Porque en tus resplandores las
profundas cavernas del sentido

Y, conforme a esto procuren enderezar al alma en
mayor soledad y libertad y tranquilidad, dándoles anchura a que no aten el
sentido espiritual y corporal a nada cuando Dios las lleva por aquí, y no se
penen ni soliciten pensando que no se hace nada; que, como el alma esté desasida
de toda noticia propia y de todo apetito y afecciones de la parte sensitiva y
en negación pura de pobreza de espíritu, en vacío de toda niebla de jugo,
despegada de todo pecho y leche, que es lo que el alma ha de tener cuidado de
ir haciendo de su parte y ellos en ello ayudándola a negarse según todo esto,
es imposible que no haga Dios lo que es de la suya.
41. Dios está como el sol sobre las almas para
entrar; conténtense con disponerla según la perfección evangélica, que consiste
en la desnudez y vacío de sentido y espíritu, y no quieran pasar adelante en el
edificar, que ese oficio sólo es del Señor, de donde desciende todo dado
excelente (Sant. 1, 17). Porque si el Señor no edificare la casa, en vano trabaja
38 el que la edifica (Sal. 126, 1); edificará en cada alma como él quisiere,
edificio sobrenatural. Dispón tú ese natural, aniquilando sus operaciones, pues
que antes estorban que ayudan. Eso es tu oficio; y el de Dios, como dice el
Sabio (Pv. 16, 9) es enderezarle a los bienes sobrenaturales por modos y
maneras que tú ni el alma no sabéis. Y así, no digas:"¡Oh, que no va
delante, que no hace nada!"
Porque, si el entendimiento del alma entonces no
gusta de otras inteligencias más que antes, adelante va el entendimiento
caminando a lo sobrenatural. "¡Oh que no entiende nada
distintamente!". Antes, si entendiese distintamente, no iría delante,
porque Dios es incomprehensible y excede al entendimiento; y así cuanto más, se
ha de ir alejando de sí mismo caminando en fe, creyendo y no entendiendo que
entiendo. Y, por tanto, no tengas de eso pena, que si el entendimiento no
vuelve atrás, queriendo emplearse en noticias distintas y otros entenderes de
por acá adelante va, porque, en este caso, el no volver atrás es ir adelante, y
en ir adelante es ir más en fe, que el entendimiento, como no sabe ni puede
saber cómo es Dios, camina a él no entendiendo. Y así antes, para bien ser, le
conviene eso que tú le condenas, que no se embarace con inteligencias distintas.
42. "¡Oh, dirás, que la voluntad, si el
entendimiento no entiende distintamente, la voluntad a lo menos estará ociosa y
no amará, porque no se puede amar sino lo que se entiende!". Verdad es
esto, mayormente en las operaciones y actos naturales del alma, que la voluntad
no ama sino lo que distintamente conoce el entendimiento. Pero en la
contemplación de que vamos hablando, en que Dios, como habemos dicho, infunde
en el alma, no es menester que haya noticia distinta, ni que el alma haga
actos; porque en un acto le está Dios comunicando noticia amorosa, que es
juntamente como luz caliente sin distinción alguna; y entonces, al modo que es
la inteligencia, es también el amor en la voluntad. Que como la noticia es
general y oscura, no acabando el entendimiento de entender distintamente lo que
entiende, también la voluntad ama en general sin distinción alguna.
Que, como quiera que Dios sea luz y amor, en
esta comunicación delicada, igualmente informa estas dos potencias, aunque
algunas veces hiere más en la una que en la otra. Y así algunas veces se siente
más inteligencia que el amor, y otras más amor que inteligencia, y a veces
también todo inteligencia, casi sin ningún amor, y a veces, todo amor sin
inteligencia alguna. Y así, en lo que es actos que el alma de suyo hace, no
puede amar sin entender; mas en lo que Dios hace en ella es diferente, porque
se puede comunicar en una potencia sin la otra; y así, puede inflamar la
voluntad con el toque del calor de su amor, aunque no entienda el
entendimiento, como puede uno recibir calor del fuego aunque no le vea, si está
cerca el fuego.
