Es importante
transmitirlos a los hijos y vivirlos en familia
Navidad; tiempo
maravilloso en el que se respira generosidad, humildad, gratitud, solidaridad,
reconciliación, paz, amor… donde el nacimiento del Niño Jesús es motivo de
festividad, y su enseñanza cobra vida en la humanidad. Durante esta época
estamos llamados -más que nunca-, a vivir los valores que sobresalen en la
tradición navideña.
Es de gran
interés considerar la importancia de los valores más representativos de la
Navidad, así como transmitirlos a los hijos y vivirlos en familia. Desde
LaFamilia.info destacamos los siguientes:
Generosidad
Es el acto de
entrega hacia los demás, es donarse cada quien en su máxima expresión de forma
desinteresada y amorosa, recibiendo a cambio, la satisfacción que sólo la
generosidad puede proporcionar.
En Navidad hay
varios personajes que se destacan por su espíritu generoso, entre ellos, los
Reyes Magos y San Nicolás. En cuanto a los primeros, no sólo fueron dadivosos
al brindarle al Niño Dios sus mejores ofrendas –incienso, mirra y oro-, sino
también por el esfuerzo y el tiempo dedicado para poder llegar al humilde
establo de Belén. Estos tres hombres dejaron su hogar para recorrer tierras
lejanas, se enfrentaron a las dificultades propias de una travesía inexplorada,
y todo su sacrificio tenía un solo propósito: adorar al Niño Dios.
De la misma
manera, la vida de San Nicolás es un testimonio vivo y real de la virtud de la
generosidad. San Nicolás -conocido en la modernidad como Santa Claus-, desde
pequeño se caracterizó por compartir sus pertenencias, solía expresar ante sus
padres: “sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto”.
Una vez quedó huérfano, Nicolás se despojó de su opulenta herencia para ser
para servirle a la Iglesia. Fue un abanderado de su religión, luchó
incansablemente contra las persecuciones que abatían a los cristianos. A pesar
de estar encarcelado por varios años, permaneció su sentido del humor y
fidelidad a la fe cristiana.
Ejemplos como
los anteriores, ayudan a reflexionar sobre la práctica de la generosidad, en
especial en época de Navidad, en donde debe existir un propósito enérgico de
regalar tanto ayuda material, como espiritual: un gesto amable, una sonrisa,
una porción de nuestro tiempo o trabajo, entre otros.
Humildad
El contexto
donde se originó el nacimiento del Niño Dios, es la principal representación de
humildad. Recordamos entonces el fragmento de la Oración para todos los días
que hace parte de la Novena al Niño Dios: “(…) En retorno de él, os ofrezco la
pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro Hijo humanado suplicándoos por
sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació y por las tiernas
lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con
humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno que
Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.”
Dios se hizo
hombre en un establo, un lugar sencillo que contaba con lo necesario -o tal vez
menos-, donde el calor de algunos animales y varios pastores, eran la única
compañía de Jesús, José y María. Era una fiesta espléndida, alegre, pero
austera; Dios no necesitó comodidades ni lujos para entregarse al mundo. La
celebración por su nacimiento era gigantesca en amor y sencilla en lo terreno.
Austeridad,
sencillez y humildad que estamos invitamos a imitar para celebrar la Navidad.
Gratitud
Pensar en
gratitud, es pensar en la Virgen María. Ella obedeció al Señor, se dispuso ante
Él con profundo recogimiento y divina ternura, para llevar en su vientre a
Jesús. Asimismo, agradeció haber sido la elegida para tan alto beneficio y lo
asumió con las grandes virtudes que la identifican.
La Virgen María
nos enseña que la gratitud es humildad -también ante Dios- y es la forma como
se reconoce en el otro su donación. Asimismo, es un valor especial de las
buenas maneras y es expresión de amor.
Debido a que en
Navidad se acostumbra regalar, también es necesario agradecer. Por eso, se
convierte en una buena ocasión para enseñar a los hijos a valorar los obsequios
que reciben, tanto de otras personas, como del Padre.
Se hace
decisivo entonces, que los chicos conozcan otras realidades, tal vez
impactantes, pero que les servirán para estimular la virtud de la gracia; una
buena actividad, es compartir con niños de escasos recursos económicos.
Solidaridad
Solidarios como
fueron los pastores, los Reyes Magos, quienes dejaron sus quehaceres para
custodiar al Niño Dios, José y María en la humilde morada.
La Navidad es
sinónimo de solidaridad, de cooperación, de servicio, de sensibilidad ante las
necesidades del otro. Ser solidarios con la familia, con quien nos sirve en la
tienda, con el compañero de trabajo, con el anciano que cruza la calle… Durante
estas fechas brotan por todos lados las oportunidades para ser solidarios, y
aunque están allí durante todo el año, el espíritu navideño hace que los buenos
sentimientos afloren y se actúe en consecuencia.
Muchas son las
personas que por diversas razones no pueden celebrar la Navidad; que sea pues
un motivo para vivir la solidaridad en carne propia.
Paz y
Reconciliación
“Navidad, es la
fiesta dedicada al perdón generoso y comprensivo que aprendemos de un Dios
compasivo.” *Meditación del día primero de la Novena de Navidad.
En Navidad no
hay lugar para el rencor. Es el momento propicio para retractarse por una
ofensa, para acercarse a quien se ha agredido, también para perdonar y olvidar
a quien nos agravió, para sorprender con un gesto cariñoso, para repartir
nuestro amor a todos aquellos que nos rodean.
Del perdón nace
la paz, mensaje que anunciaron los ángeles en Belén. La paz es el estado pleno
que se vive cuando hay perdón, donación, gratitud y cooperación; es el producto
que surge del conjunto de valores.
Navidad es paz,
el natalicio de Jesús así lo transmite, es su deseo imperante hacia la
humanidad: “paz en la tierra”.
Amor y
Esperanza
El nacimiento
del Niño Dios es la representación majestuosa del amor. Amor simbolizado en
José y María, en su pleno abandono para recibir a Jesús en cuerpo y alma. Por
ello decimos que la Sagrada Familia es el emblema del amor y de ahí que la
Navidad sea la celebración familiar más estupenda del año, puesto que el Niño
Dios nace en cada núcleo familiar, como símbolo de esperanza y fortaleza.
La Navidad es
la ocasión para que aquellas familias que están débiles, se fortalezcan; las
que estás apartadas, se unan de nuevo; para las que están heridas, se sanen…
En esta
Navidad, hagámonos conscientes de cada valor que el Niño Jesús trae al mundo y
también llevemos dicha conciencia a la acción.
Fuente: Aleteia
