eduquen a sus hijos a dar
limosna, a ser generosos con aquello que tienen”.
“Yo
recuerdo una mamá: tenía tres hijos; de seis, cinco y tres años, más o menos. Y
siempre enseñaba a sus hijos que se debía dar limosna a aquellas personas que
la pedían”.
En una
ocasión, relató, “estaban almorzando; cada uno estaba comiendo un filete a la
milanesa, como se dice en mi tierra, ‘apanado’. Y tocan a la puerta, el mayor
va a abrir y regresa: ‘Mamá, hay un pobre que pide comer, ¿Qué hacemos?’. ‘¡Le
damos – los tres – le damos!’. ‘Bien: toma la mitad de tu filete, tú toma la
otra mitad, tú la otra mitad, y hacemos dos sándwiches’. ‘¡Ah no, mamá, no!’.
‘¿Ah, no?’ Tú, da de lo tuyo. Tú da de aquello que te cuesta”.
“Esto
es involucrarse con el pobre. Yo me privo de algo mío para darte a ti”, remarcó.
Fuente: ACI Prensa