Diputados alemanes firman una vibrante
defensa de la vida y de la dignidad de todas las personas
Diputados alemanes se posicionan
claramente en defensa de la vida de todas las personas, enfermas o no, más
productivas o menos: se trata de una intervención que inspirará (tal vez)
a todos los políticos.
Las
personas con discapacidades y las más vulnerables no deben ser ocultadas
como si fueran una enfermedad vergonzosa, deben formar parte central,
visible y accesible de la sociedad.
Es en
su relación con las personas más indefensas cuando una sociedad demuestra
su valía, su fuerza
y su riqueza, y de ningún modo a través de criterios de competencia o
productividad que no aportan nada al sentido que damos a nuestras
acciones.
Las personas discapacitadas son una
fuente de riqueza para la sociedad.
El político del alemán Frank Heinrich,
del partido democristiano CDU, es miembro en el parlamento alemán del
Comité de Derechos Humanos y ayuda humanitaria.
Acaba de publicar, según recogen
nuestros colegas de la revista pro
Magazin, el libro Ich lebe!
Ein Plädoyer für das Leben (¡Vivo!
Una plegaria por la vida), en colaboración con Uwe Heimowski.
Este libro, presentado a la opinión
pública el jueves 25 de febrero en Berlín, recoge una llamada a la
protección de la vida y de la dignidad del ser humano.
En él resuenan los testimonios de esas familias que viven
junto a niños enfermos o discapacitados. El libro se alza como la
proclamación de un enorme “sí”en favor de la dignidad de
todas las personas.
Las
palabras de las Iglesias deben continuar vertebrando la sociedad.
El diputado Heinrich destaca toda la
riqueza que ha podido recibir al conocer a personas con alguna
discapacidad.
Con la publicación de este libro, el que
fuera director del Ejército de Salvación de la localidad de Chemnitz,
busca cuestionar la imagen que ofrecen los medios de comunicación y los
políticos de la discapacidad en la sociedad alemana.
“No intenta quedarse en la abstracción y
los juicios de valor, sino que trata de dar una imagen fidedigna y
verídica de la situación”.
El coautor del libro, Uwe Heimowski,
también ha convivido muy de cerca con personas discapacitadas: la esposa
de este padre de cinco hijos dio a luz a una niña “especial”. “No debemos permitir que nazca un bebé
así”, le habían aconsejado los médicos cuando al feto le fue diagnosticado
síndrome de Turner, una enfermedad cromosómica.
Los padres se negaron categóricamente a
abortar y la pequeña llegó al mundo sin complicaciones.
El
lugar de los niños con autismo
Bettina Klöckner, una madre de niños con
la que contactó el diputado Heinrich, narra el día a día de la madre de un
niño que padece autismo.
“Muy a menudo, es el mismo entorno
el que no es capaz de concebir que una persona no pueda
responder convenientemente a las normas”. Siguiendo únicamente el criterio
del rendimiento económico o social, no se puede acoger como es debido a todas
las vidas humanas.
No obstante, su hijo debería tener el
derecho “de ser como es”. Tiene derecho a la vida, a una vida plena y en
la que pueda formar parte de la sociedad como cualquier otro.
Antes o
después, la vulnerabilidad nos llega a todos
En el prólogo del libro, el diputado
Hubert Hüppe hace hincapié en que la discriminación y la humillación, a
menudo involuntarias, afectan a todas las personas con discapacidades y a
las que padecen enfermedades crónicas.
“Se trata de destacar la dimensión
cristiana de la atención a la vida. Cuando la vida es frágil, hay que
seguir diciendo Sí”.
Sin embargo, según continúa Hüppe, la mayoría de nosotros nunca ha
convivido con personas vulnerables o discapacitadas, porque la sociedad las
oculta, se deshace de ellas, no establece los medios que favorezcan el
encuentro con ellas, ya que así sería aún más difícil que todo el
mundo se ajustara a las normas de competencia y productividad que se
extienden por doquier.
Hay que comprender, señala Hüppe,
que las personas con trisomía no sufren casi nada a causa de su
enfermedad, sino básicamente por la dificultad que tienen los demás
de entrar en contacto con ellas.
Por tanto, es necesaria una sociedad que ponga en
el centro a las personas con discapacidades y que no les conviertan en
una enfermedad vergonzosa.
El diputado ve también un gran peligro en la voluntad
de determinar “a partir de cuándo una persona merece vivir o morir. Toda
persona tiene su dignidad, todas las personas tienen su
valor, sólo por el hecho de ser personas”.
Fuente: Aleteia