Un tiempo propicio para reflexionar y testimoniar el perdón
El
sacerdote jesuita Sergio Guzmán ha publicado en la edición digital de El
Observador una selección de películas que ayudan a profundizar en el Año
jubilar de la Misericordia; “un tiempo propicio para reflexionar, vivir y
testimoniar el perdón y el misterio de la misericordia”.
El
Papa Francisco en la Bula Misericordiae Vultus, apunta: “Hay momentos en los
que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la
misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del
Padre”.
Por
ello, el sacerdote y experto en cinematografía recomienda una serie de
películas de diferentes géneros, nacionalidades y culturas que “pueden ayudar a
contemplar el rostro de la misericordia manifestado en historias humanas que
tocan el corazón.” A continuación recuperamos su comentario, para que los
lectores de Aleteia puedan elegir alguna que sea de su gusto:
En
un mundo mejor de Susanne Bier (Dinamarca, 2010, 113 min.)
Ganadora
al Oscar a Mejor película de Habla no Inglesa, esta cinta narra la historia de
Anton, médico que divide su tiempo entre una ciudad idílica en Dinamarca y un
caótico campo de refugiados en África. Abuso, abandono, rabia y deseos de
venganza hay en ambos lados. Elías (hijo de Anton) sufre el constante bullying
de uno de sus compañeros hasta que otro chico le defiende (Christian). Anton
también es golpeado por un mecánico frente a sus hijos y Christian, éste se
defiende poniendo la otra mejilla. Christian cree que eso no se puede quedar
así y planea con Elías una “venganza” (título original de la cinta). He aquí el
dilema de aplicar la ley del talión (“ojo por ojo, diente por diente”) o poner
la otra mejilla (cfr. Mt 5, 38-39) que puede ser una forma de enfrentar al
agresor y buscar caminos para el perdón, la reconciliación y la paz… y así
acceder a un mundo mejor.
Cambio
de planes de Pedro Arango (España, 2011, 110 min.)
Unos
días antes de la Navidad, Manolo –un hombre de unos 40 años, distanciado de su
esposa, con poca comunicación con sus hijos, con una vida más bien decadente y
rutinaria- se encuentra en un hospital con Antonio, un chico de 15 años con
cáncer terminal. Antonio se sabe enfermo, que va morir; pero tiene mucha vida
por dentro… y es la que quiere compartir y contagiar a todos. En esta bella
película seremos testigos de cómo entre estos personajes y sus respectivas
familias y amigos se va tejiendo una red de misericordia, perdón y generosidad.
Resuenan aquí las palabras del Papa Francisco en la Bula Misericordiae Vultus:
“Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos
sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos,
sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con
magnanimidad” (no. 14).
Amigos
(Untouchable) de Eric Toledano y Oliver Nakache (Francia, 2011, 109 min.)
Amigos
es una historia de dos hombres –uno, millonario tetrapléjico que depende de un
equipo de enfermeros y asistentes para sobrevivir; otro, un inmigrante que
acaba de salir de la cárcel y vive de la asistencia pública- que poco a poco,
con humor, coraje y sin chantajes, irán rompiendo barreras y superando
limitaciones para tener una mejor calidad de vida y descubrir lo que significa
ser amigos. Esta película nos puede ayudar a reflexionar sobre la compasión y
la verdadera amistad a través del contraste, la complementariedad y la apertura
al otro. Por supuesto aquí podemos recordar lo que dice el Eclesiástico sobre
la amistad: “Un amigo fiel es apoyo, el que lo encuentra, encuentra un tesoro.
Un amigo fiel no tiene precio, es incalculable su valor. Un amigo fiel es
medicina para la vida” (Eclo 6, 14-16).
Monsieur
Vincent de Maurice Cloche (Francia, 1947, 111 min.)
Esta
película –ganadora del Oscar a la mejor película extranjera en 1949- nos
presenta la vida de San Vicente de Paúl (1581-1660): sacerdote que dedicó su
vida a paliar las miserables condiciones de vida de los campesinos pobres en
Francia, sobre todo después de la guerra de la Fronda (1648-1653). Fundador de
la Congregación de la Misión y, junto con Luisa de Merillac, de la Compañía de
las Hijas de la Caridad. Hombre de fe que asumió el conflicto, la persecución y
el rechazo de la gente de la ciudad en su afán de practicar las obras de
misericordia: visitar a los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber
al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, redimir al cautivo,
enterrar a los muertos. Una excelente película que nos recuerda que “la fe: si
no tiene obras, está completamente muerta” (Sant 2, 17).
Matar
a un ruiseñor de Robert Mulligan (E.U., 1962, 129 min.)
En la
época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory
Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a
una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto
del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto
Atticus Finch. Actuar con justicia y misericordia le trae muchas enemistades y
señalamientos a nuestro protagonista, pero él sigue firme en la defensa. “No
será inútil, en este contexto, recordar la relación existente entre justicia y
misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento
que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del
amor”, leemos en la Bula Misericordiae Vultus (no. 20). Clásico del cine
estadounidense que no deja de conmovernos y hacernos pensar.
Fuente: Aleteia