Que trata de estas palabras del
Paternóster: "Fiat voluntas tua sicut in coelo et in terra", y lo mucho que hace quien dice estas
palabras con toda determinación, y cuán bien se lo paga el Señor (1).
1. Ahora que nuestro buen Maestro nos ha pedido y enseñado a
pedir cosa de tanto valor, que encierra en sí todas las cosas que acá podemos
desear, y nos ha hecho tan gran merced como hacernos hermanos suyos, veamos qué
quiere que demos a su Padre y qué le ofrece por nosotros y qué es lo que nos
pide; que razón es le sirvamos con algo tan grandes mercedes. ¡Oh buen Jesús,
que tampoco dais poco de nuestra parte como pedís para nosotros! Dejado que
ello en sí es nonada para adonde tanto se debe y para tan gran Señor, mas
cierto, Señor mío, que no nos dejáis con nada, y que damos todo lo que podemos;
si lo damos como lo decimos, digo.
2. "Sea hecha tu voluntad; y como es hecha en el cielo,
así se haga en la tierra" (2).
Bien hicisteis, nuestro buen Maestro, de pedir la petición
pasada para que podamos cumplir lo que dais por nosotros; porque, cierto,
Señor, si así no fuera, imposible me parece. Mas haciendo vuestro Padre lo que
Vos le pedís de darnos acá su reino, yo sé que os sacaremos verdadero en dar lo
que dais por nosotros; porque hecha la tierra cielo, será posible hacerse en mí
vuestra voluntad. Mas sin esto, y en tierra tan ruin como la mía y tan sin
fruto, yo no sé, Señor, cómo sería posible. Es gran cosa lo que ofrecéis.
4. Ahora quiérolo llevar por otra vía. Mirad, hijas: ello se
ha de cumplir, que queramos o no, y se ha de hacer su voluntad en el cielo y en
la tierra; creedme, tomad mi parecer, y haced de la necesidad virtud. ¡Oh Señor
mío, qué gran regalo es éste para mí, que no dejaseis en querer tan ruin como
el mío el cumplirse vuestra voluntad! Bendito seáis por siempre y alaben os
todas las cosas. Sea glorificado vuestro nombre por siempre. ¡Buena estuviera
yo, Señor, si estuviera en mis manos el cumplirse vuestra voluntad o no! Ahora
la mía os doy libremente, aunque a tiempo que no va libre de interés; porque ya
tengo probado, y gran experiencia de ello, la ganancia que es dejar libremente
mi voluntad en la vuestra. ¡Oh amigas, qué gran ganancia hay aquí, o qué gran
pérdida de no cumplir lo que decimos al Señor en el Paternóster en esto que le
ofrecemos!
5. Antes que os diga lo que se gana, os quiero declarar lo
mucho que ofrecéis, no os llaméis después a engaño y digáis que no lo
entendisteis. No sea como algunas religiosas que no hacemos sino prometer, y
como no lo cumplimos, hay este reparo de decir que no se entendió lo que se
prometía. Y ya puede ser, porque decir que dejamos nuestra voluntad en otra
parece muy fácil, hasta que, probándose, se entiende es la cosa más recia que
se puede hacer, si se cumple como se ha de cumplir. Mas no todas veces nos
llevan con rigor los prelados de que nos ven flacos; y a las veces flacos y
fuertes llevan de una suerte. Acá no es así, que sabe el Señor lo que puede
sufrir cada uno, y a quien ve con fuerza no se detiene en cumplir en él su
voluntad (5).
6. Pues quiéroos avisar y acordar qué es su voluntad. No
hayáis miedo sea daros riquezas, ni deleites, ni honras, ni todas estas cosas
de acá; no os quiere tan poco, y tiene en mucho lo que le dais y quiéreoslo
pagar bien, pues os da su reino aún viviendo. ¿Queréis ver cómo se ha con los
que de veras le dicen esto? -Preguntadlo a su Hijo glorioso, que se lo dijo
cuando la oración del Huerto (6). Como fue dicho con determinación y de toda
voluntad, mirad si la cumplió bien en El en lo que le dio de trabajos y dolores
e injurias y persecuciones; en fin, hasta que se le acabó la vida con muerte de
cruz.
