La oración crea primero una barrera contra la tentación, pues nuestra
voluntad y nuestra inteligencia se centran en Dios. Y si insistimos un poco
más, el demonio no puede resistirla y huye
El reconocido
exorcista P. José Antonio Fortea en su “Summa Daemoniaca” menciona un gran
conjunto de cuestiones relativas al demonio que es importante que todo
cristiano lo tome en cuenta para el combate espiritual por alcanzar el cielo. Aquí 13 cosas que
tal vez no sabías del diablo y sus demonios.
1.- El enemigo
tiene varios nombres
En el Antiguo
Testamento se le llama “Satán” que significaría “adversario, enemigo,
opositor”. Asimismo, en el Nuevo Testamento se le nombra como “Diablo”, que
viene del verbo griego “diaballo” (acusar). En cambio la palabra demonio, del
griego “daimon” (genio), es usado para designar a seres espirituales malignos.
Lucifer es un
nombre que no está en las Sagradas Escrituras y que significa “estrella de la
mañana” o “el que lleva la luz”. Lo cual “recuerda la pena tan grande que es
que siendo tan bello, cayera”, indica el P. Fortea. Sin embargo, el presbítero
sigue la misma idea de otro renombrado exorcista, P. Gabriele Amorth, quien
considera que Lucifer es el nombre propio del segundo demonio en importancia en
la jerarquía demoníaca.
2.- La gran
prueba
Todos los
ángeles al ser creados por Dios, sabían que Él era su creador, pero pasaron por
una prueba “antes de la visión de la esencia de la Divinidad”. A modo de
comparación, el sacerdote explica que sería como decir que “veían a Dios como
una luz, que le oían como una voz majestuosa y santa, pero que su rostro seguía
sin desvelarse”.
“En esa prueba
unos obedecieron, otros desobedecieron. Los que desobedecieron de forma
irreversible se transformaron en demonios. Ellos mismos se transformaron en lo
que son. Nadie les hizo así”.
3.- La batalla
en el cielo fue intelectual
Al respecto, el
exorcista indica que los ángeles desobedientes empezaron a odiar a Dios y a
verlo como una cadena que oprimía su libertad. La batalla entre Miguel y
Lucifer, cada uno con sus ángeles, no fue con armas, ya que no tienen cuerpo,
“las únicas armas que pueden blandir son los argumentos intelectuales”,
explica.
“Unos se
hicieron más soberbios, otros no tanto. Cada ángel rebelde fue deformándose más
y más, cada uno en unos pecados específicos. Así como, por el contrario, los
ángeles fieles se fueron santificando progresivamente. Unos ángeles se
santificaron más en una virtud otros en otra… los ángeles fueron admitidos a la
presencia divina, y a los demonios se les dejó que se alejaran”.
4.- La razón de
su rebeldía
Sólo en este
punto se toma como referencia el libro “Historia del Mundo Angélico”, también
del P. Fortea. Allí sugiere, a modo de novela, que la prueba por la que habrían
pasado los ángeles es la revelación que les hizo Dios sobre crear el mundo
material con la humanidad, que Él se haría hombre para salvar a los pecadores y
que nacería de una mujer, la cual sería la reina de los ángeles.
Lucifer no pudo
soportar esta idea, creía que él debería engendrarlo al ser la “obra maestra”
del Creador. Más adelante con otros ángeles acusaron que Dios estaba equivocado
y se rebelaron por completo. Los ángeles que acataron la voluntad de Dios se
postraron a adorar a su creador, aún sin ver todavía su esencia. Mientras que
los rebeldes se alejaron del amor de Dios.
5.- Son seres
espirituales
“Un demonio es
un ser espiritual de naturaleza angélica condenado eternamente”. Es decir, no
tienen cuerpo, no sienten inclinación a ningún pecado que se cometa con el
cuerpo, pero pueden tentar a los hombres a pecar en esas materias. Comprenden
esos pecados de un modo meramente intelectual y sus faltas son sólo
espirituales.
En este sentido
el exorcista precisa que Satán “sigue siendo un bellísimo ángel en su
naturaleza, aunque repugnante en su aspecto moral… Su ser personal se
ha deformado, pero su naturaleza permanece y permanecerá intacta haga lo que
haga. Dado que ambas cosas son inseparables, él auténticamente es un monstruo,
un ser deforme, alguien que produce repugnancia y aversión”.
6.- Entre los
demonios también hay tiempo
Su tiempo no es
material como el de los humanos, sino que es un tiempo propio de los espíritus,
que es llamado “evo” (“aevum” en latín) y que es la sucesión de actos de
entendimiento y voluntad en un ser espiritual.
El Creador, en
cambio, vive en un eterno presente. “Sólo en Él no hay sucesión de tiempo de
ninguna clase. En Él no ha transcurrido nunca ni un solo segundo, ni un solo
antes ni después. La eternidad de Dios es cualitativamente distinta de la
eternidad del tiempo material (con un principio, pero sin final) y de la
eternidad del evo (también con un principio, también sin final)”, puntualiza
Fortea.
7.- Sufren al
considerar a Dios
Cada ángel
caído “en el conocer encuentra placer, pero también sufrimiento. Sufre cada vez
que ese conocimiento le lleva a considerar a Dios. Y el demonio percibe
continuamente el orden y la gloria del Creador en todas las cosas. Hasta en las
cosas aparentemente más neutras, él encuentra el reflejo y el recuerdo de los
atributos divinos”.
