ya bien
puedes mirarme
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mi dejaste.
DECLARACIÓN
1. Animándose ya la esposa y preciándose a sí misma en las prendas y precio que de su Amado tiene, viendo que, por ser cosas de él (aunque
ella de suyo sea de bajo precio y no merezca alguna estima) merece ser estimada por ellas, atrévese a su
Amado y dícele que ya no la
quiera tener en poco ni despreciarla, porque si antes merecía esto por la fealdad de su culpa y bajeza de su naturaleza, que
ya después que él la miró la primera
vez, en que la arreó con su
gracia y vistió de su
hermosura, que bien la puede ya mirar la segunda y más veces, aumentándole la gracia y hermosura, pues hay ya razón y causa bastante para ello en haberla
mirado cuando no lo merecía ni tenía partes para
ello.
No quieras
despreciarme.
2.
Como si dijera: pues así es lo dicho,
no quieras tenerme ya en poco;
que si color moreno en mí hallaste.
3.
Que si antes que me miraras,
hallaste en mi fealdad de culpas e imperfecciones y bajeza de condición natural,
ya bien
puedes mirarme después que me
miraste.
4. Después que me miraste, quitando de mí ese color moreno y desgraciado con que no estaba de
ver, ya bien puedes mirarme más veces; porque no sólo me quitaste el color moreno mirándome la primera vez, pero también me hiciste más digna de
ver, pues que con tu vista de amor
gracia y
hermosura en mí dejaste.
5. Mucho se
agrada Dios en el alma a quien ha dado su gracia, porque en ella mora bien agradado (lo cual no hacía antes que
se la diese), y ella está con él
engrandecida y honrada, y por eso es amada de él
inefablemente, y la va él comunicando siempre en todos los
afectos y obras de ella más amor.
Porque el alma que está subida en amor y honrada acerca de Dios,
siempre va alcanzando más amor y honra de Dios, según se dice por san Juan (Jn 1, 16), como habemos dicho: Dat
gratiam pro gratia. Y así lo da a entender Dios hablando
con su amigo Jacob por Isaías (Is 43, 4), diciendo: Ex quo
honorabilis factus es in oculis
meis, et
gloriosus, ego dilexi te, que quiere decir: Después que en mis
ojos eres hecho honrado y glorioso, yo te he amado; lo cual es tanto como
decir: después que mis ojos te dieron gracia
mirándote la primera vez, por la cual
te hiciste honrado y glorioso en mi presencia,
has merecido más gracia de mercedes mías. Esto da a entender la esposa a las hijas de
Jerusalén en los
divinos Cantares (Ct 1, 4) diciendo: Nigra sum sed formosa, filiae Ierusalem,
ideo dilexit me rex et introduxit me in cubiculum suum, que quiere decir:
Morena soy, hijas de
Jerusalén, pero soy hermosa; por tanto, me
ha amado el rey y metido en lo interior de su lecho. Lo cual es tanto como si
dijera: hijas de Jerusalén, no os maravilléis porque el rey celestial me haya hecho tan grandes
mercedes en meterme en lo interior de su lecho, porque, aunque soy morena de mío, por lo cual no las merecía, ya soy hecha hermosa de él, por haberme él mirado, y
por eso me ha amado, etc.
6. Bien puedes
ya, Dios mío, mirar y
preciar mucho al alma que ya una vez miraste, pues con tu vista primera la
dejaste prendas con que ya no una sola vez sino muchas merece ser vista de tus divinos ojos; porque, como
se dice en el libro de Ester (Ester 6, 11), hoc honore condignus est quemcumque
rex voluerit honorare.
Fuente: Portal Carmelitano