Que comienza a tratar de la oración. -Habla con almas que no pueden discurrir con el
entendimiento.
1. Ha tantos días que escribí lo pasado sin haber tenido
lugar para tornar a ello, que si no lo tornase a leer no sé lo que decía. Por
no ocupar tiempo habrá de ir como saliere, sin concierto. Para entendimientos
concertados y almas que están ejercitadas y pueden estar consigo mismas, hay
tantos libros escritos y tan buenos y de personas tales, que sería yerro
hicieseis caso de mi dicho en cosa de oración, pues, como digo, tenéis libros
tales adonde van por días de la semana repartidos los misterios de la vida del
Señor y de su Pasión, y meditaciones del juicio e infierno y nuestra nonada y
lo mucho que debemos a Dios, con excelente doctrina y concierto para principio
y fin de la oración (1).
Quien pudiere y tuviere ya costumbre de llevar este
modo de oración, no hay que decir, que por tan buen camino el Señor le sacará a
puerto de luz, y con tan buenos principios el fin lo será, y todos los que
pudieren ir por él llevarán descanso y seguridad; porque, atado el
entendimiento, vase con descanso (2).
2. Hay unas almas y entendimientos tan desbaratados como
unos caballos desbocados, que no hay quien las haga parar. Ya van aquí, ya van
allí, siempre con desasosiego (3). Es su misma naturaleza, o Dios que lo permite.
Heles mucha lástima, porque me parecen como unas personas que han mucha sed y
ven el agua de muy lejos, y cuando quieren ir allá, hallan quien las defienda
el paso (4) al principio y medio y fin. Acaece que, cuando ya con su trabajo -y
con harto trabajo- han vencido los primeros enemigos, a los segundos se dejan
vencer y quieren más morir de sed que beber agua que tanto ha de costar.
Acabóseles el esfuerzo, faltóles ánimo. Y ya que algunos le tienen para vencer
también los segundos enemigos, a los terceros se les acaba la fuerza, y por
ventura no estaban dos pasos de la fuente de agua viva que dijo el Señor a la
Samaritana, que quien la bebiere no tendrá sed (5).
Y con cuánta razón y
verdad, como dicho de la boca de la misma Verdad, que no la tendrá de cosa de
esta vida, aunque crece muy mayor de lo que acá podemos imaginar de las cosas
de la otra por esta sed natural. Mas ¡con qué sed se desea tener esta sed!
Porque entiende el alma su gran valor, y aunque (6) es sed penosísima que
fatiga, trae consigo la misma satisfacción con que se mata aquella sed, de
manera que es una sed que no ahoga sino a las cosas terrenas, antes da hartura,
de manera que cuando Dios la satisface, la mayor merced (7) que puede hacer al
alma es dejarla con la misma necesidad, y mayor queda siempre de tornar a beber
esta agua.
3. El agua tiene tres propiedades, que ahora se me acuerda
que me hacen al caso, que muchas más tendrá.
La una es que enfría, que, por calor que hayamos, en
llegando al agua, se quita; y si hay gran fuego, con ella se mata, salvo si no
es de alquitrán (8), que se enciende más. ¡Oh, válgame Dios, qué maravillas hay
en este encenderse más el fuego con el agua, cuando es fuego fuerte, poderoso,
no sujeto a los elementos, pues éste, con ser su contrario, no le empece, antes
le hace crecer! Mucho valiera aquí poder hablar con quien supiera filosofía,
porque sabiendo las propiedades de las cosas, supiérame declarar, que me voy
regalando en ello y no lo sé decir y aun por ventura no lo sé entender.
4. De que Dios, hermanas, os traiga a beber de esta agua y
las que ahora lo bebéis, gustaréis de esto y entenderéis cómo el verdadero amor
de Dios -si está en su fuerza, ya libre de cosas de tierra del todo y que vuela
sobre ellas- cómo es señor de todos los elementos y del mundo. Y como el agua
procede de la tierra, no hayáis miedo (9) que mate este fuego de amor de Dios;
no es de su jurisdicción. Aunque son contrarios, es ya señor absoluto; no le
está sujeto.
