Vietnam, con nada menos que 2.000 seminaristas, una verdadera esperanza para la Iglesia en Asia
La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol – una de las cuatro Obras Misionales
Pontificias - lleva más de cincuenta años convocando a los católicos españoles
a ser generosos con las vocaciones en países de misión, a través de la campaña
de Vocaciones Nativas. Gracias a ella, España aportó el año pasado 2.687.130
euros.
Un porcentaje muy alto de los 20 millones de euros con los que la Obra
de San Pedro Apóstol tiene que hacer frente a un verdadero océano de
necesidades: 746 seminarios mayores y más de 75.000 seminaristas – uno de cada
tres seminaristas del mundo. Hay que sufragar parte de sus estudios y de su día
a día, además de no olvidarse de los mismos edificios de los seminarios.
Pasaríamos a Burkina Faso, donde se ha instalado una cocina de gas en
Ouahigouya, para no quemar más madera y vegetación al preparar la comida, un
detalle para evitar la desertificación. En el vecino Benín se están
rehabilitando los seminarios de Cotonou, Lokossa y Natitingou. En cuanto a
Nigeria, el país más poblado de África, la Obra de San Pedro Apóstol ayuda a 12
seminarios mayores con nada menos que 3.698 seminaristas, prácticamente el
mismo número de seminaristas que el de todos los países de Europa Occidental.
De Nigeria a Camerún, donde también se están arreglando varios seminarios como
el Bafoussam, o los de Batouri, Ebolowa, Edea y Yaoundé. Desde Camerún se puede
pasar a la República Democrática del Congo, el país más grande de África, el
país de los “100 seminarios”, con 25 seminarios mayores, 35 propedéuticos e
innumerables seminarios menores. Un despertar vocacional que tiene que ver
mucho con el medio millón de bautismos que se producen cada año en el país.
Para llegar al Océano Índico, tras cruzar África, entraríamos en Tanzania,
donde hay todo un programa de rehabilitación de seminarios: Bukova, Bunda,
Moshi… así hasta doce.
Viajando a la India, ya
en Asia, la Obra apoya con un millón y medio de euros a 33 seminarios mayores
con 2.500 seminaristas. En Indonesia, son 15 los seminarios, y mil los
seminaristas. Hemos dejado a un lado, Myanmar, con 250 seminaristas, y Vietnam,
con nada menos que 2.000, una verdadera esperanza para la Iglesia en Asia.
Entraríamos en Oceanía
por Papúa-Nueva Guinea. Aquí, como en las Islas Salomón o las Islas Fidji, hay
nuevos desafíos. A los problemas de manutención de los seminaristas y de
arreglos de los edificios – azotados por tifones y la fuerza de la naturaleza –
hay que tener en cuenta el coste de los desplazamientos. Los seminaristas de
Kiribati, por ejemplo, estudian en Fidji, islas separadas por varios miles de
kilómetros de Océano. La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol lo tiene en
cuenta y destina 25.000 euros.
Cruzado el Pacífico, se
podría entrar por la costa de Esmeraldas, en el norte de Ecuador, uno de los
Vicariatos Apostólicos de Sudamérica, y donde se está remodelando el Seminario
de Nuestra Señora de Guadalupe. Tras dejar Ecuador, podríamos hacer un viaje
por los vicariatos de Perú, del Sur de Colombia y de Venezuela, hasta llegar a
la Guyana. Zonas de las cuencas fluviales del Amazonas y del Orinoco, con
poblaciones indígenas y seminarios con cada vez más vocaciones. Podríamos
terminar el viaje en el Caribe, en Haití, en el seminario de Puerto Príncipe,
donde las huellas del terremoto de 2010 puede que no se borren nunca.
Fuente: OMPRESS-ROMA