Sin embargo, el
exorcista plantea que “el demonio no está siempre en cada instante sufriendo.
Muchas veces simplemente piensa. Sólo sufre en ciertos momentos, cuando se
acuerda de Dios, cuando se vuelve a hacer consciente de su miserable estado, de
su separación de Dios”.
8.- No conocen
el futuro, ni pueden leer los pensamientos
Los demonios no
ven el futuro, pero con su inteligencia muy superior a la del ser humano pueden
deducir por sus causas algunas cosas que sucederán. No saben lo que uno
decidirá porque “la libertad humana es el gran factor de indeterminación en sus
previsiones”, sostiene el P. Fortea.
“Los demonios
pueden tentarnos pero no pueden leer nuestros pensamientos. Aunque dada su gran
inteligencia pueden conjeturar lo que pensamos. Al ser seres más inteligentes
que nosotros, deducen muchas más cosas y con más seguridad con muy pocos signos
externos que lo que deduciríamos nosotros. Pero siempre hay que recordar que
ellos están fuera de nuestra alma, sólo Dios puede leer nuestra alma”.
9.- Cuidado con
las tentaciones
“El demonio nos
puede introducir pensamientos, imágenes o recuerdos, pero no puede introducirse
en nuestra voluntad. Podemos ser tentados, pero al final hacemos lo que
queremos. Ni todos los poderes del infierno pueden forzar a
alguien a cometer ni el más pequeño pecado”, sostiene el sacerdote.
De igual manera
puntualiza que “si uno es tentado y ora, la tentación desaparece. Es
incompatible la tentación con la oración. La oración crea primero una barrera
contra la tentación, pues nuestra voluntad y nuestra inteligencia se centran en
Dios. Y si insistimos un poco más, el demonio no puede resistirla y huye”.
10.- Odian más
a los ascetas
El exorcista
Fortea afirma con seguridad que de todos los cristianos que están en la Iglesia, al que más odia
el demonio es al que se dedica a la ascesis (disciplina, ayuno, meditación,
oración, sacrificios, etc. para alcanzar la virtud).
“El demonio
odia mucho más al asceta que a la jerarquía eclesiástica o a los mismos
exorcistas. El exorcista expulsa a uno, dos, una docena de demonios... El
hombre que se mortifica, quebranta de un modo mucho más poderoso la influencia
demoníaca en este mundo por el mero hecho de sobrellevar sobre su cuerpo y su
espíritu la pasión cotidiana de su vida
crucificada”.
11.- El
significado de la cruz
para los demonios
El presbítero
describe que “todos y cada uno de los demonios estaban allí, rodeando la Cruz,
contemplando con delectación su triunfo”. No obstante, ellos no podían imaginar
que era la mayor victoria del Reino de los Cielos que los dejó “sin habla” con
la Resurrección.
“Dios Padre no
había perdonado la Pasión ni a su mismo Hijo… La Pasión en la Cruz suponía la
prueba palpable de que la Justicia Divina no era trasgredida en vano. Fue en
ese momento cuando se hicieron plenamente conscientes todos los demonios de que
su condenación no tendría indulto alguno por los siglos de los siglos”.
“Por eso ellos
de estar contemplando la Cruz con la alegría de su victoria maligna, pasaron a
entender que para ellos sería para siempre el recuerdo terrible de la Justicia
Divina. Y por eso por encima de todo, los demonios odian la imagen de la cruz,
más que la imagen de la Santísima Virgen María o la imagen de cualquier otro
santo o la representación de otro misterio sagrado”.
12.- Los
objetos que atormentan a los demonios
“La Iglesia con
el poder que ha recibido de Cristo puede unir un efecto espiritual a un
objeto”, explica el P. Fortea. Cuenta que en una ocasión no había agua durante
un exorcismo y bendijo el contenido de una botella de limonada, pero el efecto
que producía era mucho menor.
“Al cabo de
unos minutos ordené en el nombre de Jesús al demonio que me dijera por qué era
eso así. Se resistió, pero al final dijo que el agua era símbolo de pureza y
limpieza. Si bien, dijo que aquel otro líquido bendito también le producía
algún efecto, pero menos”.
Otros objetos
que atormentan a los demonios son las reliquias de los santos y la cruz.
Asimismo, las imágenes religiosas también los atormentan, más si están
bendecidas, y con mayor fuerza “si en la bendición expresamente se pidió a Dios
que repelieran a los demonios”.
13.- No es el
666
El exorcista
afirma que identificar la figura bíblica del Anticristo con la del diablo es un
error ya que el “666” que menciona el Apocalipsis es número de un ser humano.
Por lo tanto es un hombre que propaga el odio, la guerra y el mal. “Nerón,
Napoleón, y especialmente Hitler, son figura y bosquejo del Anticristo
definitivo y perfecto”, señala.
“También nos
aclara mucho la figura del Anticristo su mismo nombre ANTI-CRISTO. Es decir, se
trata de la figura contraria a Cristo. Cristo era un hombre, el Anticristo
también. Cristo extendió el amor, la paz, la misericordia. El Anticristo
extenderá el odio, la guerra, la venganza”.
Fuente: Aciprensa