Y así no os espantaréis, hermanas, de lo mucho que he puesto
en este libro para que procuréis esta libertad. ¿No es linda cosa que una pobre
monja de San José pueda llegar a señorear toda la tierra y elementos? Y ¿qué
mucho que los santos hiciesen de ellos lo que querían, con el favor de Dios? A
San Martín el fuego y las aguas le obedecían; a San Francisco hasta las aves y
los peces, y así a otros muchos santos. Se veía claro ser tan señores de todas
las cosas del mundo, por haber bien trabajado de tenerle en poco y sujetádose
de veras con todas sus fuerzas al Señor de él. Así que, como digo, el agua que
nace en la tierra no tiene poder contra él; (10) sus llamas son muy altas, y su
nacimiento no comienza en cosa tan baja.
Otros fuegos hay de pequeño amor de Dios, que cualquiera
suceso los matará; mas a éste no, no: aunque toda la mar de tentaciones venga,
no le harán que deje de arder de manera que no se enseñoree de ellas (11).
5. Pues si es agua de lo que llueve del cielo, muy menos le
matará. No son contrarios, sino de una tierra (12). No hayáis miedo se hagan
mal el un elemento al otro, antes ayuda el uno al otro a su efecto. Porque el
agua de las lágrimas verdaderas (que) son las que proceden en verdadera
oración, bien dadas del Rey del cielo) le ayuda a encender más y hace que dure,
y el fuego ayuda al agua a enfriar. ¡Oh, válgame Dios, qué cosa tan hermosa y
de tanta maravilla, que el fuego enfría! Sí, y aun hiela todas las afecciones
del mundo, cuando se junta con el agua viva del cielo, que es la fuente de
donde proceden las lágrimas que quedan dichas, que son dadas y no adquiridas
por nuestra industria. Así que a buen seguro que no deja calor en ninguna cosa
del mundo para que se detenga en ellas, si no es para si puede pegar este
fuego, que es natural suyo no se contentar con poco, sino que, si pudiese,
abrasaría todo el mundo.
6. Es la otra propiedad limpiar cosas no limpias. Si no
hubiese agua para lavar, ¿qué sería del mundo? ¿Sabéis qué tanto limpia esta
agua viva, esta agua celestial, esta agua clara, cuando no está turbia, cuando
no tiene lodo, sino que cae del cielo? Que de una vez que se beba, tengo por
cierto deja el alma clara y limpia de todas las culpas. Porque -como tengo
escrito- (13) no da Dios lugar a que beban de esta agua (que) no está en
nuestro querer, por ser cosa muy sobrenatural esta divina unión), si no es para
limpiarla y dejarla limpia y libre del lodo y miseria en que por las culpas
estaba metida. Porque otros gustos que vienen por medianería del entendimiento,
por mucho que hagan, traen el agua corriendo por la tierra; no lo beben junto a
la fuente; nunca falta en este camino cosas lodosas en que se detengan, y no va
tan puro ni tan limpio. No llamo yo esta oración -que, como digo, va
discurriendo con el entendimiento- "agua viva", conforme a mi
entender, digo; porque, por mucho que queramos hacer, siempre se pega a nuestra
alma, ayudada de este nuestro cuerpo y bajo natural, algo de camino de lo que
no querríamos.
7. Quiérome declarar más: estamos pensando qué es el mundo y
cómo se acaba todo, para menospreciarlo. Casi sin entendernos, nos hallamos
metidos en cosas que amamos de él. Y deseándolas huir, por lo menos nos estorba
un poco pensar cómo fue y cómo será y qué hice y qué haré. Y para pensar lo que
hace al caso para librarnos, a las veces nos metemos de nuevo en el peligro. No
porque esto se ha de dejar, mas hase de temer. Es menester no ir descuidados.
Acá lleva este cuidado el mismo Señor, que no quiere fiarnos
de nosotros (14). Tiene en tanto nuestra alma, que no la deja meter en cosas
que la puedan dañar por aquel tiempo que quiere favorecerla; sino pónela de
presto junto cabe sí y muéstrale en un punto más verdades y dala más claro
conocimiento de lo que es todo, que acá pudiéramos tener en muchos años. Porque
no va libre la vista; ciéganos el polvo como vamos caminando. Acá llévanos el
Señor al fin de la jornada sin entender cómo.