Y de esta manera muchas veces se sentirá la
voluntad inflamada o enternecida y enamorada sin saber ni entender cosa más
particular que antes, ordenando Dios en ella el amor, como lo dice la Esposa en
los Cantares (2, 4), diciendo: Introdújome el Rey en la celda vinaria y ordenó
en mí la caridad.
43. Donde no hay que temer de la ociosidad de la
voluntad en este puesto: que, si cesa de hacer actos en particulares noticias
cuanto eran de su parte, hácelos Dios en ella, embriagándola en amor infuso por
medio de la noticia de contemplación, o sin ella, como acabamos de decir; y son
tanto mejores que los que ella hiciera, y tanto más meritorios y sabrosos,
cuanto es mejor el movedor e infusor de este amor, que es Dios, el cual le pega
al alma porque la voluntad está cerca de Dios y desasida de otros gustos.
Por eso téngase cuidado que la voluntad esté
vacía y desasida de sus afecciones, que, sino vuelve atrás, queriendo gustar
algún jugo o gusto, aunque particularmente no le sienta en Dios, adelante va,
subiendo sobre todas las cosas a Dios, pues de ninguna cosa gusta. Y a Dios,
aunque no le guste muy particular y distintamente, ni le ame con tan distinto
acto, gústale en aquella infusión general oscura y secretamente, más que a
todas las cosas distintas, pues entonces ve ella claro que ninguna le dan tanto
gusto como aquella quietud solitaria; y ámale sobre todas las cosas amables,
pues que todos los otros jugos y gustos de todas ellas tiene desechados y le
son desabridos.
Y así, no hay que tener pena, que, si la
voluntad no puede reparar en jugos y gustos de actos particulares, adelante va;
pues el no volver atrás, abrazando algo sensible, es ir adelante a lo
inaccesible, que es Dios, y así no es maravilla que no le sienta.
Y así, la voluntad para ir a Dios más ha de ser
desarrimándose de toda cosa deleitosa y sabrosa, que arrimándose; que así
cumple bien el precepto de amor, que es amarle sobre todas las cosas, lo cual
no puede ser sin desnudez y vacío espiritual en todas ellas.
44. Tampoco hay que temer en que la memoria vaya
vacía de sus formas y figuras, que, pues Dios no tiene forma ni figura, segura
va vacía de forma y figura y más acercándose a Dios; porque, cuanto más se
arrimare a la imaginación, más se aleja de Dios y en más peligro va, pues que
Dios, siendo como es incogitable, no cae en la imaginación.
45. No entendiendo, pues, éstos las almas que
van ya en esta contemplación quieta y solitaria, por no haber ellos pasado ni
aun quizá llegado, de un modo ordinario de discursos y actos, pensando, como he
dicho, que están ociosas, porque el hombre animal, esto es, que no pasa del
sentido animal de la parte sensitiva, no percibe las cosas que son de Dios,
dice san Pablo (1 Cor. 2, 14), les turban la paz de la contemplación sosegada y
quieta que de suyo les daba Dios, los hacen meditar y discurrir y hacer actos,
no sin grande desgana y repugnancia y sequedad y distracción de las mismas
almas, que se querrían estar en su quieto y pacífico recogimiento, y
persuádenlas a que procuren jugos y hervores, como quiera que los habían de
aconsejar lo contrario.
Lo cual no pudiendo ellas hacer ni entrar en
ello como antes (porque ya pasó ese tiempo, y no es ése su camino)
desasosiéganse doblado, pensando que van perdidas, aun ellos se lo ayudan a
creer, y sécanlas el espíritu y quítanles las unciones preciosas que en la
soledad y tranquilidad Dios las ponía, que, como dije, es grande daño, y
pónenlas del duelo y del lodo, pues lo uno pierden y en lo otro sin provecho
penan.
