"Lo único que me ayudó realmente durante ese
proceso fue hablar con un sacerdote”
Kobe Bryant, una de las estrellas del
baloncesto de todos los tiempos, que ha anunciado recientemente su retiro al
final de temporada, es el protagonista de un post en Church Pop con ocasión de la fiesta de la Sagrada
Familia. ¿Por qué?
Muchos no saben que Bryant, nacido en
Filadelfia en 1978, creció en una familia católica y que a los seis años su
familia se trasladó a una hora de Roma, tanto que aún hoy el campeón de la NBA
domina el italiano.
El mismo año, Bryant fue acusado de haber
violado a una muchacha en su habitación de hotel mientras se encontraba en
Colorado para una cirugía de rodilla. El jugador admitió haber mantenido
relaciones con la chica, pero negó la violación. Tras estas acusaciones muchos
patrocinadores lo abandonaron mientras que su reputación sufrió un fuerte
contragolpe.
En 2004 un juez archivó las acusaciones
por violación, pero la mujer presentó una demanda civil contra Bryant, que se
resolvió fuera de los tribunales.
Bryant y su esposa permanecieron juntos
durante algunos años tras las acusaciones, y tuvieron incluso un segundo hijo,
pero en 2011 la mujer le pidió el divorcio.
Pero la historia no termina aquí…
En una entrevista a GQ el pasado febrero, Bryant explicó cómo su fe católica lo
ayudó a enfrentar el mal momento provocado por su infidelidad.
“La pérdida de apoyo era la última de mis
preocupaciones. ¿Tenía miedo de ir a la cárcel? Sí. Tenía 25 años. Estaba
aterrorizado. Lo
único que me ayudó realmente durante ese proceso – soy católico, crecí como
católico, mis hijos son católicos – fue hablar con un sacerdote”.
“Fue casi divertido. Me miró y me dijo:
‘¿Lo has hecho?’, y yo dije ‘Obviamente no’. Luego preguntó: ‘¿Tienes un buen
abogado?’, y dije ‘Sí, es muy bueno’. A lo que él respondió solamente esto: ‘Déjalo ir, sigue adelante. Dios no te
dará nada que tú no puedas enfrentar, y ahora todo está en sus manos. Es algo
que no puedes controlar, por lo tanto, déjalo estar’. Y ese fue el punto
crucial”.
En 2013, Bryant y su mujer anunciaron su
reconciliación y haber suspendido la cuestión relacionada con el divorcio.
Es
importante recordar que ser una sagrada familia no es una abstracción, sino una
realidad concreta.
Una sagrada familia no está hecha de
ángeles sino de pecadores, cuyo amor por Dios y cuyo amor recíproco no permiten
que la muerte provocada por el pecado impida buscar la vida resucitada que
deriva del perdón.
Muchas personas han crecido en la fe
católica, se han casado con un católico según la Iglesia católica y están
buscando permanecer fieles a sus votos y educar a sus hijos como católicos.
Actualmente es difícil lograr hacer todo
esto. El pecado y la falta de perdón no hacen mas que aumentar la oscuridad que
muy a menudo lleva a la muerte de matrimonios y familias.
Bryant y su esposa son evangelizadores
católicos que a través del ejemplo de su vida enseñan a otros esposos y a otros
padres que viven un momento oscuro y están al borde de la desesperación a
percibir la luz en la oscuridad y a aprender de esta experiencia y a nacer
nuevamente en Cristo como esposos y padres, según la voluntad de Dios.
Fuente: Aleteia