Humilde el Obispo de Roma en un ameno
diálogo con niños cantores: "No sé cantar, ni si quiera sé hablar
bien..."
Seis mil Niños Cantores de
numerosos coros infantiles, conocidos también como “Pueri cantores” –que se
dieron cita en Roma para celebrar su 40º Congreso Internacional– se reunieron
con el Santo Padre Francisco en el Aula Pablo VI de la Ciudad del
Vaticano el último día del año 2015 para escuchar, con atención, las sugerencias
y respuestas a las preguntas que le formularon.
“Me gusta oír cantar, pero si yo cantara parecería un asno, porque
no sé cantar y ni siquiera sé hablar bien, porque tengo un defecto en el modo
de hablar, en la fonética, pero me gusta mucho oír cantar”.
Así lo afirmó el Papa durante la
amena audiencia celebrada con los Niños
Cantores quienes,
además de cantar para el Obispo de Roma, le
dirigieron algunas preguntas.
¿Qué le hubiera gustado ser?
De hecho, Francisco les contó que de pequeño, cuando le
habían preguntado una vez qué quería ser de grande, contestó que le gustaría convertirse en uno de los
carniceros que veía en el mercado al que iba acompañado por su abuela o
por su madre.
“Carnicero” – dijo que
respondió cuando en su casa un día le hicieron esa pregunta mientras estaba
sentado en la mesa con su familia – y explicó, “porque el carnicero que había
en el mercado tomaba el cuchillo y lo hacía con un arte” que a él le gustaba
mucho. “Y luego, obviamente, cambié de idea”, dijo el Papa Bergoglio.
¿Se enoja?
“Y sí, me enojo, ¡pero no
muerdo!”, respondió el Papa sonriendo a la pregunta de un niño. Y explicó que a veces se enoja, cuando alguien hace una
cosa que no está bien, pero dijo que lo ayuda detenerse y pensar en las veces
en que él hizo enojar a los demás”.
También afirmó que “el enojo
es venenoso, te envenena el alma. Muchas veces he visto chicos y niños asustados,
porque sus padres, o en la escuela, los reprenden. Y cuando uno está enojado y grita, hace
mal, hiere. Es como dar una cuchillada. ¿Entendieron?”.
“Yo me enojo, es verdad, sí,
a veces me enojo, pero me tranquiliza un poco pensar en las veces en que yo he
hecho enojar a los demás. Y además, enojarse
no sólo hace mal a la otra persona, sino a ti mismo. Gente amargada –dijo el Papa–. Personas que viven
siempre enojados. Gente que es así. Es una enfermedad… Se entiende, si algo no
me gusta, me enojo un poco”.
“Les pregunto a ustedes
–añadió Francisco–: ¿cómo era el alma de Jesús? ¿Dulce a
amarga?”. A lo
que los chicos respondieron en coro…
En el mundo “hay tantas cosas
feas” – dijo también el Papa –, pero también “tanta gente santa” que “no
se ve en la televisión”.
Y explicó que existe esta atracción hacia el mal, que
parece que gusta más ver cosas feas que cosas bellas, que como carecen de
publicidad, carecen también de audiencia, puesto que, de lo
contrario, con las cosas buenas, la gente se aburre…
Y se preguntó: “¿Por
qué en la televisión no se ven las monjas de clausura que trascurren toda la
vida rezando por todos nosotros?”.
Porque interesan más las
joyas, las cosas que tienen que ver con la vanidad. Por eso les advirtió que no debemos dejarnos engañar. “En el mundo
–dijo– hay cosas feas, pero también cosas santas”.
¿Cuáles son sus propósitos para el Año Nuevo?
En cuanto a los buenos
propósitos para el Año Nuevo el Papa Francisco respondió a
una niña: “Rezar
más”.
Y explicó que en estos días
en que dedicó un poco de tiempo a hacer un retiro espiritual se propuso rezar
más, porque se ha dado cuenta de que “los obispos y los sacerdotes, y yo soy un
obispo – dijo – deben sostener al pueblo de Dios ante todo con la oración, que
es el primer servicio”.
Y les contó una historia: “Al
inicio del cristianismo había mucho trabajo porque tanta gente se convertía y
los apóstoles no tenían tiempo, y algunos iban a quejarse porque no atendían
bien a las viudas, a los huérfanos… Era verdad, porque no tenían tiempo para
hacer todo”.
“Entonces hicieron un
Concilio y decidieron que algunos hombres se dedicaran sólo a servir a la
gente… Es el momento de la creación de los diáconos –dijo–. Los diáconos
nacieron así. Pueden ver esto en el libro de los Hechos de los Apóstoles”.
“¿Y qué dice san Pedro, el
primer Papa? –preguntó Francisco–. Que ellos harán esto, y nosotros los apóstoles, sólo dos cosas:
la oración y el anuncio del Evangelio, la predicación; lo que significa que para un obispo el
primer deber es la oración”.
“Porque no se puede ser
obispo en la Iglesia sin la oración en primer lugar; y después el anuncio del
Evangelio”, afirmó.
“En estos días – añadió el
Pontífice– he pensado que un buen propósito para el año próximo sería
éste: rezar un poco más”.
El Papa concluyó este
encuentro pidiéndoles otra canción, no sin antes invitarlos a que repitieran
cómo debe ser la vida… “Canta y camina” – dijeron – “y ¿quién es bueno?”, a lo
que respondieron en coro: “¡Sólo Dios es bueno!”.
“Ahora puedo responder”, dijo
el Papa tras oírles: “¡Cantan muy bien!”. A la vez que les impartió su
bendición apostólica, no sin antes invitarlos a rezar un Avemaría –cada
uno en su lengua– y recordarles la cita del primer día del Año
Nuevoen la Basílica
Vaticana, donde estos niños animarán la celebración Eucarística que el Papa Francisco presidirá a las 10.00 en la Solemnidad de María
Santísima Madre de Dios, en que también concluirá el 40º
Congreso Internacional de los Niños Cantores.
Por María Fernanda Bernasconi
Artículo publicado originalmente por Radio Vaticano
Artículo publicado originalmente por Radio Vaticano