7. Pues veis aquí, hijas, a quien más amaba lo que dio; por
donde se entiende cuál es su voluntad. Así que éstos son sus dones en este
mundo. Da conforme al amor que nos tiene: a los que ama más, da de estos dones
más; a los que menos, menos, y conforme al ánimo que ve en cada uno y el amor
que tiene a Su Majestad. A quien le amare mucho, verá que puede padecer mucho
por El; al que amare poco, poco. Tengo yo para mí que la medida del poder
llevar gran cruz o pequeña es la del amor. Así que, hermanas, si le tenéis,
procurad no sean palabras de cumplimiento las que decís a tan gran Señor, sino
esforzaos a pasar lo que Su Majestad quisiere. Porque si de otra manera dais la
voluntad, es mostrar la joya e irla a dar y rogar que la tomen, y cuando
extienden la mano para tomarla, tornarla Vos a guardar muy bien.
8. No son estas burlas para con quien le hicieron tantas por
nosotros. Aunque no hubiera otra cosa, no es razón burlemos ya tantas veces,
que no son pocas las que se lo decimos en el Paternóster. Démosle ya una vez la
joya del todo, de cuantas acometemos a dársela; es verdad que no nos da
primero, para que se la demos (7). Los del mundo harto harán si tienen de
verdad determinación de cumplirlo. Vosotras, hijas, diciendo y haciendo,
palabras y obras, como a la verdad parece hacemos los religiosos; sino que a
las veces no sólo acometemos a dar la joya, sino ponémossela en la mano, y
tornámossela a tomar. Somos francos de presto, y después tan escasos, que
valdría en parte más que nos hubiéramos detenido en el dar.
9. Porque todo lo que os he avisado en este libro va
dirigido a este punto de darnos del todo al Criador y poner nuestra voluntad en
la suya y desasirnos de las criaturas, y tendréis ya entendido lo mucho que
importa, no digo más en ello; sino diré para lo que pone aquí nuestro buen
Maestro estas palabras dichas, como quien sabe lo mucho que ganaremos de hacer
este servicio a su Eterno Padre. Porque nos disponemos para que con mucha
brevedad nos veamos acabado de andar el camino y bebiendo del agua viva de la
fuente que queda dicha (8). Porque sin dar nuestra voluntad del todo al Señor
para que haga en todo lo que nos toca conforme a ella, nunca deja beber de ella.
Esto es contemplación perfecta, lo que me dijisteis os
escribiese. [10] Y en esto -como ya tengo escrito- (9) ninguna cosa hacemos de
nuestra parte, ni trabajamos, ni negociamos, ni es menester más, porque todo lo
demás estorba e impide de decir "fiat voluntas tua": cúmplase, Señor,
en mí vuestra voluntad de todos los modos y maneras que Vos, Señor mío,
quisiereis. Si queréis con trabajos, dadme esfuerzo y vengan; si con persecuciones
y enfermedades y deshonras y necesidades, aquí estoy, no volveré el rostro,
Padre mío, ni es razón vuelva las espaldas. Pues vuestro Hijo dio en nombre de
todos esta mi voluntad, no es razón falte por mi parte; sino que me hagáis Vos
merced de darme vuestro reino para que yo lo pueda hacer, pues él me le pidió,
y disponed en mí como en cosa vuestra, conforme a vuestra voluntad.
11. ¡Oh hermanas mías, qué fuerza tiene este don! No puede
menos, si va con la determinación que ha de ir, de traer al Todopoderoso a ser
uno con nuestra bajeza y transformarnos en sí y hacer una unión del Criador con
la criatura. Mirad si quedaréis bien pagadas y si tenéis buen Maestro, que,
como sabe por dónde ha de ganar la voluntad de su Padre, enséñanos a cómo y con
qué le hemos de servir.
12. Y mientras más se va entendiendo por las obras que no
son palabras de cumplimiento, más más nos llega el Señor a sí y la levanta de
todas las cosas de acá y de sí misma para habilitarla a recibir grandes
mercedes, que no acaba de pagar en esta vida este servicio. En tanto le tiene,
que ya nosotros no sabemos qué nos pedir, y Su Majestad nunca se cansa de dar.
Porque no contento con tener hecha esta alma una cosa consigo por haberla ya
unido a sí mismo (10), comienza a regalarse con ella, a descubrirle secretos, a
holgarse de que entienda lo que ha ganado y que conozca algo de lo que la tiene
por dar. Hácela ir perdiendo estos sentidos exteriores, porque no se la ocupe
nada. Esto es arrobamiento. Y comienza a tratar de tanta amistad, que no sólo
la torna a dejar su voluntad, mas dale la suya con ella; porque se huelga el
Señor, ya que trata de tanta amistad, que manden a veces -como dicen- y cumplir
El lo que ella le pide, como ella hace lo que El la manda, y mucho mejor,
porque es poderoso y puede cuanto quiere y no deja de querer.