8. La otra propiedad del agua es que harta y quita la sed. Porque
sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace gran falta, que
si del todo nos falta nos mata. Extraña cosa es que si nos falta nos mata, y si
nos sobra nos acaba la vida, como se ve morir muchos ahogados. ¡Oh Señor mío, y
quién se viese tan engolfada en esta agua viva que se le acabase la vida! Mas
¿no puede ser esto? Sí, que tanto puede crecer el amor y deseo de Dios, que no
lo pueda sufrir el sujeto natural, y así ha habido personas que han muerto. Yo
sé de una que, si no la socorriera Dios presto con esta agua viva tan en gran
abundancia, que (15) casi la sacaba de sí con arrobamientos. Digo que casi la
sacaban de sí, porque aquí descansa el alma. Parece que, ahogada de no poder
sufrir el mundo, resucita en Dios, y Su Majestad la habilita para que pueda
gozar lo que, estando en sí, no pudiera sin acabarse la vida.
9. Entiéndase de aquí que, como en nuestro sumo Bien no
puede haber cosa que no sea cabal, todo lo que El da es para nuestro bien, y
por mucha abundancia de esta agua que dé, no puede haber demasía en cosa suya;
porque si da mucho, hace -como he dicho- (16) hábil el alma para que sea capaz
de beber mucho; como un vidriero, que hace la vasija del tamaño que ve es
menester para que quepa lo que quiere echar en ella.
En el desearlo, como es de nosotros, nunca va sin falta. Si
alguna cosa buena lleva, es lo que en él ayuda el Señor. Mas somos tan
indiscretos que, como es pena suave y gustosa, nunca nos pensamos hartar de
esta pena; comemos sin tasa, ayudamos como acá podemos a este deseo, y así
algunas veces mata. ¡Dichosa tal muerte! Mas, por ventura, con la vida ayudara
a otros para morir por deseo de esta muerte. Y esto creo hace el demonio,
porque entiende el daño que ha de hacer con vivir, y así tienta aquí de
indiscretas penitencias para quitar la salud, y no le va poco en ello.
10. Digo que quien llega a tener esta sed tan impetuosa, que
se mire mucho, porque crea que tendrá esta tentación; y aunque no muera de sed,
acabará la salud y dará muestras exteriores, aunque no quiera, que se han de
excusar por todas vías. Algunas veces aprovechará poco nuestra diligencia, que
no podremos todo lo que se quiere encubrir. Mas estemos con cuidado, cuando
vienen estos ímpetus tan grandes de crecimiento de este deseo, para no añadir
en él, sino con suavidad cortar el hilo con otra consideración; que nuestra
naturaleza a veces podrá ser obre tanto como el amor, que hay personas que
cualquier cosa, aunque sea mala, desean con gran vehemencia. Estas no creo
serán las muy mortificadas, que para todo aprovecha la mortificación.
Parece desatino que cosa tan buena se ataje. Pues no lo es,
que yo no digo se quite el deseo, sino que se ataje, y por ventura será con
otro que se merezca tanto.
11. Quiero decir algo para darme mejor a entender. Da un
gran deseo de verse ya con Dios y desatado de esta cárcel, como le tenía San
Pablo: (17) pena por tal causa y que debe en sí ser muy gustosa; no será
menester poca mortificación para atajarla, y del todo no podrá. Mas cuando
viere aprieta tanto que casi va a quitar el juicio (como) yo vi a una persona
no ha mucho, y de natural impetuosa (18), aunque demostrada a quebrar su
voluntad -me parece lo ha ya perdido, porque se ve en otras cosas- digo que por
un rato, que la vi como desatinada de la gran pena y fuerza que se hizo en
disimularla), digo que en caso tan excesivo, aunque fuese espíritu de Dios,
tengo por humildad temer, porque no hemos de pensar tenemos tanta caridad, que
nos pone en tan gran aprieto.
12. Y digo que no tendré por malo (si) puede -digo- que por
ventura todas veces no podrá) que mude el deseo pensando si vive servirá más a
Dios, y podrá ser a alguna alma que se había de perder la dé luz, y que con
servir más, merecerá por donde pueda gozar más de Dios, y témase lo poco que ha
servido. Y son buenos consuelos para tan gran trabajo, y aplacará su pena y
ganará mucho, pues por servir al mismo Señor se quiere acá pasar y vivir con su
pena. Es como si uno tuviese un gran trabajo o grave dolor, consolarle con
decir tenga paciencia y se deje en las manos de Dios, y que cumpla en él su
voluntad, que dejarnos en ellas es lo más acertado en todo.