46. No saben éstos qué cosa es espíritu, hacen a
Dios grande injuria y desacato metiendo su tosca mano donde Dios obra. Porque
le ha costado mucho a Dios llegar estas almas hasta aquí, y precia mucho
haberlas llegado a esta soledad y vacío de sus potencias y operaciones para
poderles hablar al corazón, que es lo que él siempre desea, tomando él ya la
mano, siendo ya él el que en el alma reina con abundancia de paz y sosiego,
haciendo desfallecer los actos naturales de las potencias, con que, trabajando
toda la noche, no hacía nada, apacentándolas ya el espíritu sin operación de
sentido, porque el sentido, ni su obra, 40 no es capaz del espíritu.
47. Y cuánto él precie esta tranquilidad y
adormecimiento o aniquilación de sentido, échase bien de ver en aquella conjuración
tan notable y eficaz que hizo en los Cantares (3, 5), diciendo: Conjúroos,
hijas de Jerusalén, por las cabras y ciervos campesinos, que no recordéis ni
hagáis velar a la amada hasta que ella quiera. En lo cual da a entender cuánto
ama el adormecimiento y olvido solitario, pues interpone estos animales
solitarios y retirados. Pero estos espirituales no quieren que el alma repose
ni quiete, sino que siempre trabaje y obre, de manera que no dé lugar a que
Dios obre, y que lo que el va obrando se deshaga y borre con la operación del
alma, hechos las raposillas que demuelen la florida viña del alma (Ct. 2, 15).
Y por eso se queja por Isaías (3, 14), diciendo: Vosotros, habéis depacido mi
viña.
48. Pero éstos por ventura yerran con buen celo,
porque no llega a más su saber. Pero no por eso quedan excusados en los
consejos que temerariamente dan sin entender primero el camino y espíritu que
lleva el alma, y, si no la entiende, entremeter su tosca mano en cosa que no
entiende, no dejándola para quien mejor la entienda. Que no es cosa de pequeño
peso y culpa hacer a un alma perder inestimables bienes por consejo fuera de
camino y dejarla bien por el suelo. Y así, el que temerariamente yerra, estando
obligado a acertar, como cada uno lo está en su oficio, no pasará sin castigo,
según el daño que hizo. Porque los negocios de Dios con mucho tiento y muy a
ojos abiertos se han de tratar mayormente en cosa tan delicada y subida como en
estas almas, como se aventura casi infinita ganancia en acertar y casi infinita
pérdida en errar.
49. Pero ya que quieras decir que todavía tiene
alguna excusa, aunque yo no la veo, a lo menos no me podrás decir que la tiene
el que, tratando un alma, jamás la deja salir de su poder, allá por los
respetos e intentos vanos que él se sabe, que no quedarán sin castigo. Pues que
está cierto que, habiendo de ir aquella alma adelante, aprovechando en el
camino espiritual, a que siempre Dios la ayuda, ha de mudar estilo y modo de
oración y ha de tener necesidad de otra doctrina ya más alta que la suya y otro
espíritu.
Porque no todos saben para todos los sucesos y
términos que hay en el camino espiritual, ni tienen espíritu tan cabal que
conozcan cómo en cualquiera estado de la vida espiritual ha de ser el alma
llevada y regida; a lo menos, no ha de pensar que lo tiene él todo, ni que Dios
querrá dejar de llevar aquella alma más adelante. No cualquiera que sabe
desbastar el madero, sabe entallar la imagen, ni cualquiera que sabe
entallarla, sabe perfilarla y pulirla, y no cualquiera que la sabe pulir, sabe
pintarla, ni cualquiera que sepa pintarla, sabrá poner la última mano y
perfección. Porque cada uno de éstos no puede en la imagen hacer más de lo que
sabe, y, si quisiese pasar adelante, sería echarla a perder.
Fuente: Portal Carmelitano