13. La pobre alma, aunque quiera, no puede lo que querría,
ni puede nada sin que se lo den. Y ésta es su mayor riqueza: quedar mientras
más sirve, más adeudada, y muchas veces fatigada de verse sujeta a tantos
inconvenientes y embarazos y atadura como trae el estar en la cárcel de este
cuerpo, porque querría pagar algo de lo que debe. Y es harto boba de fatigarse;
porque, aunque haga lo que es en sí, ¿qué podemos pagar los que, como digo, no
tenemos qué dar si no lo recibimos, sino conocernos, y esto que podemos, que es
dar nuestra voluntad, hacerlo cumplidamente? Todo lo demás, para el alma que el
Señor ha llegado aquí, le embaraza y hace daño y no provecho, porque sola
humildad es la que puede algo, y ésta no adquirida por el entendimiento, sino
con una clara verdad que comprende en un momento lo que en mucho tiempo no
pudiera alcanzar trabajando la imaginación, de lo muy nonada que somos y lo muy
mucho que es Dios (11).
14. Doos (12) un aviso: que no penséis por fuerza vuestra ni
diligencia llegar aquí, que es por demás; antes si teníais devoción, quedaréis
frías; sino con simplicidad y humildad, que es la que lo acaba todo, decir:
"fiat voluntas tua".
NOTAS
1 Fiad
voluntas tua sicud yn çelo et yn terra, escribió la Santa.
2 Mt 6,
10.
3 Y he
topado algunos tan pusilánimes, que aun sin este amparo de humildad, no tienen
corazón para pedírselos [trabajos], que piensan luego se los ha de dar; así la
1ª redacción.
4 Fray
Luis (p. 188) ordenó así este pasaje: "querría preguntar a los que por
temor de que luego se los han de dar no los piden, lo que dicen cuando suplican
a el Señor cumpla su voluntad en ellos".
5 En
lugar de este último pasaje, se leía en la 1ª redacción: No sea como algunas
monjas que no hacen sino prometer y, como no cumplen nada, dicen que cuando
hicieron profesión que no entendieron lo que prometían. Así lo creo yo, porque
es fácil de hablar y dificultoso de obrar; y si pensaron que no era más lo uno
que lo otro, cierto no lo entendieron. Hacedlo entender a las que acá hicieren
profesión, por larga prueba, no piensen que ha de haber solas palabras, sino
obras también. Así, quiero entendáis con quién lo habéis -como dicen- y lo que
ofrece por vos el buen Jesús al Padre y lo que le dais vos cuando decís que se
cumpla su voluntad en vos, que no es otra cosa.
6 Mt 26,
39.
7 En la
1ª redacción quedaba claro el sentido de esta última frase con la efusión
lírica que lo seguía: ¡Oh, válgame Dios! ¡cómo se le parece a mi buen Jesús que
nos conoce! pues no dijo al principio diésemos esta voluntad al Señor hasta que
estuviésemos bien pagados de este pequeño servicio, para con quien entiende la
gran ganancia que en el mismo servicio quiere el Señor ganemos; que aun en esta
vida nos comienza a pagar, como ahora diré...
8 En el
c. 19.
9 Como ya
tengo escrito: en el c. 19, n. 4, cf. nota. El mismo censor que apostilló el
pasaje del c. 19, escribió ahora al margen del autógrafo: "que por nuestra
industria y habilidad quisiéremos negociar quietud".
10 Unido
a sí mismo. En la 1ª redacción escribió: convertido en sí. Uno de los censores
tachó la frase, por demasiado atrevida teológicamente, y la substituyó entre
líneas con la otra que fue aceptada por la Autora en la 2ª redacción.
11 En la
1ª redacción decía, en lugar de este último párrafo: Porque -como he dicho-
está ya escrito en otra parte cómo es esta oración y lo que ha de hacer el alma
entonces y cosas harto largamente declaradas de lo que el alma siente aquí y en
lo que se conoce ser Dios, no hago más de tocar en estas cosas de oración para
daros a entender cómo habéis de rezar esta oración del paternóster. Sólo os doy
un aviso...
12 Doos:
os doy.
Fuente: Mercaba