13. Y si el demonio ayudó en alguna manera a tan gran deseo,
que sería posible, como cuenta creo Casiano de un ermitaño de asperísima vida,
que le hizo entender se echase en un pozo porque vería más presto a Dios; yo
bien creo no debía haber servido con humildad ni bien; porque fiel es el Señor
(19) y no consintiera Su Majestad se cegara en cosa tan manifiesta (20). Mas
está claro si el deseo fuera de Dios, no le hiciera mal: trae consigo la luz y
la discreción y la medida. Esto es claro, sino que este adversario, enemigo
nuestro, por dondequiera que puede, procura dañar (21). Y pues él no anda
descuidado, no lo andemos nosotros. Este es punto importante para muchas cosas,
así para acortar el tiempo de la oración, por gustosa que sea, cuando se ven
acabar las fuerzas corporales o hacer daño a la cabeza. En todo es muy
necesario discreción.
14. ¿Para qué pensáis, hijas, que he pretendido declarar el
fin y mostrar el premio antes de la batalla, con deciros el bien que trae
consigo llegar a beber de esta fuente celestial, de esta agua viva? Para que no
os congojéis del trabajo y contradicción que hay en el camino, y vayáis con
ánimo y no os canséis. Porque -como he dicho- (22) podrá ser que después de
llegadas, que no os falta sino bajaros a beber en la fuente, lo dejéis todo y
perdáis este bien, pensando no tendréis fuerza para llegar a él y que no sois
para ello.
15. Mirad que convida el Señor a todos. Pues es la misma
verdad, no hay que dudar. Si no fuera general este convite, no nos llamara el
Señor a todos, y aunque los llamara, no dijera: "Yo os daré de beber"
(23). Pudiera decir: "Venid todos, que, en fin, no perderéis nada; y los
que a mí me pareciere, yo los daré de beber". Mas como dijo, sin esta
condición, "a todos", tengo por cierto que todos los que no se
quedaren en el camino, no les faltará esta agua viva.
Dénos el Señor, que la promete, gracia para buscarla como se
ha de buscar, por quien Su Majestad es.
NOTAS
1 Se
refiere muy probablemente a los libros del P. Granada, conocidos y estimados de
la Santa, recomendados a sus monjas en las Constituciones, y alabados en
términos superlativos en carta al autor: "De las muchas personas que aman
en el Señor a Vuestra Paternidad y por haber escrito tan santa y provechosa
doctrina, y dan gracias a Su Majestad, y por haberle dado a Vuestra Paternidad
para tan grande y universal bien de las almas, soy yo una" (BMC, t. 7, p.
211).
2 Y así
no hablo ahora con estas almas, añadió la Santa en el ms. de Toledo.
3 Y
aunque si es diestro el que va en él, no peligra muchas veces, algunas sí; y
cuando va seguro de la vida, no lo está del hacer cosa en él que no sea desdón,
y va con gran trabajo siempre. -Desdón: falta de gracia, desdoro (cf.
COROMINAS, Diccionario crítico, etimológico de la lengua castellana, -Madrid
1954-., s.v. ("donaire").
4
Defienda el p.: en acepción de prohibir.
5 Alusión
a Jn 4, 13. -En el ms. de Toledo añadió la Santa: ... no tendrá sed de manera
que pierda a Dios; entiéndese no la dejándola El de su mano; y ansí siempre se
ha de andar con temor".
6 Aunque:
en el autógrafo parece de mano ajena.
7 Por
escrúpulo teológico un censor corrigió: una de las mayores mercedes...
8
Alquitrán: "Es una especie de betún de que se hacen fuegos inextinguibles
para arrojar a los enemigos"; así lo define Cobarrubias, S.V. _. La
exposición que sigue se basa en la antigua teoría filosófica de los cuatro
elementos simples de que consta el universo: tierra, aire, agua y fuego; eran
contrarios entre sí el primero y el segundo, el tercero y el cuarto; de ahí las
aplicaciones que hace la Santa al "agua viva" y el "fuego del
amor", lamentándose de no saber filosofía que -creía ella- la hubiera
iniciado en el conocimiento de las "propiedades de las cosas".
9 Fiados
en la misericordia de Dios, escribió la Santa entre líneas en el ms. toledano.
10 Contra
él: añadido al margen por la Santa.
11
Alusión a Ct, 8, 7. _. En lugar de estos tres últimos períodos. ("Se...
veía... de ellas"), en la 1ª redacción escribió: Pues con ayuda de Dios,
ya haciendo lo que han podido, casi se lo pueden pedir de derecho. Que ¿pensáis
porque dice el Salmista que todas las cosas están sujetas y puestas debajo de
los pies de los hombres, pensáis que de todos? -No hayáis miedo, antes los veo
yo sujetos a ellos debajo de los pies de ellas; y conocí un caballero que, en
porfiando sobre medio real, le mataron: mira si se sujetó a miserable precio. Y
hay muchas cosas que veis cada día por donde conoceréis que digo verdad. Pues
sí, que el Salmista no pudo mentir, que es dicho del Espíritu Santo, sino que
me parece a mí (ya puede ser yo no lo entienda y sea disbarate -que lo he
leído), que es dicho por los perfectos, "que todas las cosas de la tierra
señoreen". -Alude la Santa al Salmo 8: pero el severo censor no le perdonó
esta audacia exegética; tachó el pasaje con una enorme cruz en aspa y un buen
borrón, y luego anotó al margen: "No es este el sentido de la autoridad,
sino de Cristo y también de Adán en el estado de la Inocencia". Esto bastó
para que la Santa descartase radicalmente el texto de las siguientes
redacciones.
12 De una
tierra: de un mismo país (cf. c. 40, n. 8), es decir, tienen un mismo origen.
13 En el
c. 16, n. 6 s.
14 Nótese
que compara el "agua viva" (contemplación infusa) con el "agua
fangosa" (oración discursiva). -"Acá" se refiere al "agua
viva", es decir, a la contemplación. -En las dos frases siguientes: ...
dala más claro conocimiento de lo que es todo, que acá" [o sea más de lo
que acá en la tierra] pudiéramos tener... Acá [en la contemplación infusa]
llévanos el Señor...
15 Queda
suspenso el sentido. -La Santa alude a sí misma: véase el c. 20 de Vida y la
Relación 1ª. -En la primera redacción lo refería así: Yo sé de una que, si no
la socorriera Dios presto con esta agua viva en grandísima abundancia con
arrobamientos, tenía tan grande esta sed, iba en tanto crecimiento su deseo,
que entendía claro era muy posible -si no la remediaran- morir de sed. ¡Bendito
sea el que nos convida que va[ya]mos a beber en su evangelio!... (Jn 7,37). Y
así como en nuestro Bien y Señor no puede haber cosa que no sea cabal, como es
sólo de El darnos esta agua, da la que hemos menester. -En el ms. de Toledo la
frase quedó así: "casi la sacaba de sí con una gran suspensión": las
tres últimas palabras son autógrafas de la Santa.
16 En el
n. 8.
17 Cf. Fp
1, 23.
18 Y no
de natural, escribió; el no fue tachado quizá por la propia Autora. Cf. r 3, 4.
19 1 Cor
10, 13.
20 Se
trata del solitario Herón, cuya historia refiere Casiano en la Conferencia II,
c. 5. -Sobre la afición de Santa Teresa a los libros de Casiano, depone María
Bautista en el Proceso Remisorial (Avila 1610): "Imitando al dicho Padre
Santo Domingo, era muy devota de las Colaciones de Casiano y Padres del
Desierto, y así, cuando esta declarante estuvo con ella, la Santa Madre la
mandaba cada día que leyese dos o tres vidas de aquellos santos por no tener
ella siempre lugar por sus justas y santas ocupaciones, y que a las noches se
las refiriese esta declarante, y así lo hacía" (BMC, t. 19, p. 591).
21
Alusión al texto bíblico de 1 Pt 5, 8 que la Santa leía en la Regla
carmelitana. -En la 1ª red. concluía así: pues él [el diablo] no anda
descuidado, no lo andemos nosotros. Este es punto importante para muchas cosas,
que algunas veces hay gran necesidad de no nos olvidar de él.
22 En el
n. 2.
23 Jn 7,
37. Este texto no aparece en la Biblia en la forma citada por la Santa. Parece
una combinación de Jn 7, 37 y Mt 11, 28 conservando el pensamiento del primero
y la forma gramatical del segundo.
Fuente: Mercaba